En la sala de su departamento en el corazón de Recoleta, Carla Moure nos recibe vestida con ropa casual y un mate recién hecho. Nos pide no hacer ruido pues “mi chico está durmiendo en el piso de arriba”, refiriéndose al exitoso director con quién está en pareja hace siete años, Sebastián Ortega.
Mientras armábamos los equipos de luz, Carla comienza a maquillarse por su cuenta. Ella tiene el tipo de belleza clásica, con pelo oscuro que le cae por los hombros; ojos grandes y observadores, el mentón suavemente cuadrado y los pómulos saltados. Una belleza que va de la mano con su estilo rocker. “Siempre seguí una tendencia musical, más que fashionista. Tenía 17 años, y escuchaba Depeche Mode; cuando entraba en el secundario me gritaban “¡Morticia!”, recuerda.
Fue a esta edad que la descubrieron, en un viaje en colectivo. Poco interesada en el mundillo de la moda, decidió aceptar la oportunidad por otros motivos: “Nunca soñé con ser modelo, fue una casualidad. Vengo de una familia clase media de laburantes y la necesidad de trabajar apenas terminaba el colegio era imperativa. Cuando vi que podía sacar un buen dinero, y a la vez manejar mis tiempos, le di para adelante”, dice la figura de LO Management.
-¿Qué creés que ha cambiado en la industria?
-En mi época, los cuerpos hegemónicos estaban a la orden del día - es algo que se padecía bastante, la extrema delgadez. Me bajaron de muchas campañas por ser demasiado baja, o no entrar dentro de las medidas establecidas por la norma. Hoy llevo mi cuerpo con mucha más confianza que a los 20.. Me parece espectacular que existan perspectivas de cuerpos variadas, en la que no haya hegemonía de género, de idiosincrasia. Me encantan los cambios de paradigma que imponen agenda: me sumo y los celebro.
Moure no se limita al trabajo frente las cámaras, y tiene un abanico lleno de posibilidades en sus manos: está por recibirse de periodista, ha escrito y producido obras de teatro (su cuarta obra estrena en abril de 2023, en el Centro Cultural 25 de Mayo, con dirección de Corina Fiorillo) y se ha destacado como caracterizadora de personajes en la productora Underground, dónde trabaja junto a su pareja, Sebastián Ortega. Ha sumado en su currículum proyectos de destaque, como El Marginal y más recientemente, Diario de un Gigolo.
-¿Cómo hicieron la caracterización de personajes en El Marginal?
-Fue una experiencia espectacular que duró 5 temporadas. Trabajé cabeza a cabeza con Sebastián, que es la mente maestra detrás del show. Encontrar el folclore de la cultura local fue un desafío y una búsqueda. Es delicado hablar de un sector socio cultural marginado, pero el programa no deja de ser una ficción. Para cada personaje se pensó un estilo, nos adentramos en barrios de vulnerabilidad social para entender qué era lo que estaba pasando ahí, e intentar reflejarlo de la manera más verídica posible.
Cada click es mágico, y Carla se muestra de manera muy natural y relajada en las fotos. Mientras cambiamos al último look, reflejamos sobre como la belleza también puede ser un acto político: “Para mí, la belleza externa y lo espiritual están totalmente conectadas. El bien estar está relacionado a una cuestión de salud mental, más que con lo físico. Me di cuenta de que cuando mejor estoy es cuando estoy más balanceada emocionalmente, y eso lleva laburo; lleva terapia, lleva auto conocimiento, y quererse a uno mismo”.
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