El salto a la vida pública de Máxima Zorreguieta trajo una bocanada de aire fresco a la casa real holandesa y para el resto de las monarquías europeas. Su estilo, a caballo entre la (Máxima) elegancia y el estilo informal, cautivó a los Orange-Nassau y al pueblo llano, al instante.
Desde que se anunció su compromiso el 30 de marzo de 2001, Máxima ha promovido y defendido su seña de identidad en cada uno de los actos públicos a los que ha acudido: estilo desenfadado y natural que llegó para romper los regios esquemas de la monarquía. Con los años se ha convertido en un ejemplo a seguir para sus homólogas europeas, como Letizia Ortiz, Kate Middleton y Victoria de Suecia, entre otras. El estilo de Máxima es un fiel reflejo de su temperamento: colorido, divertido, sofisticado y clásico. Nunca ha disimulado su gusto por los colores llamativos, herencia de su Argentina natal, y que ha sabido adaptar con toques de modernidad.
Con la entrada en vigor de la 'nueva normalidad' en Europa y, concretamente, en Holanda, la agenda de la familia real está saturada de actos y conmemoraciones en pos de la pandemia de coronavirus. Máxima está inmejorable. Acude prácticamente todos los días a diferentes compromisos, sin dejar de lado a su marido, el rey Guillermo. Además, todas esas visitas cuentan con un elemento en común: looks y accesorios reciclados. Esta máxima responde a su batalla personal por callar aquellas voces que le tachaban de recurrir a firmas extranjeras, y por tanto, gastarse la parte proporcional de su asignación económica en diseñadores foráneos.
En su última aparición, la visita al Instituto de Veteranos de Guerra ubicado en Doorn, provincia de Utrecht, la reina se ha decantado por un dress code en clave working, dejando a un lado los tonos vibrantes como el amarillo y el rosa con los que triunfó la semana pasada. Con la polémica sobre su guardarropa casi olvidada, se ha decantado por su diseñador de cabecera, el belga Édouard Vermeulen, conocido por vestir a miembros de las familias reales de Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo, y quien dirige su propia marca de moda, Natan. Un idilio cliente-diseñador que comenzó con su ascensión al trono en el año 2013.
La reina ha confiado en la combinación de colores neutros y consciente (o no) de lo mucho que favorece a su figura, se decantó por unos pantalones culotte impresos en azul navy, de tiro alto y muy fluidos, que ya llevó hace unos años con una camiseta estampada. En esta ocasión, ha aparcado el print por una blusa de mangas abullonadas confeccionada en seda y color blanco. Otra pieza reciclada de su vestidor que ya lució en 2019 combinada con una falda lápiz y que casa perfectamente con pantalón culotte. Como accesorios: unos deslumbrantes aretes de brillantes y el reloj Tank de Cartier, dejando a un lado sus sofisticadas y elegantes pulseras del joyero real. Stilettos y clutch azul marino de ante hacen el resto. Sin duda, una combinación ganadora y con mucho estilo.
at Sergio E. González
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