La moda, ese espejo que refleja nuestra cultura, identidad y deseos más íntimos, atraviesa hoy una metamorfosis profunda. En tiempos de algoritmos, la célebre frase de Miuccia Prada “la moda es un lenguaje instantáneo” se resignifica. La Inteligencia Artificial (IA) no solo transforma cómo producimos y consumimos ropa, sino también cómo nos vinculamos emocionalmente con ella.
La Dra. Liliana Molina Soljan, abogada especializada en Inteligencia Artificial y referente en el ecosistema tecnológico argentino, lo resume con claridad:
“La IA aplicada a la moda no es solo innovación técnica. Es una herramienta que redefine derechos, accesos y narrativas. Nos obliga a pensar en inclusión, sostenibilidad y soberanía digital.”

Al analizar datos de redes sociales, búsquedas online y preferencias individuales, los algoritmos pueden anticipar qué estilos resonarán con comunidades específicas. Esto empodera a diseñadores emergentes y permite que la moda refleje una diversidad más amplia de cuerpos, culturas y estéticas.
Estamos viviendo el auge de una moda hiperpersonalizada, donde las prendas se adaptan no solo a nuestras medidas, sino también a nuestras historias. La IA genera patrones únicos, inspirados en tendencias históricas o gustos personales, y optimiza el uso de materiales, reduciendo desperdicios y elevando la eficiencia creativa.
La sostenibilidad dejó de ser una tendencia para convertirse en una urgencia. La IA se convierte en aliada clave en este camino, ayudando a analizar la huella ambiental de cada etapa del proceso: desde la obtención de materias primas hasta la logística de distribución.
Gracias a estos sistemas, las marcas pueden predecir la demanda con mayor precisión, reducir el sobrestock y promover la producción bajo demanda. Es el inicio de una moda donde la belleza se alinea con el respeto por el planeta.
La automatización está transformando la forma en que compramos. Probadores virtuales, impulsados por visión computacional, permiten simular cómo nos quedaría una prenda sin salir de casa. Asistentes de moda virtuales aprenden de nuestros gustos y nos recomiendan piezas que se alinean con nuestra estética.
Lejos de reemplazar la creatividad humana, la IA la potencia. Al automatizar tareas repetitivas (como el seguimiento de tendencias o la gestión de inventario) los diseñadores pueden enfocarse en lo esencial: crear. Además, los algoritmos pueden generar nuevas texturas, paletas de colores y combinaciones inesperadas, expandiendo los límites de lo posible.
La moda tiene el poder de conectar con nuestras emociones. Hoy, la IA ayuda a las marcas a comprender cómo nos sentimos al vestirnos, permitiéndoles diseñar prendas que nos empoderen, nos abracen y nos representen.
“La moda algorítmica puede reforzar estereotipos o abrir caminos hacia la inclusión. Depende de cómo la diseñemos, de quiénes tengan voz en ese proceso.”
Estamos tejiendo una moda más humana, donde la tecnología no nos aleja, sino que nos acerca. Un futuro donde la ropa no solo nos viste, sino que nos inspira, nos conecta y nos ayuda a contar nuestra historia concluye Soljan.
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