Primero y principal, nunca está demás aclarar que estar soltera no significa estar sola, nada más lejos de ello. Que no tengamos pareja, sea por decisión propia o porque las cosas no se dieron como esperábamos, no significa que no tengamos otros vínculos igual o más importante de lo que podría ser un vínculo amoroso. Mucho peso se le pone a la pareja cuando en realidad somos seres sociales que necesitan estar en constante interacción, con familiares, amigos o con alguien que acabamos de conocer.
Estar solteras no debería por qué asustarnos ni aterrarnos. Este miedo solo generará que nos apuremos por conseguir a alguien que nos acompañe en nuestro camino, cuando en realidad no nos damos cuenta que hasta a veces estamos mejor “solas”. Ir en busca del amor a partir de la necesidad no tendrá buenos resultados, bajo ningún punto de vista. Aunque suene cliché, primero deberíamos ocuparnos de nosotras, fijarnos metas, trabajar en nuestro autoestima, y agradecer todo aquello que tenemos. Sentirnos realizadas y satisfechas con nuestro presente es mucho más importante que conseguir pareja solo para presumir en fotos y frente a tus amigas.
Si queremos encontrar el amor es esencial hacerlo desde el deseo y no desde la necesidad. No poder soportar la idea de estar soltera por el simple hecho del qué dirán ya no es válido. Nada debe importarte la opinión ajena, y jamás debés apresurarte en esta vida para complacer a los demás. Enfocate en vos y en tu deseo genuino, ¿de verdad querés estar con alguien o preferís tu vida así cómo está?
Sin embargo, todo forma parte de un proceso, y aún son muchas las mujeres que temen a la soltería. La anuptafobia es un espectro psicológico y es el miedo a no encontrar pareja o a permanecer soltera por el resto de la vida. Pero, ¿por qué nos causa tanta angustia la idea? A continuación, algunos argumentos:
- En el pasado las mujeres estaban abocadas a casarse, es más, muchos casamientos eran planeados y fijados sin ni siquiera el consentimiento de las partes. Podría decirse que una larga historia nos implantó culturalmente que la mujer no puede disfrutar de la vida si está soltera.
- Cuando nos ocupamos de nosotras puede que nos cataloguen de egoístas, pero este “egoísmo” es más que necesario. No podemos estar pendientes todo el tiempo de las necesidades y deseos de quien tenemos al lado, a veces debemos, imperiosamente, escucharnos a nosotras y desentrañar qué es aquello que realmente queremos.
- Hemos puesto muchas expectativas en nuestra imagen mental de cómo deberíamos vernos o cómo deberían vernos los demás, peor aún. Esto responde al síndrome de “la niña buena” heredado desde la infancia.
- “La vergüenza tóxica” es un término acuñado por el escritor americano John Bradshaw y explica que se trata del “sentimiento internalizado de ser defectuoso como ser humano”. Si vivimos con vergüenza de nosotras, es muy probable que estemos constantemente esperando a quien venga a “arreglarnos”, cuando las únicas que pueden lograr esto somos nosotras mismas.
- Es esta misma vergüenza, explicada en el punto anterior, la que hace emerger una intolerancia al fracaso. La ruptura de una relación nos hará confirmar, erróneamente, que no somos suficientes, y constantemente nos encontraremos en la búsqueda de una nueva pareja para cerciorarnos de que hemos “mejorado”. Sin embargo, viviremos los distintos vínculos desde el pánico y la ansiedad, con miedo a dar un paso en falso que otra vez nos despierte la idea de que hay una falla en nosotras. El miedo a estar solteras podría llevarnos a tomar malas decisiones, o incluso permanecer el relaciones tóxicas.
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