“La maldición de las Onassis” es un viaje a uno de los episodios más duros de la vida de la Veneno. Allí Los Javis nos muestran el momento definitivo en el que Joselito, recién llegado a Madrid en los años 90, se convierte en Cristina Ortiz Rodríguez, y cuál es el origen de su nombre. Sin trabajo y prácticamente en la calle, conoce a Cristina Onassis, una mujer transexual que le introducirá en el mundo de la prostitución en el Parque del Oeste. Como su mentora y consejera, la marca la misma tragedia y le dona el legado de su nombre. Cristina le explica a Joselito que tomó su nombre de la heredera de los Onassis, que murió en 1988 a los 37 años, para recordarle que está viva. En este sentido, Los Javis exploran un guion con un elemento muy interesante.
La verdadera Christina Onassis nació en Nueva York, aunque mantuvo la doble nacionalidad griega y argentina. Fue la única hija del magnate naviero griego Aristóteles Onassis, y heredera de la fortuna de la familia. Aunque nació en cuna de oro, la historia de Onassis está ligada a la tragedia y perdió a su familia en 29 meses. Su infelicidad comenzó a los 9 años cuando sus padres se divorciaron. Su hermano Alexander murió en un accidente de avión en 1973, y un año más tarde perdió a su madre Athina Livanos, por una sobredosis de drogas. Devastada y con 25 años, heredó una fortuna valuada en 77 millones de dólares. Meses más tarde, Christina perdió a su padre en 1975 por problemas de salud. "Ahora sí que estoy sola en la vida” comentó en distintas oportunidades a sus más allegados.
Christina Onassis fue la protagonista de una lujosa vida de excesos contada por los medios de comunicación. Con una turbulenta vida personal, se casó cuatro veces con Joseph Bolker, Alexander Andreadis, Sergei Kousov y Thierry Roussel, con quien tuvo a su única hija, Athina Onassis en 1985.
A los 30 años, con un físico poco agraciado y luego de luchar contra la obesidad, Onassis fue diagnosticada con depresión clínica y le recetaron barbitúricos y anfetaminas para dormir. Sus fracasos amorosos se agudizaron con los desórdenes alimenticios y su adicción a estos medicamentos.
En los años 80, Christina Onassis solía viajar a Marbella donde se recluía en la clínica Buchinger para intentar perder peso. Además de estos encierros, se encontraba con amigos para disfrutar de la vida y divertirse a lo grande. Dándose caprichos de niña rica, era capaz de gastarse 35.000 euros para enviar un avión privado a Estados Unidos y abastecerse de Coca Cola Light, o alquilar un helicóptero para que volara de Austria a Suiza porque se había dejado un cassette de David Bowie.
En 1988, Christina Onassis viajó hasta Buenos Aires para comprometerse en secreto con quién sería su quinto marido, el empresario textil argentino Jorge Tchomlekdjoglou. El hombre era el hermano de su mejor amiga Marina Dodero. Aquella noche, luego de hablar por teléfono con su hija Athina que estaba en Suiza, Christina y Jorge cenaron en la casa de campo de Dodero en el country club de Tortugas. Luego se fue a dormir y jamás despertó.
Su amiga Dodero la encontró junto a la bañera pensándose que se había quedado dormida. La mujer más rica del mundo estaba muerta. La autopsia no encontró evidencia de suicidio, sobredosis de drogas o crimen, y dictaminó que Christina Onassis había muerto de un ataque al corazón, causado por un edema agudo de pulmón.
Su muerte continúa siendo un misterio para alguien que terminó despidiéndose del mundo completamente sola. En el libro “Mi vida con Christina Onassis. La verdadera historia jamás contada”, su amiga María Dodero y el periodista Rodolfo Vera Calderón, revelan algunos detalles que dan una idea de la personalidad inestable de Onassis. Con 37 años y un final trágico, inspiró a Joaquín Sabina, quien le dedicó el tema Pobre Christina.
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