El aislamiento producto de la pandemia que estamos viviendo ha generado un desencadenante de cambios de conductas relacionados con la alimentación. Si bien el bullying alimenticio existe desde siempre, durante el encierro los términos gordofobia y flacofobia tomaron protagonismo.
Agustina Murcho, Licenciada en Nutrición (M.N. 7888/ M.P. 3196) especialista en trastornos alimenticios, nos cuenta cómo afecta la discriminación y la opinión del otro para una persona que sufre un TCA: “La mirada propia, que a veces puede ser demoledora, más la opinión del mundo externo, puede dañar a un enfermo que sufre TCA. Las redes sociales, si bien repudian hechos de discriminación, también los promueven y son la base central de las burlas”, explica Murcho, quien a través de su cuenta de Instagram busca visualizar la importancia de la prevención y detección precoz de alteraciones alimentarias.
Gordofobia es el rechazo consciente o inconsciente por los cuerpos de mayor peso. Esta fobia la sufren mayormente las mujeres, víctimas de innumerables burlas. Y, de manera contraria, flacofobia. Si bien es un tanto menos común que la discriminación hacia los obesos, también existe.
La discriminación que sufren los pacientes con trastornos alimenticios es de gran impacto para su salud. El trastorno va más allá de la comida y el cuerpo. La discriminación y la opinión ajena se vuelven un factor clave para que la persona enferma no vuelva a decaer. Claro está que el bullying alimenticio no ayuda en nada.
Según la OMS, salud se define como el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Por este motivo, un tratamiento de TCA debe llevarse a cabo de forma interdisciplinaria: médico, psicólogos, nutricionista y psiquiatra.
Mara Fernández, Psicóloga especialista en TCA (M.N. 36031) resalta la importancia de tratar la salud mental y psíquica de quienes padecen estas enfermedades, así como de contar con profesionales que ayuden a comprender cuáles son los riesgos de salud a los que un paciente se enfrenta.
“Las palabras, gestos, expresiones y tratos de los demás funcionan con factores estructurantes de la propia imagen corporal. Cuando una persona tiene una imagen de sí empobrecida, al enfrentarse con comentarios, críticas o prejuicios sobre su cuerpo, sufren una herida a su autoestima que puede desencadenar la aparición de un trastorno de la conducta alimentaria.”
Según un informe de Fundación La Casita, Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de anorexia. Asimismo, la Asociación de Lucha contra Bulimia y Anorexia reveló que los casos han aumentado en los últimos diez años. Las estadísticas dicen que una de cada tres personas adolescentes tiene desorden alimenticio y una de cada siete adolescentes tiene problemas con su cuerpo.
En América latina se estima que 6 de cada 10 adultos padecen obesidad. De acuerdo a la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, publicada por el Ministerio de Salud y el INDEC más del 60 por ciento de la población sufre sobrepeso y obesidad. Los datos son realmente alarmantes.
“Ser gordo es tabú, es una burla constante. No se toma real conciencia del impacto que puede tener para la persona que lo sufre”. Murcho nos cuenta además: “Veo mucha des-información con respecto a los alimentos. Muchísima demonización de alimentos donde todo enferma, todo genera enfermedades, todo engorda. Hay cuentas donde aseguran que ayunar es sano, que dejar de comer lo que nos gusta es lo mejor para evitar enfermedades - cuando el stress mental que genera hacer todo esto también enferma -, que realizar un plan de 21 días es la fórmula del éxito para tener un cuerpo marcado”.
Y agrega: “Aquellas personas que son vulnerables a desarrollar patologías alimentarias se ven atraídas por estas cuentas y el riesgo a que generen un desorden alimenticio es mayor. Necesitamos más profesionales que generen conciencia para prevenir trastornos alimentarios y mala información relacionada con la alimentación, porque si nos llevamos mal con la comida, empezamos a tener problemas de salud física y mental”.
Los trastornos de la conducta alimentaria son alteraciones y desórdenes mentales que afectan a la ingesta y al peso de la persona que los padece. Pero, más allá de estos síntomas, se esconden dificultades psicológicas graves y complejas que repercuten en el funcionamiento normal de la vida diaria de la persona enferma.
“El trastorno alimentario actúa como denunciante ante la dificultad de la persona para ser autónoma e independiente. Situaciones como la salida de la adolescencia, la pérdida de un ser querido, separación de los progenitores, o una experiencia traumática pueden resultar un conflicto para la persona y ante la imposibilidad de encontrar recursos psíquicos para elaborarlos, comienzan a aparecer los síntomas del TCA”, expresa Mara Fernández.
Los factores causantes de los trastornos de comportamiento alimentarios son una combinación de elementos psicológicos (influencias familiares y conflictos psíquicos) y sociales (influencias de sus pares y expectativas sociales). Afecta mayormente a mujeres, con una proporción de 9 mujeres por 1 hombre. No obstante, cada vez se observan más casos de hombres afectados con dichos trastornos.
En la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria hay que estar muy pendiente de las redes sociales. La relación entre trastornos de la conducta alimentaria y las redes sociales se ha vuelto indisoluble. Muchas personas buscan en redes sociales otras personas que sufran su trastorno alimenticio y la mala o desinformación también puede repercutir y empeorar un caso de enfermedad.
En cuestiones de salud, lo recomendable es consultar con los profesionales adecuados y no dejarse llevar por los mensajes que cualquier red social transmita.
at Redacción Marie Claire
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