El mes de la moda llegó a su fin y las pasarelas hablaron: nos vamos a llenar de cinturones, las perlas extra grandes van a estar por todos lados y los pantalones bombachudos van a ser furor (gracias, Chloé). Pero la tendencia más impactante que dominó casi todos los desfiles, desde las grandes casas hasta los diseñadores emergentes, es también la más controversial: la piel vuelve a escena después de años de ser cancelada. Y parece que la actitud frente a ella está empezando a cambiar.
Para ponerlo en contexto: Gabriela Hearst hizo que un abrigo vintage de visón fuera la estrella de su desfile, Elie Saab presentó tapados, zapatos y carteras de piel como “el toque de lujo definitivo”, según las notas del show, y Fendi creó abrigos esponjosos que parecían de zorro, visón y marta, pero hechos de shearling (piel de oveja curtida).
La tendencia, apodada “boom boom” —el opuesto total al “quiet luxury”—, también estuvo presente en muchas marcas que optaron por pieles sintéticas, como Chloé, Nina Ricci, Rabanne y Tima. Pero antes de empezar a señalar qué pieles están “bien” y cuáles “mal”, como ya está ocurriendo en las redes sociales, es importante entender que este tema no es tan simple. Y lo digo como alguien que come carne pero que una vez lloró al encontrar un sombrero con ribete de conejo en el ropero de su mamá. Sí, la contradicción es real, pero también lo es la complejidad del debate.
Piel vintage, una nueva mirada sobre el lujo sustentable
Según Yves Salomon, fundador de la marca de lujo que lleva su nombre, el regreso de la piel real viene impulsado por los consumidores más jóvenes, de entre 18 y 22 años, que la ven como una opción más sustentable porque es duradera y se puede reutilizar o reciclar. En línea con esto, The Guardian informó que, en el último año, las visualizaciones de videos sobre tapados vintage aumentaron un 243% en TikTok, mientras que las búsquedas en Google de “tapado de piel vintage” crecieron un 688% desde enero de 2023. Claramente, la clave está en la palabra vintage.
Percibiendo este cambio, Yves Salomon creó en 2020 un pacto de recursos para reducir drásticamente la producción de piel animal, reutilizando y reciclándola en sus productos. Además, su tienda de Londres ofrece a los clientes servicios de renovación y upcycling de pieles antiguas. Gabriela Hearst también apostó por esta idea y presentó un tapado hecho con pieles de visón vintage adquiridas en Italia, descosidas y rearmadas a mano. Pero, claro, hay un límite en la cantidad de piel vintage disponible, por lo que se necesita una solución más accesible a gran escala.
Shearling: la alternativa que se impone en las pasarelas
Durante mucho tiempo, la piel sintética se presentó como la alternativa ética a la piel real. Sin embargo, su impacto ambiental no pasa desapercibido. “La mayoría de las pieles sintéticas están hechas de materiales como acrílico y poliéster, que desprenden microplásticos y no son biodegradables”, explica Bianca Foley, fundadora y editora de Sustainably Influenced. Aun así, para quienes rechazan el uso de piel animal pero quieren sumarse a la tendencia, sigue siendo la opción más viable.
Por otro lado, la respuesta que parece estar ganando terreno es el shearling. “Dado que el shearling es un subproducto de la industria cárnica, a menudo se lo considera una opción más sustentable que la piel sintética”, señala Foley. Yves Salomon lo refuerza: “Es el único material de lujo natural con la capacidad estética de imitar la piel”.
Esto explica por qué el shearling dominó las pasarelas esta temporada, con marcas como Chloé, Zimmermann y Fendi explorando nuevas formas de trabajar con esta piel de oveja, posicionándola dentro del segmento de lujo de la misma manera que el cuero.
Para quienes consumimos productos de origen animal, el shearling parece ser el punto medio más aceptable. Y si la tendencia sigue evolucionando, es probable que veamos cada vez más de este material en las colecciones futuras.
¿Por qué el furor por esta estética peluda explotó ahora? Es la pregunta que ronda en la mente de muchos editores de moda. Algunos creen que es una reacción contra el borecore, esa estética minimalista y apagada que dominó las últimas temporadas. Otros lo ven como un reflejo del creciente interés por lo vintage. Y hay quienes argumentan que hay influencias más políticas detrás de este revival.
Lo cierto es que, como demostró el auge de la estética mob wife, esta tendencia responde a lo que los consumidores están pidiendo. Y ahora que llegó con fuerza, solo queda una manera de tomar postura: con la billetera. Cuando la moda masiva la adopte, ¿elegiremos piel real, sintética o shearling? La decisión está en nuestras manos.
Este artículo se publicó originalmente en MC UK.
at redacción Marie Claire
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