La música relaja, pero también estimula. Hacer ejercicio con música nos ayuda a tener más resistencia. La relación entre música y deporte no pasa desapercibida: imaginar una competición deportiva sin que esté marcada por alguna canción o himno es difícil.
Además, ese vínculo viene de atrás: los griegos utilizaban la música en los Juegos Olímpicos y en el ámbito militar, alentar a las tropas con música era algo muy común. La música aumenta el ritmo cardíaco y la respiración, además de estimular las ondas cerebrales y mitigar el dolor muscular, factores que favorecen el ejercicio.
El experto encargado de esta investigación, Costas Karageorghis, asegura que la música incita a moverse y, por eso, es muy buena para entrenar. ¿Vale todo tipo de música? No. Lo cierto es que hay actividades que requieren música más relajada, como pilates o yoga y que necesitan dejar silencios.
Sin embargo, los entrenamientos con ejercicios aeróbicos requieren una música mucho más rápida, más enérgica. No hay un patrón o unas canciones concretas: lo fundamental es que la música que elegimos para hacer deporte nos guste, nos transmita algo y nos llegue y, eso, a cada persona le sucede con melodías distintas.
Las cinco ventajas de entrenar con música
La música libera endorfinas, la hormona de la felicidad. ¿Pero, por qué tiene un reflejo tan positivo? Nos explican que se suele resumir su impacto en cinco puntos:
Disociación
Sincronización
Respuesta emocional
Desarrollo de habilidades motoras
Aumento de la fluidez de movimientos.
Desde Brooklyn Fitboxing nos explican que: "La disociación es la cualidad de la música para hacernos olvidar el esfuerzo, la fatiga, nos ayuda a superar nuestros limites. Podemos usar además distintos ritmos musicales según los necesitemos". "Usamos el ritmo de las canciones para incrementar la efectividad de cada ejercicio.
En el calentamiento la música va subiendo en intensidad hasta alcanzar un máximo, ese es el momento en el que comenzamos con los ejercicios con el saco de boxeo", explica Jesús. Y continúan explicándonos que "se ha establecido que el ideal para hacer deporte son las canciones con un tempo de 125-140 ppm (pulsos por minuto). Sincronizar la actividad deportiva con música reduce el consumo de oxígeno un 7 % así como el coste metabólico".
¿Por qué sucede esto? Desde Brooklyn Fitboxing aclaran que "es debido a que los músculos se relajan y por lo tanto consumen menos energía. Nos dimos cuenta de que la gente aguantaba mejor la clase si la música era la adecuada. Además, el impacto emocional también es llamativo, se van con las pilas cargadas y eso es en parte por la música", asegura el trainer.
"Diseñamos las rutinas para que la música vaya alineada con cada golpe. Esto es especialmente útil porque nuestro cerebro se centra en mantener la sincronización y se olvida del esfuerzo que está haciendo. Además, las canciones que acompañan los rounds son especialmente motivadoras y cañeras para que ayuden a continuar", explica Blanco.
Y concluyen diciendo que "escuchar canciones que nos apasionan nos ayudan también a mejorar nuestra técnica. Se ha comprobado que cuando aprendemos movimientos al ritmo de la música los recordamos con más facilidad y los realizamos de manera más fluida".
Esta nota fue publicada originalmente en el sitio Marie Claire de España.
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