Por qué preocuparte por el origen de tu ropa te hará vestir mejor

¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene tu ropa? Si eres como yo, probablemente no fue hasta 2018, que te empezaste a preguntar algo más aparte de “¿Es bonito y está bien de precio?¿Puedo pagarla?" Durante los últimos tres años, he aprendido que hacer esta pregunta no solo me permite vestirme para reflejar mis valores, sino también vestirme en mi versión más elegante. 

Desde el instituto hasta mis veintitantos años, pensé que Forever 21, luego H&M y más tarde Zara eran las mejores cosas que le habían pasado a mi estilo personal desde el lanzamiento de la revista Elle Girl (RIP). Me volví una especialista a la hora de encontrar las piezas que parecían más elegantes y caras a los precios más reducidos. Después les añadía algún complemento y creaba estilos fabulosos que parecían caros. Y definitivamente no soy la única. Hoy en día se ha convertido en una insignia de honor mostrar lo barato que cuesta algo y luego disfrutar del "¿quieres decir que lo has comprado en H&M?”. Estoy segura de que sabes de qué estoy hablando.

El caso es que hay una historia no tan bonita detrás de toda nuestra ropa barata y moderna, y una vez que me tomé el tiempo para conocerla, no pude volver a mis viejas costumbres.

Todo comenzó mientras trabajaba en “Rent the Runway” y descubrí que los estadounidenses tiran toneladas de ropa al año. Solo en la ciudad de Nueva York, tiramos 200 millones de libras de ropa por año, eso es el equivalente a llenar la Estatua de la Libertad con prendas 440 veces.



Tenía curiosidad por saber por qué sucede esto, y mi investigación me llevó a Remake, una organización sin ánimo de lucro con la misión de cambiar las prácticas dañinas de la industria de la moda en las personas y nuestro planeta.

Allí me enteré de que la mayoría de nuestra ropa está hecha por mujeres, muchas de ellas que tienen poco más de veinte años y tratan de ganarse la vida en una gran ciudad, en condiciones de trabajo cuestionables y por salarios inferiores a los mínimos para vivir. Como alguien que se preocupa por el medio ambiente y los derechos humanos, puedes imaginar que esto no me sentó nada bien.

¿Pero qué hacer? Compra menos, intencionalmente y mejor.

Para mí, esto significa decir no a la moda rápida y a las grandes marcas porque su calidad suele ser barata y sus prácticas de fabricación suelen ser, en el mejor de los casos, dudosas o totalmente erróneas. ¿Un efecto secundario feliz? No terminan pareciéndose a todos los demás porque te desafía a ser más creativo con tu ropa. En mi caso estudié cuidadosamente los armarios de alquiler, segunda mano, intercambios de ropa y marcas éticas, y en el proceso desarrollé un sentido del estilo mucho más auténtico y único. Uno que hizo que la gente preguntara por mi apariencia y me hizo darme cuenta de que hacer lo correcto también era la clave para vestirme como mi mejor versión.

¿Tu primera "tarea"? Compra menos este mes (¡o ya que nos ponemos, no compres nada!). Es muy simple en concepto, pero no voy a mentir, es difícil de hacer, especialmente porque todos nos hemos acostumbrado a comprar lo que queramos, cuando queramos. Así que la próxima vez que anheles algo nuevo, pregúntate: ¿Puedo usarlo varias veces?, ¿Tengo cosas que lo acompañen? ,¿Está hecho de forma ética y sostenible?,¿Puedo cuidarlo fácilmente?

Si no puedes responder afirmativamente a las 4, déjalo (y que sepas que te está esperando algo que será mucho más fabuloso para ti, las personas que hacen nuestra ropa y nuestro planeta). ¡SÍ!
 

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Robyn Davies para https://the-eosia.com/


 

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