Según la Organización Mundial de la Salud, logramos una “buena” salud cuando llegamos a un completo estado de bienestar físico, mental, emocional y en armonía con el medio ambiente. Y agrega que no es solo la ausencia de enfermedad o de alguna dolencia específica lo que nos define como sanos.
En este punto es que llegamos al término holístico, que comienza a aparecer a mediados del siglo XX y es utilizado, hoy en día, para referirse al enfoque que considera que los estados de salud o enfermedad de las personas son procesos dinámicos, multicausales y resultantes de la interacción continua del ser humano en sus dimensiones física, mental, espiritual y social, consigo mismo y con el entorno que lo rodea. Según esta interacción sea armónica o no, se experimentará o no el estado de salud y bienestar.
“La visión holística se caracteriza por animar a las personas a ver su salud desde una perspectiva positiva e integral. Transmite que cada individuo tiene un rol único y protagónico en la consecución del estado de bienestar propio y que el mismo sólo podrá alcanzarse a través de su participación activa”, explica la Dra. Luciana Di Lorenzo, médica clínica especialista en medicina interna y terapeuta ayurvédica.
Así, la Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), una rama de la medicina nacida en la década del 70, y las neurociencias, en los últimos años y a través de numerosos estudios científicos, han podido comprobar que mente y cuerpo están permanentemente conectados y funcionan en red. Lo que ocurre en un lado, inevitablemente impacta y afecta al otro.
La visión holística se caracteriza por animar a las personas a ver su salud desde una perspectiva positiva e integral.
Somos lo que pensamos
En ese sutil equilibrio, la piel, el órgano más extenso de nuestro cuerpo, no queda fuera del subibaja que muchas veces protagonizamos a diario. “La piel expresa todo lo que nos pasa, desde una enfermedad, hasta la mala alimentación, el
estrés o dormir mal. Es muy importante el trabajo por dentro para tener buenas repercusiones por fuera”, añade la Dra. Priscila Dzigciot, especialista en Medicina Estética y Antienvejecimiento, directora del centro BACE Estética y Belleza.
Dieta saludable, descanso apropiado, movernos por lo menos diez minutos diarios, buscar una actividad que nos haga bien, tomar abundante agua, regalarnos una rutina de gym, de masajes o una máscara facial relajante, suman. También podemos agregar el uso de productos con antioxidantes, como las vitaminas C y E, zinc, selenio, resveratrol, omega 3 y enzimas.
Por tratarse de un órgano vivo, es importante aprender a entender qué necesita nuestra piel, que no siempre es lo mismo. “El estado de nuestra piel no es constante, ya que pasa por diferentes ciclos y estados. El mejor tip para cuidarla es la constancia: limpiarla todas las noches y utilizar protector solar ayudan a mejorar su estado”, añade la Dra. Dzigciot.
Inmersión total
La buena noticia es que si nos proponemos parar la pelota del juego de la rutina diaria por un momento, ya estaremos sumando calidad a nuestra vida. “Ese tiempo de introspección es fundamental. Conectarme conmigo mismo, a través de un diálogo profundo y genuino de palaras y sensaciones”, -recomienda la Dra. Di Lorenzo-, “puede ser el puntapié inicial para lograr grandes cambios”.
Para quienes estén iniciando esa búsqueda, que sume nuevas sensaciones, sonidos, aromas y hasta texturas, compartimos algunas propuestas:
Baños de bosque. Originalmente son conocidos en Japón como Shinrin Yoku o inmersión en el bosque. Se trata de paseos estructurados y planificados con diferentes secuencias de actividades de conexión con la naturaleza. En un recorrido de menos de un kilómetro, reducen el estrés, equilibran la presión sanguínea, mejoran el ritmo cardiaco y el estado de ánimo. Durante la práctica, “se absorben partículas que emiten los árboles, que activan la reproducción y actividad de células NK, un tipo de linfocitos que refuerzan el sistema inmune de entre 7 a 30 días posteriores al paseo. Regulan el sistema nervioso y llevan a la relajación, armonía, mejoran la salud mental, espiritual y física”, explica Rocío Ferraro, Guía de Baños de Bosque y Profesional de Terapia de Bosque por Forest Therapy Hub.
Baños de sonido. Nuestros cerebros nos ayudan a analizar o a recordar, pero obligar a que ese flujo constante de pensamientos se detenga a voluntad no es tan simple. Al comenzar una práctica de meditación, el parloteo continuo en nuestras cabezas puede ser frustrante y es ahí donde los sonidos binaurales ayudan. Porque “estimulan las ondas alfa y theta del cerebro, lo ralentizan. Nos permiten relajarnos, descansar, sacudir el estrés y hasta nos vemos y sentimos rejuvenecidos”, dice Belén Ortega, creadora del método Cell Healing BO. En sesiones de una hora y media, los tonos y frecuencias de instrumentos como cuencos de cuarzo, gongs,
handpand, campanas, cuencos tibetanos o twinning fork, ayudan a reducir el estrés, mejoran la concentración, la inspiración creativa y el sueño.
Cada individuo tiene un rol único y protagónico en la consecución del estado de bienestar propio.
Oro y jalea real. En un entorno único, para despertar todos los sentidos, Los Cauquenes Resort & Spa en Ushuaia, Tierra del Fuego, ofrece la posibilidad de relajarse con un tratamiento que combina jalea real, rica en lípidos y vitaminas, y oro, que renueva los tejidos conjuntivos y refuerza la capacidad de hidratación y retención de agua en el interior de las células. Con un shock saludable para la piel, en solo una hora, se activa y estimula la renovación celular, se incrementan las defensas de la epidermis y se logra luminosidad al estimular la microcirculación sanguínea y celular.
Experiencia Wellness. Enfocado en la nueva tendencia del turismo saludable, Ville Saint Germain Apart Hotel, Spa & Golf, de Cariló, ofrece diferentes propuestas -balance, détox y détox peso óptimo- para que los huéspedes puedan combinar dieta saludable, actividades al aire libre, clases de yoga y golf, meditación y circuitos de spa. Siempre bajo la supervisión de un equipo profesional, que incluye cardiólogo, nutricionista y psicólogo, el objetivo es lograr un cambio de hábitos en medio de la naturaleza.
En definitiva, el eje central del enfoque holístico radica en elevar nuestro estado de conciencia. Como afirma la Dra. Di Lorenzo, se trata de “trabajar para desarrollar el autoconocimiento y la conexión con nosotros mismos y el entorno que nos rodea, en cada uno de los momentos presentes que componen nuestra vida”.
Porque alcanzar un mayor estado de bienestar en mente, cuerpo y espíritu siempre es posible.
at Carina Etchegaray
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