Nadie en su sano juicio gastaría un centavo en comprarse zapatillas sucias, rotas y desgastadas. Sin embargo, Balenciaga apuesta por dichas características en el diseño de las últimas zapatillas que ha lanzado al mercado. Detrás de esta idea, Demna Gvasalia defiende en un comunicado de la firma que las Balenciaga Paris Sneakers son "un clásico renovado que reinterpreta el atletismo y el casual atemporal de mediados de siglo, en negro, blanco o rojo con suela y puntera de goma blanca".
Pero, ¿qué es lo que realmente esconde este diseño que en principio ha generado revuelo y polémica en las redes tras volverse viral? En principio, desde la página oficial de la marca sugieren que "las zapatillas Paris están destinadas a usarse durante toda la vida". Es decir: apuestan al consumo sustentable, responsable y el upcycling. "Una edición limitada de 100 pares de estas zapatillas extra destruidas estará disponible en balenciaga.com en blanco o negro hasta agotar existencias."
Balenciaga, ¿es realmente sustentable?
Esta acción se suma a varias decisiones que la firma ha ido tomando en la dirección correcta y de manera consciente. Balenciaga ha actuado para reducir el impacto medioambiental de su creatividad y actividad, al tiempo que persigue el progreso dentro de cuestiones sociales de importancia fundamental. Es decir, aseguran estar comprometidos con la gestión sostenible y ética en todas sus operaciones. "El objetivo de reducir nuestro impacto medioambiental influye en nuestras decisiones. A todos los niveles y en todos los lugares —ya sea en las oficinas y las tiendas o a lo largo de la cadena de suministro— respetamos los altos estándares de responsabilidad social y ecológica.", explican. Balenciaga tampoco trabaja con pieles y cueros exóticos.
Fue en 2021 cuando anunciaron que todas sus colecciones estarían libres de pelos, en el contexto de una iniciativa de Humane Society International. Para su colección Primavera Verano 2021, Gvasalia aseguraba: "El 93,5% de los materiales lisos de esta colección están certificados como sostenibles o reciclados" así como también "el 100% de las bases de impresión tienen certificaciones sostenibles".
En 2019 lanzó junto a Farfetch una colección ecológica, con el objetivo de concienciar sobre las especies amenazadas: los diseños no presentaban cuero, piel ni plumas. Además, a esta iniciativa se le sumó que Balenciaga donó un porcentaje de los ingresos a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que se dedica a la conservación de la naturaleza y al uso sostenible de los recursos.
Proteccionismo animal, ¿a medias?
Si bien Balenciaga afirma que no trabaja con materiales animales, lo cierto es que hasta ahora no tiene una política oficial de pruebas con animales. PETA asegura que la marca no es libre de crueldad: hacen testeos de sus productos y/o ingredientes en animales.
Asimismo, la empresa es parte del conglomerado Kering, que es propietaria de empresas que utilizan piel de animales en sus productos. Aunque también es cierto que han desarrollado "The Kering Animal Welfare Standards", el primer conjunto de estándares que cubren el bienestar animal para el lujo y la moda; y tienen como objetivo impulsar un cambio positivo en las prácticas de la industria y más allá.
Balenciaga y la huella de carbono
Desde hace varios años, Balenciaga se ha comprometido a reducir su huella de carbono en los procesos de diseño y producción de sus colecciones, así como en sus oficinas, eventos, tiendas y embalajes. Además, ha introducido en sus producciones materiales más responsables, reciclados y suprarreciclados para suplantar otros.
El resto de las emisiones de carbono generadas por todas sus actividades empresariales en los alcances 1, 2 y 3 del Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol) "se calculan cuidadosamente". También se han comprometido a invertir fondos en proyectos que protejan y restauren los ecosistemas naturales que luchan contra el cambio climático.
Implementando técnicas y tejidos innovadores sin comprometer la creatividad, Balenciaga también educa a su público sobre las posibilidades de las prácticas sostenibles en el lujo.
Por su parte, Kering también tiene una política que evita la deforestación de bosques en peligro, aprobada por CanopyStyle, una organización que trabaja para desarrollar soluciones y proteger zonas en peligro.
El compromiso de Balenciaga
La innovación es, en última instancia, experimentación, la cual es esencial para el proceso creativo de Balenciaga. La experimentación también crea nuevos obstáculos imprevistos que desafían a los métodos e impulsan la evolución continua.
"Nuestro objetivo es innovar sin dañar a los seres humanos ni al medioambiente, respetando al mismo tiempo el bienestar de los animales. Es a través de nuestra investigación y desarrollo de materiales y procesos de fabricación que estamos proponiendo un sistema de moda renovado y responsable", dicen.
Es por eso que Balenciaga se compromete a cumplir el objetivo de un 100 % de pieles curtidas sin metales en sus colecciones y a alcanzar el 100 % de alineación con los Estándares de Materias Primas y Procesos de Fabricación de su empresa matriz para 2025.
Polémica y la "glamourización de la pobreza"
El lanzamiento de las Balenciaga Paris Sneakers desató un sin fin de memes y miles de comentarios negativos en las redes sociales, haciendo de esta propuesta algo sumamente viral. Aunque si lo vemos desde otra perspectiva, es una campaña de marketing exitosa.
No es la primera vez que los diseños de la firma española quedan en el spot de las críticas. Sucedió en la última colección en la que el director creativo de Balenciaga sustituyó los bolsos por réplicas de bolsas de basura o bolsas en las que "refugiados" llevaban sus pertenencias: los modelos simularon en pasarela como si hubieran agarrado sus posesiones más valiosas mientras huían de sus hogares.
Esto causó un revuelo generalizado ya que hay quienes sostienen que esta no es más que una muestra más de como las clases altas suelen demostrar su poder al apropiarse de un elemento, reformularlo y utilizarlo con impunidad; sin tener en cuenta que esa puede ser la realidad de una clase social más desfavorecida. Es decir, ponen de moda lo que para otros es una desventura y que asimismo los excluye de la sociedad.
Previo a esto, Demna Gvasalia diseñó un bolso inspirado en las bolsas de almacenaje de ropa, más conocidas como "tati bags", que son populares en muchos países de África y Asia. En países como España este tipo de bolsa son las que se le entregan a los presidiarios al quedar en libertad para que guarden sus cosas al salir.
En 2016, Gvasalia tomó prestado el estampado de rayas arcoíris de las bolsas tradicionales tailandesas conocidas como "sampheng bag". Un año más tarde volvía a hacerlo con la mítica bolsa azul de Ikea. Estos modelos se pueden conseguir por unos 5 euros, mientras que el precio de los de Balenciaga ascienden a alrededor de 2.000 euros en su sitio oficial.
immagine spendere €3k per un giubbotto da protezione civile pic.twitter.com/rmyhA7g1sb
— sabrina (@voreygmdead) November 10, 2021
La marca del conglomerado Kering se jacta por ser controvertida e irreverente, ya no quedan dudas. Hace poco, la firma también lanzó una parca reversible e impermeable de color amarillo neón y azul marino, con dos bandas reflectantes en sus extremos. Una prenda que recuerda al abrigo que barrenderos, basureros, carteros e incluso policías visten durante sus jornadas laborales cuando las bajas temperaturas aprietan. “En Balenciaga venden chubasqueros como los que ponen a los trabajadores del Ayuntamiento de Cabrales por 3.000 euros. ¿Pero cómo no va a haber apagones? El mundo se va a la mierda”, escribieron desde las redes sociales sin dejar pasar la ¿casualidad?
Sin lugar a dudas, parte del éxito de las creaciones de Gvasalia radica en reinventar elementos populares encontrando la exclusividad en lo masivo. Pero, ¿cuál es el límite?
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