Barbará Ruiz nació en Buenos Aires y llegó hace diez años a París por amor y con la ilusión de insertarse en el mundo de la moda. Empezó primero trabajando como asistente comercial en tiendas departamentales como Le Bon Marché, para luego saltar a Gucci, y dar por fin, con su gran mentor y amigo Max. "Él vio en mí las ganas y la pasión por la moda. Me enseñó los códigos del lujo. Gracias a él, empecé y no paré más. Tuve la oportunidad de vestir a Kendal Jenner y a Gigi Hadid”, cuenta.
Y también a Antonela Roccuzzo, que impactó ayer en la gala de los premios The Best FIFA Football Award. Esta vez no fui Lionel Messi el gran protagonista de la red carpet, sino que su esposa y su sofisticado look (elegido por Bárbara) con el que, sin siquiera forzarlo, representó nuestro país.
“Hay algo, en el brillo de Antonela, que me hace sentir que está todo por suceder. Trabajar juntas se convirtió en un revuelo que jamás me había imaginado”
Cuándo a Bárbara le encargaron el trabajo, sabía que el mismísimo Domenico Dolce estaría a cargo del diseño del vestido. Así fue como su creatividad voló sin escala al vestido de Dolce & Gabbana que alguna vez llevó Monica Bellucci; a la sensualidad, a la herencia italiana, a La dolce vita. Casi naturalmente, las raíces italianas se encendieron en un rojo profundo. El vestido, eran tan negro como como elegante, y sus lineas largas que definían el misterio de una de las mujeres a las que el mundo entero quisiera poder conocer en profundidad.
-¿Podríamos asegurar que el vertiginoso tajo del vestido representa la pasión y sensualidad del tango argentino?
-No lo habíamos pensado de esa manera, pero me encanta la interpretación. La artesanalidad del bolso en forma de flor, el rojo en un tono de carmesí profundo, el peinado recogido, los tacos aguja, ¡absolutamente! Pero fue algo natural. Para mí es importante, como estilista de Antonela, primero respetar quién es ella y cómo es su personalidad; y a partir de ahí, aventurarnos en un juego más fashion y sofisticado.
-En referencia a tu trayectoria, también trabajaste para Chanel, ¿cómo fue esa experiencia?
-Nunca pensé que iba a ser parte de la marca de moda más exclusiva del mundo. Y fue, sin dudas, la experiencia más linda de retail que viví. La boutique Chanel en el 31 de la rue Cambon es una institución parisina. Karl Lagerfeld tenia su oficina en el piso de arriba, era usual verlo subir y bajar con sus anteojos negros, y la elegancia que lo caracterizaba.
-Esta boutique recibe a las clientas más importantes del mundo entero…
-Exactamente. Por eso siempre digo, que mi paso por Gucci y Chanel fueron para mí una profesionalización en el sector de lujo. Luego fueron las clientas las que me llevaron a dar el salto y animarme a trabajar como estilista de moda. A medida que pasaba el tiempo, más las conocía, y más confiaban en mí. Creamos relaciones hermosas, entonces se volvieron amigas, y el estilismo resultó una obviedad. Así fue como me animé a dar el salto y hacer de mi hobby, mi profesión.
La dupla de Bárbara y Antonela está lista para seguir exportando al mundo la pasión argentina a través de la moda. No hay dudas de que cuando un artista y su musa se encuentran, la magia ocurre. “Hay algo, en el brillo de Antonela, que me hace sentir que está todo por suceder. Trabajar juntas se convirtió en un revuelo que jamás me había imaginado”, cuenta. Bárbara se disculpa por tener que irse tan rápido; pero la semana de la moda de París está a minutos de comenzar y su agenda es una locura.
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