Utilizar juguetes sexuales constituye un modo de autoconocimiento del cuerpo, una manera de experimentar sin riesgos y con nuestros propios tiempos. Por no hablar de la estimulación sexual añadida y de que permiten llevar a cabo nuevas prácticas sexuales. Cuanto más inteligentes, más opciones. Y desde un punto de vista más psicológico pueden ayudar a revivir una relación a la que le falta la chispa e incluso se emplean como complemento en el tratamiento de determinados problemas sexuales.
En este punto también cabe hablar de las apps para encontrar pareja o de encuentros, cuyo uso se ha incrementado de manera espectacular los últimos años. ¿Por qué? Pues porque funcionan: hasta el 50% de los usuarios encuentran a su media naranja, y solo son necesarias 16 interacciones con personas distintas y entre 3 y 5 citas para lograrlo.
Pero cuidado, porque emplear este tipo de tecnologías, tanto apps como juguetes sexuales, puede entrañar ciertos riesgos que atañen, sobre todo, a la privacidad. De hecho, hasta hace bien poco Tinder no encriptaba las fotografías y datos de sus usuarios, y no han sido pocas las filtraciones de datos que han afectado a algunas de estas empresas.
Otros casos sonados fueron el de la app Grindr, que reveló quiénes de sus usuarios tenían VIH o el de app de citas para casados Ashley Madison, que filtró las cuentas de 37 millones de adúlteros. Y no nos extraña si tenemos en cuenta que en solo un año los ataques cibernéticos a empresas se han incrementado hasta un 130%. Dicho lo cual, lo más recomendable para emplearlas, eso sí, es conectarse a través de WiFis seguras, usar una VPN, no compartir los datos de geolocalización y configurar una contraseña segura.
Respecto a los iToys sexuales, hackearlos es relativamente sencillo, por no hablar de que muchas compañías guardan datos hasta del uso que le damos a estos dispositivos. Además, los dispositivos más sencillos ni siquiera requieren de un pin o contraseña para manejarse; y los más avanzados entrañan otros problemas como los referidos, incluso el robo de imágenes si tienen cámara-. Un ejemplo fue el de We-vIBE 4 Plus, que enviaba datos a su fabricante sobre la temperatura y los cambios de intensidad en la vibración. Lovesense, por su parte, fue acusada de grabar los gemidos de sus usuarios.
Resulta paradójico que la mayoría de usuarios prefieran adquirir estos productos online por la privacidad que hacerlo permite, pero que no se preocupen de la información que pueden estar compartiendo a través de ellos. Así que si has decidido comenzar a practicar la sexnology ve con cuidado con las contraseñas, el tipo de conexión, los permisos de geolocalización, y las sincronizaciones con cuentas en redes sociales, entre otras muchas medidas y disfruta de las ventajas del SXXI en tu dormitorio.
Fuente: Marie Claire España
at Redacción Marie Claire
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