Shein y Temu son nombres que resuenan cada vez más fuerte en redes sociales, especialmente entre las generaciones jóvenes y en Argentina en donde comprar ropa cada vez es más caro y se abrieron las posibilidades de compra y envío desde el extranjero. Con propuestas que combinan tendencias inmediatas, precios muy bajos y envíos globales, estas plataformas redefinieron el consumo online. Pero mientras su éxito comercial es indiscutible, también encendieron alarmas en distintos sectores: diseñadores independientes, defensores del medio ambiente y organizaciones laborales advierten que este modelo tan eficaz puede tener un costo mayor del que vemos.
¿Qué es el ultra fast fashion?
Se trata de un paso más allá del fast fashion tradicional. Ya no hay temporadas, ni colecciones: hay microtendencias que cambian cada semana y algoritmos que detectan lo que deseamos incluso antes de buscarlo. Shein, pionera en este modelo, lanza miles de productos por día. Temu, su competidor directo, suma a esto una lógica de plataforma con descuentos por interacción y un catálogo que va más allá de la moda.
La clave del ultra fast fashion es la velocidad: producción rápida, respuesta inmediata y consumo constante.
¿Cuál es el problema?
El volumen y la rapidez con la que se produce y consume ropa en este modelo genera interrogantes. Por un lado, se cuestiona la durabilidad y la calidad de las prendas. Por otro, surgen preocupaciones sobre las condiciones laborales en la cadena de producción, especialmente en fábricas tercerizadas. Organizaciones internacionales han señalado la falta de transparencia en este tipo de procesos, algo que muchas marcas aún deben mejorar.
Además, el impacto ambiental es cada vez más difícil de ignorar: uso intensivo de recursos, emisiones por envíos globales y toneladas de desechos textiles. La huella de carbono para los envíos es incalculable.
El rol del consumidor
Este modelo responde a una demanda concreta: accesibilidad, variedad y rapidez. Pero también plantea el desafío de repensar nuestros hábitos de compra. ¿Necesitamos todo lo que compramos? ¿Qué valor le damos a cada prenda? ¿Qué tipo de industria estamos apoyando con nuestras decisiones?
El consumo consciente no busca culpabilizar, sino invitar a elegir con más información. Reducir, reutilizar, optar por marcas locales o responsables y preguntarnos antes de comprar son pequeños gestos que pueden marcar una diferencia.
Shein, Temu y otras plataformas similares cambiaron la forma en que consumimos moda. Lo hicieron con inteligencia de datos, conexión emocional y estética viral. Pero su crecimiento también nos invita a reflexionar sobre el equilibrio entre deseo, acceso y responsabilidad. La moda puede ser una forma de expresión, sin dejar de ser una elección ética. Y en ese punto medio —entre el gusto y la conciencia— hay espacio para una nueva forma de vestir.
Datos de Shein que impactan
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Las emisiones de CO₂ en su cadena de suministro alcanzaron 11,2 millones t CO₂e en 2024, un aumento del 9,7 % respecto a 2023
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El transporte y distribución generaron 8,52 millones t CO₂e en 2024 (un 13,7 % más que en 2023), equivalente a las emisiones de unos 2 millones de vehículos a nafta
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En 2023, la huella total de carbono fue de 16,7 millones t CO₂, más que lo que emiten 4 centrales térmicas de carbón
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Shein utiliza un 76 % de poliéster (solo el 6 % reciclado), lo que contribuye a la contaminación por microplásticos
at redacción Marie Claire
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