Mirá bien a esta mujer porque es una gigante que pisa fuerte. Es de esas chicas a las que lo injusto no le es indiferente y aborda realidades complejas con cifras y argumentos. Magister en políticas públicas, fue seleccionada como una de las 100 lideresas globales para encabezar el trabajo relacionado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, entre los que se encuentra la igualdad de género y el fin de la pobreza.
“Imaginate cuánto sale preparar la comida, cuidar a los enfermos, hacer las compras, llevar a los chicos al colegio y a las tareas extracurriculares, etc. Todo eso sumado, es el 15,9 por ciento del PBI de Argentina”, asegura. Efectivamente, según el último informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es el sector que más aporta a la economía, seguido por la Industria (13,2%) y el Comercio (13%). Ese trabajo “invisible”, que generalmente es llevado adelante por mujeres, es en realidad un espacio de producción.
-Este concepto económico, ¿está instalado en la sociedad?
-No, no se sabe y no se entiende. Más aún, cuando empezamos a hablar sobre estos temas, las barreras que aparecen son: “El cuidado es amor” o “Yo soy mamá y no me puedo imaginar una tarea más gratificante que criar y cuidar a mi hija”. El cuidado está atravesado por el amor, pero no por eso deja de ser un trabajo y no deja de tener implicancias para lo que podemos o no podemos hacer.
-¿Qué son las mal llamadas personas “ni-ni”?
-Personas que ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo. En Argentina, el 76 por ciento son mujeres, y no estudian ni trabajan porque están a cargo de tareas domésticas y de tareas de cuidado (de hermanos, hijos, padres, abuelos). Es interesante analizar el tema porque es un caso muy claro en el que se ven los obstáculos que pueden enfrentar las mujeres (muy distintos a los de los varones) en toda su trayectoria vital. Y eso está íntimamente vinculado con el rol de la maternidad. Muchas chicas salen del sistema educativo porque tienen una responsabilidad de trabajo al interior de sus hogares que obstaculiza que terminen su educación obligatoria, la secundaria.
-¿Qué implicancias económicas tiene eso?
-La tenencia de responsabilidades de cuidado al interior de los hogares es el principal determinante de que una mujer pueda o no pueda tener un trabajo y progresar en el mercado. Y esto, a su vez, está íntimamente vinculado con sus posibilidades de caer en una situación de pobreza (tanto ella como sus hijos, sus hermanos menores y su grupo familiar más amplio). En Argentina tener hijos, que es el máximo exponente en responsabilidad de cuidado, hoy implica aumentar las posibilidades de caer en situación de pobreza.
-Para quienes están dentro del mercado laboral, hay barreras profesionales por el simple hecho de ser mujeres. ¿Cuáles sufrís vos?
-Siempre que me siento en una mesa, siento que tengo que probar por qué estoy allí y decir: “Este es mi lugar por esto y aquello”, cuando el varón que se sienta el lado jamás lo tuvo que hacer. Lo primero que se da con personas que ocupan puestos de decisión es que te digan: “Vení que te explico cómo es…” Yo no vengo a que me expliquen cómo son las cosas o me agarren de la cintura, sino a tratar de demostrar desde otro lado. Salir de esa lógica es un esfuerzo.
-“Si tuviste hijos, hacete cargo”, es una frase que generalmente se les dice a las mujeres, como si en la crianza no hubiera una corresponsabilidad paterna. ¿Cómo podemos desarticular esas cosas y cómo lo vivís en tu rol de mamá?
-A mí me pasa que a pesar de que mi hija va a un jardín muy progre, cuando sucede algo, me llaman siempre a mí primero. Parece inviable que llamen al papá. Y entonces soy yo la que se tiene que levantar de la reunión para atender el teléfono. Hay normas culturales fuertemente arraigadas en que ese es “el rol de la mamá” y no del papá. También lo veo en frases como “a vos te sale mejor peinarla que a mí”, o “para vos es más fácil elegir el regalo de la maestra” ¿Por qué tengo que ser yo la que carga con esa carga mental y no el papá? Ante estas cosas, sugiero hacer el ejercicio de preguntar: “¿Esto sería natural que lo hiciera un varón?” Ahí te das cuenta cuán arraigado está lo cultural y lo necesario que es ir desnaturalizando un poquito.
-Contemplando la equidad de género, ¿cómo hacen las búsquedas laborales en CIIPEC?
-Hacemos búsquedas ciegas, es decir que quedan descartados los currículums que incluyen edad, género, estado civil o domicilio. Esas características no son relevantes, no hacen a las habilidades y competencias que puede tener una persona. Cuando escucho comentarios como: “Yo busco un analista y tiene que ser alguien joven”, pregunto: “¿Por qué tiene que ser joven?” Del mismo modo, ¿por qué una secretaria tiene que ser mujer? Nuestro recepcionista, por ejemplo, es un varón de mediana edad y funciona bárbaro. Cuando empezás a preguntar “por qué”, se empiezan a desnaturalizar cosas culturales que tenemos muy arraigadas.
at MARIANA COMOLLI
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