Eva Lanska se mueve bajo el sol de Miami. Acaba de visitar el taller de Nina Surel, una artista argentina que reúne a mujeres dedicadas al arte en un proyecto de talleres múltiples en la zona de Little Haití y quiere formar parte de esa hermandad artística. Una coincidencia del destino con su video-instalación que se presentará en la próxima Bienal de Venecia bajo el título de Hermandad, donde plantea esta constante del mundo femenino: la lucha conjunta por la igualdad de oportunidades.
Su viaje por la vida la llevó desde su Rusia natal a explorar el mundo desde los más diversos lugares y desde los más variados ángulos. Vivió en Israel, Francia, Nueva York y se instaló en Inglaterra. Su polifacética vida la llevó a experimentar en el periodismo, se convirtió en autora de cinco novelas publicadas e incluso tuvo una breve carrera como actriz y cantante en la que publicó su propio álbum en francés. Fue durante el proceso de rodaje de los vídeos musicales, donde recuperó esa conexión que tenía desde niña con el cine y reunió las energías para dedicarse a la dirección, que finalmente se convirtió en una verdadera pasión para ella.
Tras graduarse en la London Film Academy, en 2017 rodó su primer cortometraje Ok, Mum, la historia de una niña que sufre violencia doméstica, que fue seleccionado para el Festival de Cannes y ganó numerosos premios tanto en Estados Unidos como en Europa. En 2019 terminó su último corto, Little French Fish, que cuenta la historia de amor entre una judía ortodoxa y un musulmán, y durante la pandemia dirigió el documental Los acuerdos de Abraham cambian la historia: Las mujeres en Oriente Medio. Actualmente trabaja en un nuevo largometraje, I Am Not An Actress, inspirado en Brigitte Bardot.
-Sos de origen ruso-israelí, viviste en Francia, Inglaterra y viajaste por todo el mundo, ¿cómo influyó esa mezcla de culturas en tu vida y obra?
-Todo mi arte proviene de esta mezcla cultural. Cuando vivís en un lugar, formás parte de esa sociedad y aprendés de esa cultura. Soy como un mosaico de todas esas culturas, pero siento que la inglesa, y sobre todo la francesa, son las que más me representan.
-En muchas de tus películas, marcás como las diferencias culturales entran en conflicto, especialmente en el amor. ¿Estos “encuentros” también se dan en tu vida?
-Es interesante, porque cuando le preguntás a un pintor que retrata diferentes tipos de objetos y personas a quién está pintando, siempre responde que se está pintando a sí mismo. No importa lo que sea, el artista siempre forma parte de ello. Ser artista es siempre como tener un espejo en el que te mirás y reflejás tus sentimientos en tu pintura. Así que todas mis obras reflejan una parte de mi vida, mi vida privada, mi infancia...
-Contaste que desde chica tu objetivo era aprender, ¿qué querías aprender?
-Siempre me gustaron los libros y la lectura. Eran mi refugio, mi apoyo. Cuando era niña tenía muchos sueños, pero muy pocas posibilidades porque mis padres se habían casado jóvenes y no podían proporcionarme todo lo que querían. A través de los libros podía imaginar una vida diferente. Me encantaba la literatura americana porque hablaba del éxito y de cómo la gente podía triunfar empezando con nada, y me sentía muy representada. Siempre sentí que Estados Unidos era la tierra de las posibilidades para todos. Por eso seguí los sueños que me contaban los escritores estadounidenses.
-¿Te resultó difícil moverte en la industria del cine o de la música?
-Muy difícil, sobre todo en la industria del cine. Los grandes inversores y las grandes empresas no miran a las mujeres y a los hombres de la misma manera. Poco a poco está cambiando porque nos atrevemos a alzar la voz. Europa es muy difícil para una mujer cineasta. Sólo accedemos a pequeños presupuestos, los de más de cinco millones sólo se asignan a los hombres.
-¿Es porque las empresas están dirigidas por hombres y sólo confían en ellos cuando se trata de manejar dinero? ¿O para mostrar sus habilidades artísticas?
-Sólo hay un 17% de mujeres en toda la industria cinematográfica que son directoras de cine. Hay que cambiar esta situación.
-¿Cómo se puede conseguir?
-Alzando la voz. Acabo de presentar una videoinstalación en la reciente Bienal de Venecia llamada Sisterhood. Esta obra también estará disponible en formato NFT.Es una pieza de videoarte que habla de cómo las mujeres deben apoyarse y ayudarse mutuamente para lograr la superación que se consigue ante la posibilidad de competir. Es la historia de dos bailarinas de ballet en un mundo que representa la competencia, ya que sólo una puede llegar a ser Prima Donna. Aunque hay celos y conflictos, lo importante es poder competir. También hay que llevar al ruedo la competencia entre ambos sexos. Denos esa oportunidad.
-¿Cuáles creés que son los retos para las mujeres hoy en día?
-No puedo hablar por toda la industria, pero sí por la industria del cine. Estoy haciendo una película inspirada en Brigitte Bardot, que cuenta la historia de una adolescente que se escapa de casa de sus padres y decide convertirse en actriz. Tengo una hija de 14 años, y yo misma fui adolescente, y es importante para mí mostrar todos los peligros a los que se enfrentan las mujeres cuando entran en la industria del cine, y cómo deben protegerse cuando son jóvenes e inocentes, porque los hombres siguen teniendo el poder.
-¿Cómo influyó el COVID y toda la pandemia en tu arte y en tu persona?
-Cuando apareció el covid, lo primero que ocurrió fue que la gente empezó a tener miedo, y que la imposibilidad de abrazar, de tocar, era muy traumatizante. Por eso pensé en dar a la gente, a través de mis instalaciones, sentimientos positivos. El miedo afecta a todas las personas, por eso es importante darles una mirada positiva y esperanzadora a través del arte para despejar el temor de nuestros corazones.
at Gabriela Guerra
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios