Hay que asumirlo: nada volverá a ser como fue. No volveremos a ser como fuimos. Se veía venir y se tomaron algunos recaudos, pero el mundo se detuvo y el golpe fue más fuerte y doloroso de lo que se suponía.
Hubo una vez una industria que se creyó fuerte y poderosa. La historia, la vida, la sociedad y la calle, por nombrar algunas fuentes, le dieron ideas permanentes a la vez que se retroalimentaban constantemente de manera adictiva. El patriarcado, el cambio climático, el género fluido y la sostenibilidad fueron algunos temas que, lejos de debilitarla, la fortalecieron reconvirtiendo esa energía en ideas y producciones fabulosas para seguir soñando. Y, digamos todo, además seguir vendiendo. Aún el mantra que atenta contra ella misma, “comprar menos y mejor” es un buen argumento de (nuevas) ventas. Pero a veces, y como en una película cuyo argumento plantea el peor de los futuros, la realidad noquea. Y fuerte.
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La aparición del covid-19 quedará como uno de los terremotos que más resquebrajó y afectó a la moda. Y no solamente en términos económicos. Las marcas, los diseñadores, la industria entera se puso, y sigue, al servicio de la sociedad. Ya no se trata de proponer y proveer prendas, accesorios, artículos de lujo, de belleza y demás satisfacciones particulares. ¿Podemos decir que llegó el momento en que la moda está al servicio de quienes le dieron de comer durante mucho tiempo? ¿Es acaso esta situación global la que hizo que las grandes firmas piensen en la industria en función de quienes la sostienen más allá de crear piezas como dopaminas constantes? Lo es. Hoy #noscuidamosentretodos es algo más que un hashtag. Sin clientes no hay negocio y si la “rueda de la fortuna” se estanca, nos detenemos todos. Quizás, y ojalá, las próximas remeras de Maria Grazia Chiuri para Dior en vez de hablar solamente de feminismo también cuenten acerca de esta solidaridad.
La colaboración está de moda.
Sin perder tiempo, la solidaridad no se hizo esperar. Cada día más y nuevas acciones de ayuda solidaria llegaron de manos de nombres poderosos. Giorgio Armani, quien cerró sus tiendas y hoteles, donó 1,25 millones de euros para 3 hospitales de Milán. Además de dos unidades respiratorias completas a 3 hospitales. Miuccia Prada y su marido Patrizio Bertelli dueños de Prada y Miu Miu, produjeron en un comienzo, 80.000 mamelucos y 110.000 barbijos quirúrgicos en su fábrica en Montone que fueron enviados a los hospitales de la Toscana. Ralph Lauren dio de baja su desfile programado para abril y donó 10 millones de dólares para ayudar a terminar con la pandemia. Además colaboró con 1 millón de dólares para The Common Thread, la iniciativa del CFDA, el Council Fashion Designers of America, el consejo de moda norteamericano, con su presidente Tom Ford y la primera dama de la moda del mundo, Anna Wintour. Se trata de un proyecto que tiene como fin ayudar a los diseñadores jóvenes y las marcas pequeñas que recién se inician en la industria y son afectados por la situación. Wintour redobló la apuesta con Vogue Global Conversations, una plataforma con una serie de charlas entre editores, diseñadores y personajes de la moda. Desde su origen ya inauguró una segunda edición con aportes para entender y mejorar por donde encauzará el mercado.
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El símbolo de nuestros tiempos
¿La nueva cartera Le Petit Chiquito de Jacquemus? ¿Los nuevos pendientes de oro amarillo de Delfina Delettrez? ¿Las ballerinas Très Vivier Slim de charol rosa pálido de Roger Vivier? Ninguna oferta iguala al nuevo objeto de deseo. El barbijo o tapa boca es el accesorio más preciado del momento. Las marcas de lujo, además de fabricarlos por miles para donarlos a los hospitales también se pudieron comprar online con precios de hasta 250 euros con el logo Fendi, a la vista. La confección de barbijos se multiplicó en todo el mundo a la par que la pandemia avanzó, desde los caseros de algodón estampado fabricados por la modelo Sara Blomqvist destinados a los hospitales de su comunidad hasta los que cosió una ex enfermera de 80 años en Eldorado, una localidad de la provincia de Misiones. En el mercado nacional Jazmin Chebar produjo 200 mil para colaborar con la comunidad local, los diseñadores Martín Churba, Cecilia Gadea y Camila Milessi de Kostume entre otros, enseñaron vía tutoriales a fabricar tapa bocas caseros de autor. Hoy no hay marca que no fabrique este elemento que nos seguirá acompañando. En un nuevo ejercicio de estilo, estamos ante un accesorio cuyo valor, además de estético, salva vidas y se puede combinar con el look de cada uno. Y si no preguntémosle a Zuzana Caputova, la presidenta del partido liberal de Eslovaquia, quien tomó juramento a un ministro con un barbijo color magenta a juego con el vestido. En este caso la aparente frivolidad no es un tema de estado.
La nueva encrucijada de los medios
En lo que va la pandemia los hechos que ilustran la época definen a la perfección la situación. Los medios gráficos toman la posta con propuestas diferentes que hace apenas un año hubieran sido impensadas. ¿Cómo ilustraría Franca Sozzani esta historia en Vogue Italia? Para la ex directora ese espacio que le sirvió para denunciar la realidad cotidiana y enarbolar una pancarta política y social con imágenes de moda, en abril se volvió blanca, impoluta y pura. En palabras de Emanuele Farneti, su sucesor editorial, se trata de una portada que hace historia, es un mensaje de esperanza que marca un nuevo comienzo, un renacer. Ese mismo mes Vogue Portugal puso en tapa a una pareja besándose con barbijos en un claro gesto romántico que enmarca la realidad de una crisis sanitaria. Las tapas de revistas y los contenidos se enfrentan ante un nuevo desafío que exige altas dosis de creatividad para sobrevivir. Entonces, ¿cuál debería ser hoy el punto de vista de una revista de moda? Con esta nueva normalidad es momento de empezar a plantear y replantear los contenidos editoriales y, una vez más, barajar y dar de nuevo.
at Alejandro García
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