Madrid acaba de regresar a la normalidad y desde allí Agatha Ruiz de la Prada se dispone a charlar con nosotros. Se encuentra en su taller madrileño rodeada de géneros y bocetos de colores, claro. Impactada por el covid-19, la reina de la moda alegre se anima a un IG LIVE con Marie Claire para inspirarnos aunque sea por un rato.
-¿Cómo estás pasando en este momento de liberación reciente de cuarentena en Madrid?
-Llevamos dos días sensacionales porque ayer y hoy no tuvimos muertos, pero ha sido salvaje. Si nos lo hubieran contado nadie se lo hubiera creído. Fue impresionantes. Hay una parte bonita de todo esto y que me da vergüenza decirlo y es que pude pasar la cuarentena en el campo y pude leer, estar con mi hijo Tristán y conectarme con la naturaleza. Nos hemos dado cuenta lo importante que es el medio ambiente que es la gran obsesión de mi vida. Hace dos años que hago 74 desfiles en un año, así que cuando me contaron que iban a cerrar el aeropuerto no lo pude creer. ¡Y llevo casi tres meses sin viajar! Nunca hice fotos en mi vida y me pasé el confinamiento sacando fotos del campo.
-¿Cuál es el nuevo desafío para la marca?
-Desde el primer día empezaron a llamarme para que hiciera mascarillas. Pero en ese momento lo importante era sobrevivir y ayudar a los médicos. Me parecía una frivolidad estar haciendo productos con corazones y nubes, pero ahora que sabemos que va para largo, me metí en el tema con los alemanes de supermercados Lidl y diseñamos tapabocas accesibles, homologados y solidarios. Hice miles de productos en mi vida y me animo a decir que lo más exitoso que hice fueron estas mascarillas, ¡se están vendiendo en todos lados!
-¿Nunca tuviste prejuicios a la hora de democratizar tus diseños?
-Para nada, la democratización ha sido una de mis grandes obsesiones y la segunda hoy en día es la sustentabilidad.
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-¿Cómo ves el futuro de la moda?
-He vuelto a mis principios, me paso todo el día dibujando y en el taller que es algo que no hacía, antes vivía todo el tiempo en el aeropuerto. Fue una sorpresa para mí, no nos imaginamos el mundo que tendremos en un año, así que no tengo ni idea de lo que va a suceder en la moda.
-Por otro lado, vos siempre estuviste fuera del calendario oficial de la moda y eso te ayuda seguramente hoy en día…
-Claro, yo soy muy buena para las crisis. Me manejo muy bien y no sé por qué. Esta es claramente la más bestial porque todos los países del mundo estamos enredados. No sé cómo saldremos.
-¿Qué planes tenés para la marca?
-Lo que nos enseñó el coronavirus es que no podés hacer planes de nada. Tenemos que adaptarnos y ser más agradecidos. Muchas veces he ido demasiado de prisa y no he disfrutado con cosas tan bonitas que me han sucedido.
-¿Dónde encontrás hoy el desafío?
-El desafío está en las pequeñas cosas, en hacer eso con mucho amor. Es una suma de muchas pequeñas cosas bien hechas. No podemos hacer nada más.
-¿Qué aportaron tus hijos a la empresa?
-En el mundo de la moda ha habido muy pocas familias involucradas, los Missoni, los Ferragamo… Entonces que a mis hijos les divierta esto es un regalo para mí. Es un placer que estén trabajando al lado mío en la empresa.
-¿Cómo lográs transmitir tu sello en una fragancia?
-Cuando empecé hice trajes con aros, ruedas y acá todos pensaron que estaba completamente loca. Los perfumes me ayudaron muchísimo. Cuando empecé el sueño de todo diseñador era desarrollar una fragancia. Hay gente que le teme a ponerse un vestido con aros, pero sí se anima a usar un perfume. Eso me une a la gente y los hace recordar a la marca.
-Sos una diseñadora y emprearia exitosa…
-Ahora me voy a “desempresariar”. Cuando las cosas se ponen un poco raritas como hoy hay que volver a los orígenes. Y yo antes dibujaba mucho, estaba siempre en mi taller, era menos empresaria aunque me ha divertido mucho.
-¿En este trayecto te enfrentaste con actitudes machistas?
-Siempre he sido muy feminista, pero nunca tuve ningún problema. No me enfrenté a nada y tampoco lo hubiera consentido.
-¿Por dónde pasa hoy tu transgresión?
-Bueno, yo hace mucho tiempo me he convertido en un clásico. Pasas de ser transgresora a que el todo mundo te conozca, en un clásico de la moda feliz, de las formas raras y de los colores..
-¿De dónde proviene tu pasión por el color?
-Está en mi naturaleza, el color me da energía positiva. Si alguien se viste de negro y viene a mi casa me siento violentada. Una vez vino la mujer de un ministro y casi la muerdo (risas). No la eché, pero debería haberlo hecho. El día de un entierro lo justifico, pero sino ¿por qué? Uno no viste a un bebé recién nacido de negro porque hay que darle colores energías, aunque seguro que las fashion addicts lo hagan en algún momento.
-¿Qué significa el lujo para vos?
-La ecología, el silencio, la cultura… Si me dieran 100 millones de dólares no podría hablar alemán, por ejemplo, entonces lo importante del dinero y el lujo es la cultura. No podés comprar ser un buen pianista o un gran artista, nunca.
-¿Cuáles son tus pequeños placeres?
-Leer, mis amigos, tener un trabajo que me divierta… el lujo es también la libertad. No nos equivoquemos que es llevar objetos suntuosos. Yo no llevo joyas porque no me gustan y encima me las pueden robar y así dar un disgusto. Lo intelectual no me lo pude quitar nadie.
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