Nos los decía hace poco, sus ganas de tocar en vivo se habían agigantado pero la pandemia marcaba los tiempos. Este fin de semana, por suerte, Marina Fages se presenta con su banda de chicas Las Epics en El Roxy, donde ya agotó el show de esta noche y se encamina a hacer lo mismo con el del domingo (entradas acá).
¿Por qué hay que verla y escucharla? A continuación, algunas de las múltiples razones.
Quién es Marina Fages
Marina siempre estuvo cerca de la música. Con pasos tímidos, pero certeros, fue mostrando lo que tenía guardado, no sólo esos papeles donde escribía sus temas, sino también su capacidad de expresarse en un escenario.
La tarea no fue nada fácil en un ámbito donde aún el cuerpo de la mujer es observado y criticado. Desde su cuarto en el barrio porteño de San Telmo, Marina habló con Marie Claire vía Zoom sobre sus múltiples desafíos, tanto personales como musicales, a lo largo de estos 10 años.
-Antes de lanzar tu propio material, ya venías cerca de la música como directora de videoclips, ¿qué recuerdos tenés de esa etapa?
-Siempre fui fan de la música. Desde chica voy muchísimo a recitales y en ese momento me encantaba hacer fotos y videoclips para bandas. El formato es algo que me encanta porque combina música e imagen, que son mis dos pasiones.
-Cumplís 10 años en la industria musical. ¿Cómo empezó esa pasión por tocar instrumentos y componer?
-Hago música y toco instrumentos desde chica. Intenté con la guitarra y en algún momento también tomé clases de teclado, pero la primera canción que hice fue en quinto grado, a los 10 años, con una flauta, en una clase de música. Hice dos temas, porque después agarré el poema de una amiga y le puse música.
Años después intenté tocar en vivo, estuve en bandas de hardcore y punk rock y ponerme en el escenario frente al público me daba muchísima vergüenza, no me gustaba. Tardé un montón de tiempo en animarme. Yo le pasaba las canciones a algunas amigas, y en particular a Lucy Patané (Las Taradas), que me dijo que mis temas estaban buenísimos y que había que salir a tocarlos.
-¿Lograste superar esa vergüenza en tus shows?
Me costó mucho, pero la música fue más fuerte que yo. Me di cuenta que empezaba a ver gente que disfrutaba de lo que yo hacía. Tenía que ir sintiéndome más segura para hacerlo cada vez mejor. También es como cualquier actividad, que si la practicás, la vas a mejorar y cada vez vas a tener más confianza.
Me ayudaron mucho los músicos que me acompañaron y percibir el apoyo del público. Ahora ya no me pregunto si a alguien le gusta lo que hago, pienso que me tiene que gustar a mí primero y confío en eso. Para llegar a este punto de confianza necesité muchos años.
Una artista musical y visual
-Paralelamente sos artista visual. ¿Querés contarme un poco de tu experiencia en esa rama?
-Después de la etapa de filmar videoclips para bandas, por mucho tiempo laburé haciendo StoryBoard (guion gráfico) en publicidad, hasta que finalmente me dediqué a pintar y pude bancarme con eso. En algún momento di clases de dibujo, ahora ya no. Hago pintura, mural a pedido, ahora desde la pandemia no tanto, pero en general trabajo mucho de eso.
-Tenés 7 discos publicados. Cuatro son de proyectos en colaboración con otros artistas. ¿Podrías hacer un repaso por cada uno de ellos brevemente?
-El Tronador (2011) es una banda de Mar del Plata y fue mi primera experiencia de grabar un álbum. Ahí está Lucy Patané, Mene Savasta, que son amigas, también Santiago Martínez y Martín de Lassaletta. Fue un proyecto de mis canciones tocadas con ellos, que son una masa. Fue difícil porque fue el primero, pero ese fue mi puntapié inicial para hacer música en vivo, ayudada por ellas sobre todo.
Madera Metal (2012) fue mi primer material solista, lo coproduje con Lucy Patané, ella me ayudó a grabarlo. Aprendí mucho de esa experiencia porque fui la absoluta responsable de las decisiones. Este disco fue la afirmación y la decisión de saber que quería hacer música en serio.
El Poder Oculto (2014) fue un álbum con Lucy Patané y nos fuimos de gira varias veces a Europa. Es un disco que tiene instrumentos folclóricos (guitarra, bombo, charango, flauta, banjo, clarinete), pero no tocados de manera folclórica, sino más experimental.
En Dibujo de Rayo (2015) estaba más canchera para salir a tocar en vivo. Invité a siete bateristas distintos a grabar, entonces los shows tomaron otra dimensión. Cada presentación era pesada, en cuanto a lo rockero. Al mismo tiempo había temas tranquilos.
Para 2016 hubo dos proyectos de EPs distintos, uno con los Arpones, que son mis amigos de Mar del Plata; y otro con las Chicas de Humo, que es la banda con la que me empecé a presentar en Dibujo de Rayo, donde estaban Lucy Patané, Lu Martínez y Sasha Sathya.
Algunas de esas canciones las re grabé para Épica y Fantástica (2019), que es mi último álbum de estudio. Ahí lo que pasó es que tenía ganas de tener una formación estable de banda. Chicas de Humo a veces podía y otras no, entonces tenía que buscar otros músicos que quieran tocar.
Armé mi banda para poder salir de gira y es la que me acompaña actualmente. Terminaron teniendo el nombre de Las Epics, son todas chicas. Es muy divertido trabajar con ellas y se generó una solidez en cómo suena la música.
También hay que destacar que solté la guitarra, esa es una gran diferencia. En mi lugar al final entraron dos chicas, al momento de probarlas eran las dos muy buenas y no podía rechazarlas. Dejar la guitarra, que era como mi escudo, fue como aceptar la manera de moverme, de aceptar mi cuerpo y dejar la vergüenza a un lado.
Por suerte estamos viviendo una época de superación, en la cual el estándar de belleza está mutando.
Marina, de San Telmo al mundo
-Con toda esta experiencia musical, estuviste de gira por todo el mundo: Europa, Latinoamérica, Japón. ¿Qué aprendiste de esos viajes?
-La música era la única manera que tenía de conocer todos esos lugares. Con el dinero que ganaba de las entradas, bancaba el viaje. Mientras viajaba iba tocando y conociendo lugares como París.
También me tocó parar en lugares buenísimos, como un mini palacio, y luego también precarios, como en un lugar de refugiados que antes era una cárcel. ¡Las experiencias son muchísimas al irse de gira! Todo es una aventura cuando viajás. Ver otras realidades de diversas maneras me hizo aprender y crecer.
-“Canción de Flora” es tu nuevo lanzamiento. ¿Cómo surgió?
-Es un tema que quedó fuera de la órbita de Épica y Fantástica porque es densa, habla de una historia real de desilusión y de ese momento en el cual tomás la decisión de no esperar más nada de eso. Es de aceptación y es súper bajón. Épica y Fantástica es más positiva, como de triunfar. Así que “Canción de Flora” es la primera entrada grosa hacia mi próximo disco.
Dirigí el video, fue como volver atrás y hacer cosas que hacía para otras personas, y ahora hacerlo para mí misma es súper fácil. Sé lo que quiero y solamente tengo que ver cómo hacerlo.
-¿Tu nuevo álbum saldrá este año?
-Todavía lo estoy trabajando y produciendo. Decidí dar un nuevo paso, de llevar a un nivel distinto mi obra. Estoy queriendo estar más en control de algunas cosas para que eso sume sentido al concepto, entonces en este disco tomé la decisión de producirlo yo sola artísticamente.
Es una responsabilidad porque es muchísimo más trabajo, genera mucho estrés y un par de miedos nuevos más. Pero tengo ganas de comprometerme más con lo que quiero decir.
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