De cierta manera, podría decirse que Andrea Wild Botero (sí, nieta del famoso Fernando Botero) se pasó la vida descubriendo artistas hasta que no tuvo otra que… descubrirse a sí misma.
Y sucedió nada menos que en plena pandemia, cuando los motores del mundo se apagaron y ella, auténtica ciudadana global, cambió su inquieto nomadismo por una estancia prolongada en su “segundo hogar”, en Ciudad de México.
“Soy colombiana, pero vivo en Londres y mi casa está en Ciudad de México”, cuenta hoy, recién mudada a la capital británica.
Una vida junto al arte
Tras una larga y exitosa carrera al frente de galerías y museos (donde conoció en profundidad y de primera mano el también arte del “trading art”), Andrea descubrió el año pasado una nueva faceta en su interior: la ilustración.
“Nació como un hobby de pandemia, una actividad para pasar el tiempo. Estaba trabajando full time en una galería de arte contemporáneo como lo he hecho siempre, pero al ser de manera remota acabé encontrando una importante cantidad de tiempo para mí. Empecé a dibujar sin la más mínima idea de que eso podría convertirse en un trabajo o negocio, pero los proyectos, los clientes (N de la R: y la propia repercusión de sus obras, se podría agregar) lo terminaron transformando en eso”.
“Empecé a dibujar durante la pandemia sin la más mínima idea de que eso podría convertirse en un trabajo o negocio”.
A fines de 2020, además, nació su segunda hija Sienna, que llegó con lápiz y papel blanco bajo el brazo.
“La ilustración -reflexiona Andrea- es la combinación del balance que he buscado toda mi vida. Dibujar me produce todo el placer del mundo, lo puedo hacer de donde sea, me da flexibilidad, me reta constantemente, todo el tiempo tengo que aprender cosas nuevas, trabajo con todo tipo de clientes entre privados y marcas, estoy creando, viajando, viendo todo con ojos distintos…", comenta y agrega:
"Lo que me encanta de la ilustración también es que es estético, no es conceptual, no estoy tratando de hacer ningún comentario sobre la economía, sociedad y o la política. Su propósito es la belleza, producir placer y crear felicidad en los clientes”.
"If you can dream it, I can draw it"
Suele tener muchos encargos individuales (bodas, nacimientos, tarjetas personales) pero también proyectos de grandes marcas, como Bvlgari. Su propia página lo dice con todas las letras: "If you can dream it, I can draw it" (algo así como "si podés soñarlo, yo puedo dibujarlo).
“Hoy en día te diría que el 90% de lo que hago son trabajos por encargo, con lo cual no tengo tanto tiempo para hacer lo mío. Pero me quejo, en absoluto. Además, tengo un proceso muy claro con mis clientes, ellos se involucran muchísimo en la parte previa, el armado de bocetos. Una vez que aprueban esa idea, listo, la pinto. Y hasta ahora ha funcionado perfecto, nunca me ha pasado que quieran cambiar elementos grandes de la ilustración”, relata.
A punto de desarrollar cerámicas, telas y artículos para el hogar para su ya definitiva marca Pickled Pulp, Andrea misma esboza una definición de su arte:
“No lo llamaría así porque le tengo mucho respeto a esa palabra, pero describiría a mis ilustraciones como una mezcla de mucha sazón y una pizca de humor. Son una carta de amor al color, a Latinoamérica, a la sangre caliente que corre por mis venas”, concluye.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios