¿Y si los ojos fueran, de verdad, las ventanas del alma… y también del estilo? En la Met Gala 2025, la mirada fue protagonista absoluta, pero no estuvo sola. Vino acompañada de labios jugosos, pieles luminosas con glow celestial, peinados que desafiaban la gravedad y ese je ne sais quoi que solo aparece cuando el glamour, la audacia y la cultura se entrelazan en un mismo lenguaje estético.
Este año, el evento más esperado del calendario fashionista, la Met Gala, tuvo un tema tan potente como revelador: Superfine: Tailoring Black Style. Inspirado en la elegancia subversiva y los códigos del estilo afrodescendiente, el dress code propuso una exploración profunda de la identidad, el legado y el empoderamiento a través de la moda. Pero fue el universo beauty el que terminó de elevar el mensaje: rostros que contaron una historia, en primer plano, sin necesidad de palabras.
Del Harlem Renaissance al Metaverso: los rostros como manifiesto
Las referencias fueron muchas y exquisitas. Desde los peinados escultóricos que evocaban el espíritu del Harlem Renaissance hasta los delineados gráficos que parecían salidos de una pasarela virtual, cada look de belleza fue una obra conceptual. La piel, tratada como lienzo, brilló con una textura casi digital, mientras que los labios en tonos metálicos, berenjena o rojo sangre aportaron dramatismo, sensualidad y carácter.
Lo interesante no fue solo la técnica, sino la intención detrás de cada decisión estética. Hubo un statement claro: la belleza también es política, también es memoria y también es futuro.
Belleza sin permiso: cuando el estilo también incomoda
Este año, más que nunca, los beauty looks se apropiaron del espacio, rompieron la pasividad tradicional del maquillaje “decorativo” y se convirtieron en discurso. Porque, aunque los vestidos fueron espectaculares, la belleza fue la que llevó el relato más allá de la alfombra roja.
Cada trazo, cada textura, cada elección fue una declaración. Sobre autonomía. Sobre visibilidad. Sobre libertad de expresión en un mundo que, muchas veces, impone filtros hasta en el rostro.
Y entonces nos preguntamos: ¿se puede caminar con tanto estilo sin dejar rastro de inseguridad? A juzgar por lo visto en las escalinatas del MET, la respuesta es no. Porque cuando la belleza se vive con propósito, no deja lugar para el miedo, solo para la transformación.
at redacción Marie Claire
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