Como en la vida misma, el equilibrio también es clave en cuestiones que respectan a la belleza. Más aún, si se tiene en cuenta que la piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, está encargada de ejercer una barrera de protección e intercambiar con el medio interno y externo, y cada centímetro cuadrado de su superficie se encuentra habitada por un millón de bacterias que conviven en un ecosistema de perfecta simbiosis, utilizando nuestro propio sistema inmunitario y adaptativo, y colaborando en su óptimo desarrollo.
“Esta comunidad “invisible”, que desempeña un papel fundamental de defensa contra los agentes infecciosos del entorno, está conformada por microorganismos como parásitos, microbios, bacterias de diversas cepas, hongos, esporas, levaduras, entre otros, y se denomina microbiota cutánea”, explica la Dra. Patricia Dermer, química y directora de Lidherma.
La composición de esta flora bacteriana varía según las diferentes zonas cutáneas y características de los individuos como estado inmunitario, higiene, tratamiento con antibióticos, cosméticos, tipo de ropa, profesión, clima, ubicación geográfica e incluso exposición a rayos UV.
Culturalmente estamos acostumbrados a luchar contra las bacterias, pero queda claro que, en equilibrio, desarrollan un papel crucial en nuestra salud y que no todas son del bando de las “malas”. “En su gran mayoría, los microorganismos presentes en la microbiota cutánea son favorables para la piel. Tal es así que de todos los que se conocen hasta el momento, sólo unos 200 se consideran verdaderos patógenos, el resto son comensales o patógenos facultativos (es decir, ocasionales en función de la situación de cada persona)”, cuenta Dermer.
COSMÉTICA PREVENTIVA
Factores como el estrés, la polución, la exposición a los rayos solares UV, y hábitos nocivos como una higiene excesiva, el uso de cosméticos inapropiados para nuestro tipo y necesidades de piel, fumar, o llevar una alimentación inadecuada, desbalancean a la flora microbiana cutánea. Quizás esta alteración de la microbiota sea una de las principales razones para que, cada vez más, se multipliquen las consultas dermatológicas por pieles intolerantes, reactivas e hipersensibles.
Bajo este panorama, Dermer cuenta que la cosmética asistida por los últimos avances de la biotecnología, logró conocer a fondo cómo potenciar la microbiota y prevenir las principales alteraciones que se observan en la piel cuando se desequilibra: tirantez, descamación, rojeces, foliculitis (inflamación de los folículos), picor, inflamación de los vasos sanguíneos capilares (telangiectasias), pigmentación irregular, temperatura, y cualquier señal que se aleje de la homeostasia de la piel (estado de equilibrio).
Así es como los prebióticos se convierten en el ingrediente crucial de las fórmulas dermato-cosméticas. “Se trata de materias primas de uso cosmético, ciertos fragmentos de proteínas y diversos productos que se extraen de fermentaciones y se incorporan en las fórmulas para regular la flora microbiana cutánea, estimulando el crecimiento de las bacterias favorables a fin de recrear un ambiente saludable para la piel: aumentando la hidratación, mejorando la sensibilidad, controlando el sebo y optimizando el aspecto cutáneo global”, desarrolla Dermer.
El último lanzamiento de la marca, por ejemplo, contiene un complejo prebiótico hidratante con inulina (extraído de la raíz de la achicoria) y oligosacáridos que promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas para la piel, e hidrolizado de yogurt y aminoácidos hidratantes que mejoran la textura y la luminosidad. Por todo ello, estas fórmulas son ideales para aquellas pieles reactivas e intolerantes en forma transitoria, ya que si el microbioma de la piel está desbalanceado, aunque la barrera física esté reparada, los síntomas de la sensibilidad van a volver.
En el caso de los probióticos, que nos remiten instantáneamente a publicidades de bebidas de leche fermentada con la emblemática voz de Pancho Ibáñez describiendo los beneficios del lactobasillus cacei, están destinados a fomentar y desarrollar la población de bacterias beneficiosas presentes en el intestino. Al crecer allí y adherirse a la mucosa intestinal, evitan que otras bacterias dañinas se implanten y ejerzan sus funciones negativas, actuando como una barrera que evita la colonización del intestino por gérmenes patógenos.
Dermer explica que: “en nuestro país estos microorganismos vivos no se pueden colocar dentro de las fórmulas cosméticas por legislación de la administración Nacional de Medicamentos, alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), de hecho los dermatocosméticos llevan conservadores y eso hace incompatible la presencia de microorganismos vivos, por lo que en cosmética se utilizan los prebióticos vegetales”.
AGUAS BENDITAS
Silvina Premmurti, cocinera especializada en ayurveda, alimentación viva (raw food), alimentación keto (basada en el microbioma), macrobiótica fermentista y certificada en PNl (programación neurolingüística) orientada a la alimentación, asegura que “somos lo que comemos”, por ende aquello que ingerimos y bebemos tiene connotación en todo nuestro organismo y, obviamente, también en nuestra piel.
Es imposible hablar sobre probióticos y prebióticos sin hacer mención al kéfir, una estructura polisacarida donde viven de manera simbiótica varios microorganismos adoptando una forma gelatinosa a la que se la llama el “secreto de la juventud”. “Es originario del Cáucaso y se sabe que los sumerios la consumían, es un término turco que significa “bendición”. Se trata de un cultivo de lactobacilos prebióticos y probióticos que regeneran la flora intestinal”, describe Premmurti. Y continúa: “los fermentos como el kéfir promueven un ambiente ácido ideal para que proliferen las bacterias benéficas del colon, encargadas de asimilar nutrientes y que nuestro organismo lo asimile, ellas coexisten de manera simbiótica en una suerte de “asociación con nosotros””.
Y además, cuenta con propiedades antivirales, antifúngicas y antibióticas, es afrodisiaco y provoca un aumento de generación intestinal de serotonina, que contribuye al estado de bienestar y felicidad. Esto resulta crucial, ya que el 80 por ciento de nuestro sistema inmune se aloja en nuestros intestinos, por lo tanto el consumo de fermentos mejora su actividad.
La preparación del kéfir, es muy sencilla y según Premmurti tiene grandes beneficios en casos de acné, eczemas, soriasis y alergias. Otra opción es el Rejuvelac, un agua enzimática y fermentada conocida como el “agua de la juventud”. “Su ingesta estimula el crecimiento de bacterias benéficas en el intestino, como lactobacilos, favorece la eliminación de toxinas, aporta vitaminas del grupo b, e y K. Para la piel es es excelente ya que tiene un efecto tónico e hidratante.
Una receta con kéfir
Ingredientes:
3 cucharadas soperas de nódulos de kéfir (no se venden sino que se regalan. Para buscarlos googleá “bancos de nódulos de Kéfir”)
5 cucharadas soperas de azúcar
5 dátiles
1 litro de agua filtrada
1 manzana trozada en 4
Paso a Paso:
Hidratar los nódulos (si es que ya no están hidratados)
Con los nódulos ya hidratados, colocarlos en una jarra o recipiente de vidrio
Agregar el agua, luego el azúcar y las manzanas
Revolver suavemente
Reservar por 48 hs. en un ambiente fresco
Sugerencias:
Nunca tocarlos con metal porque se mueren.
De acuerdo al sabor que busques agregar más o menos azúcar.
Tratar con cuidado ya que son seres vivos que se reproducen.
¡Importante!
A las 24 hs de realizado el kéfir tiene efecto laxante, a las 48 hs. es neutro y luego, es astringente. A medida que van pasando los días se avinagra más, con lo cual termina siendo un vinagre vivo de kéfir. No cuenta con contraindicaciones, pero no es una bebida apta para diabéticos (ya que contiene azúcar) y como tiene una graduación de alcohol no aconsejable en niños.
at Laura Lagomarsino
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