Con más de cuatro décadas como referente de la moda internacional, Carolina de Mónaco ha convertido al blanco en uno de los pilares de su estilo. Lo luce en eventos diurnos y nocturnos, combinándolo con prendas y accesorios que potencian su elegancia natural. El blanco, lejos de ser un tono limitado a ciertas estaciones, se reinventa en su armario como un color que aporta frescura, sofisticación y presencia en cualquier ocasión.

La princesa opta por cortes impecables y tejidos nobles que realzan la pureza del color: lino, seda, lana ligera o algodón de alta calidad. Prefiere monocromías o combinaciones con tonos neutros como beige, gris o negro para crear un balance perfecto. En muchas de sus apariciones, suma detalles metálicos, cinturones finos o joyas discretas para dar luz al conjunto sin restarle protagonismo al blanco.

En versión casual chic, Carolina de Mónaco recurre a pantalones blancos rectos o palazzo, blusas livianas y calzado bajo, logrando un look cómodo y refinado. Para la noche, elige vestidos blancos midi o trajes sastre acompañados de tacones y clutch, una fórmula infalible para destacar sin estridencias. Y en invierno, sorprende con abrigos blancos y pantalones de lana que rompen con la paleta oscura habitual de la temporada, transmitiendo luz y modernidad.

El estilo de Carolina de Mónaco confirma que el blanco no solo es elegante, sino que tiene un poder único: iluminar el rostro, estilizar la figura y transmitir una sensación de frescura atemporal. Su forma de llevarlo, con confianza y naturalidad, demuestra que este color no tiene edad y puede ser la base de un armario sofisticado y versátil.
at redacción Marie Claire
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