Saturday 27 de April de 2024

SOCIEDAD | 18-12-2023 08:34

Mujeres y disidencias: los desafíos frente al avance global de los gobiernos de derecha

¿Qué sucede con los derechos logrados por mujeres y disidencias cuando la derecha avanza? ¿Qué conquistas se ponen entre paréntesis cuando los extremismos llegan al poder? Nada como revisar lo que ya sucedió en el resto del mundo para entender lo que podría suceder. Y prepararse para eso.

“¿El Ministerio de Mujeres? ¡¡Fueraaa!!”, gritaba el hombre, enardecido, mientras arrancaba papeles con nombres de ministerios de una pared. Así fue cayendo todo, desde la educación pública hasta la educación sexual integral (ESI), algo que muchos de los seguidores de este recién llegado a la política (su figura se hizo pública hace menos de cinco años) encontraron fascinante. Pero el próximo presidente argentino –lejos de lo que supone gran parte de su electorado- manejó y maneja ideas y propuestas que son cualquier cosa menos nuevas. Se trata, en realidad, de iniciativas profundamente conservadoras (achicamiento del Estado, arancelamiento de educación y salud, vuelta al binarismo más extremo y a los estereotipos de género) sólo que ahora cubiertas por una terminología reluciente (bitcoin, metodologías ágiles, emprendedurismo) que las abrillanta un poco.

Hasta que, mirando la escena con lentes de género, resulta evidente que se trata de la negación de discriminaciones más que acreditadas (la brecha salarial, por caso, que en Argentina ronda el 30%), el regreso a las formas de familia consagradas (hombre, mujer, niños), etc. “Desde Amnistía venimos alertando sobre esta escalada de discursos de buscan deslegitimar las conquistas de los movimientos de mujeres y personas LGBTIQ+”, resalta Mariela Belski, abogada y directora ejecutiva de Amnistía Argentina. “Y, si bien el fenómeno no es nuevo, lo que sí vemos es una intensificación y una sofisticación en las estrategias, que incluso se han materializado en propuestas electorales”. De hecho, 37 nuevos legisladores de la propuesta más regresiva ocuparán una banca en el nuevo Congreso de la Nación. Algunos ya manifestaron su oposición al aborto, otros a la educación sexual y casi todos a la existencia de un ministerio dedicado a las mujeres. 

“La idea de que el dinero regula, que gane el más fuerte, siempre termina perjudicando a las mujeres”.


Un dato: ya en 2013 el sociólogo estadounidense Michael Kimmel investigó la relación entre extrema derecha y masculinidad violenta para su libro Hombres blancos enojados. En 2017, con la llegada de Donald Trump al poder, su investigación fue reeditada pero además se volvió profecía: millones de estadounidenses decepcionados de la política y furiosos por lo que sentían como una “pérdida de privilegios” frente al avance de las mujeres, votaron por el candidato más explícitamente violento y misógino de toda la oferta electoral, ése que maltrataba a periodistas mujeres, manoseaba secretarias y se la pasaba haciendo alusiones sexuales en cada reportaje. Al mismo tiempo, los tiroteos en las escuelas y las cifras de violencia doméstica comenzaron a dispararse.

Pero eso fue sólo el principio y la marea violenta ya está en Argentina. ¿Su propuesta? La detalla el investigador David Paternotte en uno de los artículos al explicar que “Los discursos antigénero borran las arduas controversias que existen en el campo de los estudios de género y sexualidad así como la compleja relación entre el activismo y la academia para definir el “género” como la matriz ideológica que inspira un conjunto de “abominables” reformas éticas y sociales. Es decir, los relativos a derechos sexuales y reproductivos, matrimonio entre personas del mismo sexo y adopción de hijos por parte de estas parejas, nuevas tecnologías reproductivas, perspectiva de género en las políticas públicas, educación sexual, protección contra la violencia de género y más”. 

Collage derechos femeninos

Misoginia global

Hoy, mucho de ese ideario misógino y supremacista ya ha sido replicado en países tan diversos como Polonia, Brasil, Perú, Paraguay, Italia, España e incluso India y Japón. Y la lista sigue, porque tras décadas de avances en materia de derechos e igualdad, un fenómeno de alcance global (genéricamente denominado “La reacción” o “The backlash”, en su inglés original) crece y busca devolver a cada cosa –y a cada mujer- a su estado y espacio “naturales”: la casa, la cocina, el reino doméstico. Por eso la derecha local, al margen de la apuesta a un Estado mínimo y el libre mercado como razón de todas las cosas, propone para las mujeres y disidencias algo tan concreto como el retroceso (en la teoría y en los hechos) a fines del siglo XIX, borrando de una patada cada logro, cada conquista. En Brasil, la llegada al poder de Jair Bolsonaro y su ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos se tradujo en un retroceso atroz.

Para la funcionaria, que además es pastora evangélica, los embarazos adolescentes se vinculan “con Tik Tok”, los embarazos infantiles producto de violación “deben ser protegidos, como toda vida” y la solución frente a la fecundidad adolescente es una: “la abstinencia”. 
Un solo dato: en sólo cinco años (de 2015 a 2020), según el Ministerio de Salud de la Nación, el embarazo adolescente se redujo a la mitad (55%) gracias a una diversidad de políticas públicas orientadas en ese sentido. Políticas que, según se detalla en la plataforma electoral de estos grupos, serán desmanteladas en cuanto lleguen al poder. 


En efecto, frente a logros como menos niñas madres o menos embarazos no intencionales en la adolescencia, la derecha empoderada fantasea con el regreso de todas las mujeres a un tiempo sin derechos sexuales ni reproductivos, sin acceso a planes de anticoncepción financiados por el Estado, sin información científica y actualizada sobre cómo prevenir desde un embarazo hasta una enfermedad de transmisión sexual (ETS). A un tiempo “sin”. Pero según Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), esto tampoco debería asombrar. “Las experiencias de otros países nos muestran que -cuando llegan al poder propuestas extremas que cuestionan las políticas para la igualdad de género y que proponen dejar sin efecto o menoscabar los derechos conseguidos para las mujeres- lo cumplen”, precisa. “No es una amenaza, es un aviso: buscan cumplir sus promesas”, alerta. “Las políticas de salud (como la anticoncepción y el acceso al aborto legal), las políticas sociales dirigidas a proteger a las mujeres (como el programa Acompañar para víctimas de violencia de género), son todas políticas concretas cuya continuidad es fundamental para no retroceder en derechos”. 

Tras décadas de avances en materia de derechos e igualdad, un fenómeno de alcance global crece y busca devolver a cada cosa –y a cada mujer- a su estado y espacio “naturales”: la casa, la cocina, el reino doméstico.

Mujeres en la mira    

El libreto, como se dijo, es cualquier cosa menos original. Lo que sí resulta relativamente novedoso es su machismo con megáfono y a cielo abierto, el hecho de que el ataque contra los feminismos y las diversidades se alce como bandera y florezca como nunca antes. Sobre todo en los ecosistemas digitales en donde la figura del incel (o “célibe involuntario”, como se denomina desde 1997 a los jóvenes que no logran establecer relaciones saludables con ninguna chica y terminan odiándolas a todas) se refugia y multiplica su discurso de odio. ¿Su objetivo principal? Las feministas, a quienes acusan de ser la causa de todos los males del mundo. Hablamos de la reacción al desnudo, de la respuesta de los grupos más conservadores (jóvenes y no tanto) frente a la ampliación de derechos. Un fenómeno que adopta características específicas en cada país pero que siempre, se traduce en peores condiciones de vida para los sectores históricamente postergados.

En Estados Unidos, por ejemplo, el huracán conservador ya se tradujo en más de 500 proyectos de ley que prohíben o limitan desde textos donde aparezcan dos papás o los protagonistas sean latinos o afrodescendientes. También se ha restringido el acceso a anticonceptivos, al aborto y a los tratamientos hormonales en el caso de personas transgénero, además de la prohibición -en el estado de Florida- de 16 libros de Stephen King y por razones igual de arbitrarias. Al mismo tiempo, en Europa la reacción se traduce en un paquete de normas anti personas transgénero (en Madrid, por ejemplo) o en medidas que impiden inscribir a los hijos e hijas de parejas del mismo sexo nacidos en el extranjero (tal el caso de Italia, cuya primera ministra, Georgia Meloni, asegura además que “el verdadero objetivo de la ideología de género es la desaparición de la mujer, porque del amor de la madre aprendemos la abnegación”). 

 

El poder en nosotras

Volviendo a la Argentina, el avance de las derechas más extremas no es nuevo pero sin dudas se reavivó con la Marea Verde, el movimiento Ni Una Menos (NUM) y la cascada de reclamos (callejeros y multitudinarios, sí, pero también judiciales y legislativos) que buscaron y en muchos casos consiguieron más derechos para mujeres, niñas y diversidades. Sucedió con el matrimonio igualitario (2010), la ley de identidad de género (2012) y la de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), en 2020. La creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, para la misma fecha, fue otro logro porque aportó un componente de institucionalidad a las demandas que hasta entonces no tenía. Pero, como siempre sucede, frente al despliegue fascista la reacción de las mujeres tampoco se hizo esperar. Hubo desde marchas callejeras en defensa de la cultura (como la que marchó por la Avenida Corrientes) hasta cartas abiertas, actos de repudio y acciones en las redes sociales como la campaña #denosotrasdepende, organizada por un grupo de comunicadoras que recogió testimonios de mujeres de todas las edades y sectores sociales.

“La idea de que el dinero regula, que gane el más fuerte, siempre termina perjudicando a las mujeres. Tal vez por eso esta idea surgió de charlas entre amigas, de ver que todas estábamos preocupadas. Entonces con Ingrid Beck, Noe Barral Grigera y otras chicas nos grabamos, sacamos los primeros videos y llamamos a otra gente”, explica la periodista y escritora Paula Rodríguez, impulsora de esta campaña. “Son las mujeres las que saben que, por ejemplo, si no pagan más cuota de prepaga es porque hay regulaciones que funcionan, hay pisos mínimos que damos por sentados pero que se pueden perder. Entonces, tramos de contar esas historias”, detalla. Kyara Velarde –guia de turismo y locutora- no participó de esta movida pero, como mujer transgénero y trabajadora estatal, también está muy preocupada. “Para nosotras, las trans, la democracia empezó cuando pudimos tener un documento de identidad, porque antes no existíamos.

Así fue cómo accedimos a la salud, a la educación y desde hace algunos años también al trabajo formal. Antes lo nuestro era la calle o algún sistema clandestino. Y el miedo es ése: que todo eso vuelva y terminemos de nuevo en un calabozo por usar “ropa del sexo opuesto”, como decían los edictos. Este tipo de gobiernos traen estas sombras, este temor”, reconoce. Belski confirma que estos discursos, además de la ESI, “cuestionan la brecha de género salarial y atacan el derecho de una persona travesti trans a acceder a un empleo formal. Frente a esto, desde la organización venimos realizando campañas para contrarrestar esta narrativa a través de evidencia e información precisa”, destaca. Para Kyara no hay estrategias pero sí una decisión. “Vamos a pelear, vamos a resistir, como lo hicimos siempre. ¿Pudimos con los milicos y no vamos a poder con estos? ¡Por favor! Tampoco esta vez van a poder con nosotras, porque el poder está en nosotras”, dice. Y sonríe.

Ilustraciones: Verónica Martínez Castro

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