Vicco D´Alessandro: “No quiero rifar al actor que soy por hacer algo que no me interpele"

Mediante una videollamada desde su departamento en España, Victorio D’Alessandro me abre la puerta a una charla que, más que entrevista, se transforma en un recorrido introspectivo. Durante una hora hablamos de todo: su vida repartida entre Argentina y el Viejo Continente, su pasión por la actuación, su creciente interés por la producción audiovisual, la moda, la salud mental, y esa búsqueda vital que parece guiarlo en cada paso.

“No fue algo planeado”, dice sobre su radicación en España. “A finales de 2020 vine a filmar una serie en el País Vasco, y ahí empezó todo. Se fueron concatenando proyectos: una obra en Barcelona con un director que admiro mucho, una serie para Netflix, un festival en Croacia... y decidí quedarme”. Hoy su vida transcurre entre Madrid, Barcelona y Buenos Aires. Va y viene con fluidez, siempre que haya una historia que lo motive. “Si algo me interesa en Argentina, vuelvo. Pero en España empecé a desarrollar otro costado: el de producir, el de escribir, el de pensar más allá del rol actoral”. señala.

Hay algo muy claro en su manera de narrarse: Victorio no se limita a actuar, construye activamente su recorrido. “Siempre supe que este oficio venía con incertidumbre. La clave para mí fue transformar la ansiedad en creatividad. La autogestión fue mi refugio”. Hacer teatro en Barcelona, coproducir en Canarias gracias a los incentivos fiscales, escribir guiones junto a colegas, buscar alternativas fuera de los circuitos tradicionales: ese es hoy su día a día.

En ese tránsito de actor a productor emergente, encontró una libertad distinta. “Me interesan las historias sencillas pero profundas. El cine de los silencios. Lo que no se dice, eso que queda vibrando”, explica. Cita a Stephen King, Sean Baker, el cine francés, entre otros. Se entusiasma hablando de una película de género que quiere rodar este año, mezcla de thriller psicológico y misterio. “Me gusta el cine de guerrilla. Juntarnos con un equipo pequeño, poner el cuerpo y contar algo que nos atraviese. Eso tiene una magia difícil de igualar”, acota.

La pasión por actuar no se diluye, pero se complejiza. “No quiero rifar al actor que soy por hacer algo que no me interpele. Prefiero decir que no, buscar otro ingreso, pero cuidar lo creativo”. Lo dice con la firmeza de quien ya pasó por  grandes producciones, por la televisión masiva, por la presión de la visibilidad. Hoy elige desde otro lugar. “Me gusta el cine que te pide paciencia, que te obliga a estar presente. Como el teatro, que es eso, un pacto entre quienes hacen y quienes miran”.

Mientras tanto, su presente se divide entre ensayos, rodajes y proyectos en gestación. Nadar, leer, estudiar idiomas, escribir. “Soy bastante estructurado, medio psicópata americano -dice riendo-. Pero también disfruto salirme de ese orden. Me gusta salir a comer, tomar un vino, morfar rico. Me doy mis gustos”. Su rutina, cuenta, varía según el proyecto. Puede estar filmando de noche hasta las 4 de la mañana o levantarse a las 8 para leer dramaturgia. “Lo importante para mí es tener siempre algo que me estimule”.

Le pregunto por la moda y el lugar que ocupa en su vida. “No sé si me gusta la moda como concepto, pero sí me divierte vestirme. Soy medio vintage, pantalones altos, tonos clásicos. Tengo mi onda”. Lo suyo es estilo personal, más que tendencia. “Armo mis looks solo, no tengo un equipo. Pero me gusta pensar qué ponerme según el contexto”.

En un momento la conversación se vuelve íntima e introspectiva. “Ser abogado me dio estructura. Me ordenó. Me enseñó a leer, a tener disciplina, a generar una rutina. Y eso todavía me acompaña. Hoy leo mucho, no solo para interpretar, sino para inspirarme, para escribir, para crear personajes. La lectura me salva siempre”.

También reflexiona sobre la salud mental, sin caer en frases hechas. “Está buenísimo que se hable del tema, que se naturalice. Pero también hay que hacerlo con respeto. Son temas delicados. Yo no medito tanto como antes, pero escribo mucho. Esa es mi manera de procesar”. En medio de esa honestidad también se permite el humor: “Me gusta vivir con intensidad, pero sin atropellar. Me gusta la lentitud. Hacer las cosas bien, sin correr”.

Sobre su reciente participación en festivales con la película El novio de Lucía, producida con recursos limitados y mucho entusiasmo, se le ilumina la voz. “Estar en Girona, competir, mostrar nuestro laburo, fue un orgullo. Venimos desde el fin del mundo, y estar ahí ya es ganar. Esta película nació desde el deseo, del empuje. Nos juntamos, le pusimos el cuerpo, y funcionó. Eso es hermoso”.

Cerca del final, le pido un consejo para quienes dudan en seguir una pasión. “No se puede tapar lo que no se puede tapar. La pasión desborda. Podés trabajar de otra cosa para sostenerte, pero no dejes de hacer lo que amás. El miedo no puede más que el deseo. Y si no lo intentás, el ‘qué hubiese pasado’ duele más que cualquier fracaso”.

Victorio no necesita grandilocuencias. Su recorrido habla por él: un actor que eligió desafiarse, un productor emergente que busca historias con alma, un creativo que encontró en el movimiento y en la incertidumbre una forma de estar en el mundo.

Fotos: Lucas Ricci. Dirección Creativa y Estilismo: Gastón Olmos. Maquilló y Peinó: GUADALUPE CECILE BY MOON STUDIO . Asistente de Estilismo: IRIS HERZKOVICH. Asistente Fotografia: Agustina Mendoza.  Producción Ejecutiva: LUCIA FUSCO. Locación: Hotel Villa Victoria Tigre. Retoque: Eduardo Brandao. Retoque Digital: Lucas Ferrari.

at Francisco Ferreyra

Galería de imágenes