“La limpieza facial es uno de los pasos más importantes de la rutina. Nuestra piel está en contacto con un montón de factores (partículas de polución, humo, bacterias, sudor, exceso de sebo) que, sin una buena rutina de limpieza, se acumulan y pueden ocasionar problemas, como daño oxidativo, inflamación, obstrucción de poros y otros” comenta Florencia Jinchuk, creadora de la firma The Chemist Look. Los tensioactivos son el principal ingrediente de los limpiadores y existen de distintos tipos, algunos más gentiles y otros más abrasivos, por eso elegir el adecuado puede ser un gran desafío.
¿Qué son los tensoactivos?
Son el principal ingrediente de los limpiadores. Sus características químicas le otorgan la capacidad de limpiar ya que pueden unirse en forma simultánea a las partículas de suciedad y al agua. Gracias a esto, son capaces de atrapar y retirar dicha suciedad al ser enjuagados. “Este tipo de moléculas tiene dos partes: una hidrofílica (que se une al agua) y otra lipofílica (que es la encargada de unirse a las partículas de suciedad, sudor, sebo, etc.)” aclara Jinchuk.
Como nada es perfecto, existe un pequeño/gran riesgo asociado a la limpieza y es que, debido a las características químicas de los tensioactivos, además de unirse a las partículas de suciedad y retirarlas, tienen la capacidad de interactuar con los lípidos y las proteínas del Stratum Corneum, perjudicando en mayor o menor medida la barrera de la piel. Esto puede provocar sequedad, tirantez, irritación y hasta inflamación de la piel.
¿Por qué ocurre?
El Stratum Corneum, la capa más superficial de la piel es como un muro compuesto de ladrillos y cemento. Las células (queratinocitos) serían los ladrillos y los lípidos que se encuentran alrededor de esas células, como el cemento. Juntos, forman una barrera que evita la pérdida de agua trans-epidérmica y mantiene la hidratación.
“Los tensoactivos tienen la capacidad de capturar y retirar estos lípidos (colesterol, ácidos grasos libres, ceramidas) dejando espacios entre las células y llevando a la pérdida de agua, es decir, se daña la barrera y se pierde hidratación. Además, los tensoactivos también pueden unirse a proteínas del Stratum Corneum y particularmente a la queratina. Si bien el tensoactivo no barre con ella, sí cambia su forma e impide su función de protección. Esto, finalmente causa irritación y la típica sensación de piel tirante” detalla la especialista.
Algo interesante es que este daño no siempre es percibido por el ojo humano. A veces, la irritación que causa el proceso de limpieza es subclínica, es decir, no genera síntomas ni signos que podamos notar. Sin embargo, ahí está y esto es lo que queda en evidencia cuando repetimos el lavado varias veces en poco tiempo y aparecen los síntomas de irritación (rojez, resequedad, dolor).
Cuando el tiempo entre lavado y lavado no es suficiente para que la barrera de la piel se recupere y aparecen los síntomas, se denomina irritación acumulada. Algo a tener en cuenta es que quienes tienen piel sensible requieren de un tiempo más prolongado entre lavado y lavado para recuperar la barrera de su piel. Por eso, este tipo de pieles pueden presentar síntomas de irritación con mayor frecuencia.
Cuando se utiliza un producto de limpieza que es muy agresivo con la piel, es posible que quede la sensación de piel tirante y una falsa percepción de que eso implica una buena limpieza, cuando en realidad fue excesiva y lo que notamos es un signo de irritación.
Tipos de tensoactivos:
Si bien no hay proceso de limpieza inocuo para la piel, afortunadamente no todos los tensoactivos son igual de agresivos. Algunos son muy perjudiciales, pero otros son más gentiles con la piel. A grandes rasgos, podemos diferenciar dos grupos de tensoactivos: los jabones y los syndets. Los jabones son mucho más irritantes que los syndets y, dentro de los syndets, hay 4 subtipos con diferente potencial de irritación.
Jabones: El jabón es el tensioactivo más antiguo y conocido. Pese a sus bondades y a su contribución contra la propagación de infecciones, no sería el mejor aliado de la piel. Su formulación requiere de un pH alcalino (pH 11) que afecta el manto ácido, atentando contra la integridad del Stratum Corneum. Además, el otro problema del jabón es que debido a su estructura química puede interactuar fuertemente con las proteínas de la piel contribuyendo a dañar lÓ barrera.
Syndets: Los syndets (por synthetic detergents) son los tensioactivos más modernos, pueden ser formulados a un pH similar al de la piel y, por lo tanto, ser mucho menos agresivos que los jabones. La mayoría de los limpiadores faciales actuales contienen syndets. Sin embargo, elegir el syndets más adecuado puede no ser sencillo. Hay varios tipos con diferencias en cuanto a su potencial de irritación. Va el ranking de los más usados en cosmética, de menos tolerado a mejor tolerado:
● Aniónicos: Son los más agresivos con la piel. Reciben el nombre de aniónicos ya que tienen carga negativa y por eso pueden interactuar con las proteínas del Stratum Corneum (que tienen carga positiva), lo que los hace súper irritantes. En este grupo se encuentran los conocidos sulfatos, y debido a su potencial irritante es que se suele buscar aquellos limpiadores libres de sulfatos. Pese a esto, es súper común encontrarlos en cosmética, debido a que limpian muy bien, hacen mucha espuma (cosa que suelen buscar los consumidores) y son económicos.
Se pueden distinguir en la lista de ingredientes como: Sodium Lauryl Sulfate (SLS), Sodium Laureth, lfate (SLES), Sodium Lauroyl Isethionate (SLI), Sodium Cocoyl Isethionate (SCI), Triethanolamine Lauryl Sulfate, TEA Lauryl Sulfate, Ammonium Lauryl Sulfate, Sodium Stearate. Además de en cosméticos, estos tensoactivos se encuentran en cualquier producto de limpieza (jabón de lavarropas, detergente de vajilla, etc.).
● Catiónicos: No suelen encontrarse en productos de skincare sino en acondicionadores para el pelo y jabones desinfectantes (ya que impiden el crecimiento bacteriano). Reciben este nombre debido a que tienen carga positiva.
Se pueden encontrar en las fórmulas como: Benzalkonium Chloride, Benzethonium Chloride, Cetylpyridinium Chloride.
● Anfotéricos: Son menos agresivos que los aniónicos. Pueden tener carga negativa o positiva, dependiendo del pH del producto en el que se encuentren. Suelen ser efectivos en limpiadores a pH neutro (pH 7). Se pueden encontrar en las fórmulas como: Cocamidopropyl Betaine, Sodium Cocoamphoacetate, Disodium Cocoamphodiacetate.
● No iónicos: Son los tensoactivos menos irritantes ya que no tienen carga neta. Su interacción con las proteínas de la piel es mínima, por lo que son los más gentiles y mejor tolerados por la piel. Se pueden encontrar en las fórmulas como: Lauryl Glucoside, Decyl Glucoside.
¿Cómo contrarrestar el potencial de irritación de los tensioactivos?
Al momento de formular un limpiador se intenta disminuir al máximo el potencial de irritación. Para lograrlo, se cuenta con al menos tres recursos:
● Combinar distintos tensioactivos: reduce significativamente el potencial de irritación de un limpiador y es uno de los recursos más usados para mejorar tolerancia.
● Agregar polímeros: es una estrategia novedosa para minimizar el potencial de irritación de los tensioactivos. Los polímeros son sustancias que se unen al tensioactivo, aumentando su tamaño. El complejo que se forma (tensioactivo + polímero), debido a su tamaño, penetra menos a través del Stratum Corneum que el tensioactivo solo.
● Agregar protectores de barrera lipídica: consiste en el agregado a la fórmula de activos humectantes, emolientes y reparadores (glicerina, escualano, ceramidas), que minimizan el daño a la barrera de dos formas. Por un lado, reducen las interacciones entre los tensioactivos y los lípidos y proteínas de la piel. Por otro, restauran parte de los lípidos que inevitablemente se pierden durante el proceso de limpieza (actuando como lípidos de sacrificio). Es decir, importa tanto el tensoactivo como el modo en el que se formula.
Fuente: Florencia Jinchuk, creadora de The Chemist Look
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