Hay escenarios que no necesitan demasiadas intervenciones para imponer presencia. El Palais des Papes de Aviñón, monumental vestigio del poder religioso en la Europa del siglo XIV, fue el elegido por Louis Vuitton para presentar su colección Crucero 2026, y su sola arquitectura bastó para marcar el tono de la propuesta: solemnidad, dramatismo, y una lectura contemporánea del poder.
Bajo la dirección creativa de Nicolas Ghesquière, la maison francesa Louis Vuitton volvió a explorar uno de sus temas predilectos: el cruce entre historia y moda. Pero esta vez lo hizo con una mirada más simbólica, casi litúrgica. La inspiración abrevó en la iconografía religiosa, en los ropajes papales, en las vestiduras ceremoniales, pero también en la arquitectura gótica, en el cine y en la teatralidad que emana de los muros que, desde hace décadas, también albergan el prestigioso Festival de Aviñón.
Vestirse como un acto de poder
La colección propuso una silueta arquitectónica y potente: túnicas amplias, capas envolventes, bordados dorados, cuellos altos, hombreras marcadas y estructuras que evocaban tronos, armaduras y vestimentas eclesiásticas. El color fue un protagonista: negro solemne, blanco puro, rojo cardenalicio, dorado ceremonial. Todo tenía una razón de ser.
Ghesquière no habló de nostalgia, sino de reinterpretación. En su visión, el pasado se cita para resignificarse. Los looks parecían extraídos de un universo paralelo donde la herencia europea dialoga con lo fantástico, lo cinematográfico y lo sagrado. Una sacerdotisa del futuro, pero con memoria.
Accesorios que cuentan historias
Entre los accesorios destacados estuvieron las nuevas versiones del clásico bolso Alma, piezas en cuero texturizado y modelos hechos en madera natural, desarrollados en colaboración con el maderista Thomas Roger. También se vieron botas tipo peep toe con aires medievales y tocados minimalistas que aludían, con sutileza, a ornamentos religiosos.
La escenografía, a cargo de Es Devlin, potenció aún más la experiencia. El desfile no se montó en un pasillo, sino en lo que tradicionalmente funciona como el escenario del Festival de Aviñón. Las y los invitados —entre quienes estaban Cate Blanchett, Sophie Turner y Emma Stone— miraron el show desde las gradas, como si asistieran a una ceremonia o una obra de teatro contemporáneo.
El lujo como relato
Louis Vuitton reafirma, con esta colección, su voluntad de hacer de la moda una herramienta narrativa. Ya no se trata solo de vestir: se trata de construir una escena, una idea, una identidad. En un mundo en transición, Ghesquière propone mirar atrás para proyectar hacia adelante, recuperando del pasado lo que todavía puede decirnos algo hoy.
Crucero 2026 no fue solo una colección: fue una declaración estética y conceptual. Vestirse, al fin, también puede ser un acto político.
at redacción Marie Claire
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