T odo en Ushuaia es diferente. Un aura de misterio la recorre. Uno se encuentra en la ciudad más austral del mundo y lo nota a cada paso. El viaje largo (Buenos Aires se encuentra a 3094 kilómetros, mientras que La Quiaca a 4987), el viento, las construcciones, las montañas y el color de los cielos conforman un paisaje único, solitario, inhóspito… Llegar a aquí es como llegar a un verdadero no lugar. Un no lugar tan atractivo como sorprendente.
Lo primero que impacta es la ciudad de casas bajas y construida entre los Andes (es la única localidad argentina que se emplaza del lado occidental de la cordillera) y el Canal Beagle. Los techos alpinos en color metal (ideales para soportar el crudo invierno) se entremezclan con el tono ladrillo de edificios más grandes y algunos toques de madera de otros. El puerto es otra de las puertas de entrada a la ciudad (además del aeropuerto que se encuentra
muy cerquita de Ushuaia, ¡y del agua!). Según la época se pueden ver los cruceros que se preparan para viajar a la Antártida, así como los catamaranes o barcos más pequeños que llevan a los turistas a navegar por el canal. Las opciones son muchas. Por supuesto ninguna de las alternativas se saltea la visita a la isla de los lobos marinos, la de los pájaros (repleta de cormoranes) y rodear el símbolo de Ushuaia, el Faro Les Éclaireurs, mal llamado faro del Fin del Mundo que está en funcionamiento desde el año 1920. Tras la postal obligada se puede navegar un rato más hasta la isla Karelo, ahí se desciende y se realiza una caminata durante la cual se ven vestigios indígenas y se obtiene una hermosa postal de toda la bahía. Para los que aman la fauna la mejor alternativa es ir hasta la isla Martillo en donde se visitan entre abril y noviembre colonias de pingüinos magallánicos, papua y algunos rey. Por último, existe la posibilidad de pasar por la estancia Haberton, lugar en el que habitaron tribus yamanás. Hoy es un Museo Histórico Nacional y entre sus edificios está el museo de aves y mamíferos australes y objetos indígenas. Al regresar al puerto de Ushuaia (dependiendo del día y del viento la aventura puede ser bastante movediza) se recomienda pasar por un chocolate caliente en el local Laguna Negra (a dos cuadras empinadas del puerto) y recorrer los locales de la calle principal (Avenida San Martín), pasar por el Duty Free con buenísimos precios y trasladarse hasta otro sitio mítico ushuaiense, la cárcel del Fin del Mundo o mejor dicho, el Penal de Ushuaia. Funcionó como prisión desde 1902 hasta 1947 y debido a la hostilidad del lugar y el clima se alojaron allí los delincuentes m
ás peligrosos de todo el país. El preso más famosos, (que tiene una estatuta dentro del presidio) fue el “Petiso Orejudo” llamado Cayetano Santos Godino, uno de los primeros psicopátas argentinos que cometió varios crímenes en serie. En la actualidad, la cárcel es un museo que no se puede dejar de visitar.
Naturaleza pura
Otra característica de esta ciudad sureña es que a tan sólo 12 kilómetros del centro alberga el Parque Nacional Tierra del Fuego, el único en Argentina que combina ambiente marino, bosque y montaña. Tiene cerca de 69 mil hectáreas y ostenta árboles como las lengas, los ñires y guindos; y animales como el guanaco, el zorro colora-do, los cauquenes y los albatros. El parque es ideal para practicar el senderismo, algunos spots imperdibles son la ensenada Zariategui, el lago Acigami y la bahía Lapataia. Toda la info para recorrerlo se encuentra en un edificio acogedor llamado Alakush, en el cual se puede disfrutar de una comida o un buen café. Al sur del parque se emplaza la estafeta postal más austral del mundo, antes de llegar a la Antártida. Sobre la playa, una pequeña oficina con un típico buzón rojo invita a todos los turistas a mandar una postal a cualquier lugar del planeta con un sello muy particular: el más sureño del globo. Los que deseen recorrer el parque pero no se animan a la caminata pueden tomarse el famoso tren (también del Fin del mundo). Es un ferrocarril de época que funciona a vapor y llevaba a los presos hasta la cárcel, hoy es un hermoso y pintoresco paseo por los paisajes fueguinos.
A 26 kilómetros del centro de Ushuaia está el Cerro Castor, un centro de esquí que ganó muchísima popularidad en los últimos años por su larga temporada para practicar deportes de nieve. Por ser el más austral del mundo tiene una calidad de nieve inigualable (muchos atletas de élite viajan hasta aquí para entrenarse). Otro lugar que atrae a muchísimos turistas aventureros es el Glaciar Martial, que se ubica a 1050 metros sobre el nivel del mar y es la fuente de agua potable más importante de Ushuaia. El verano es la época para visitarlo ya que ofrece varias opciones de senderismo y en un momento tener la posibilidad de animarse a los grampones para caminar sobre el mismísimo hielo (también se puede llegar con una aerosilla). Obviamente, desde acá se obtienen las mejores vistas de toda la ciudad.
Descanso y sabor
Comer rico en estos lares se convirtió en una de las actividades obligadas en los últimos años. La centolla, el cordero patagónico y la merluza negra son los ingredientes estrella de la zona. Hay tres restaurantes que vale la pena conocer y degustar: Kaupé (con un salón para algo más de 30 personas, hermosos ventanales, una amplia bodega con vinos especiales y una variada opción de carnes), Küar -ubicado sobre la costa del canal Beagle, sirve excelentes pastas caseras y tiene un bar con gran variedad 3 de tragos y cervezas artesanales- y Chez Manu. El chef Emmanuel Herbin propone un menú que fusiona la alta gastronomía francesa con los ingredientes nobles del sur argentino. Para los amantes de lo dulce está La cabaña al pie del glaciar Martial. El lugar súper acogedor y casero ofrece cada días diversas opciones de té, inglés, royal, francés y patagónico. El hotel Los Cauquenes brinda también una muy buena oferta gastronómica de alto nivel. A su opción de Tea Time se le suma el restaurante se llama Reinamora. Allí se sirve cocina europea y platos patagónicos. Se destacan, por supuesto la merluza y el cordero. Este resort es, aparte, ideal para relajarse, ya que tiene tratamientos de spa, piscina indoor y outdoor y bajada a la playa, porque es el único alojamiento de todo Ushuaia que está construido sobre la costa. Además, cuenta con una moderna embarcación para navegar por el canal, en la cual se almuerza con la misma calidad que en el hotel, pero en medio del agua. Es posible pasar un fin de semana de sabor y relax desde fines del año pasado, ya que Norwegian comenzó a volar a Ushuaia los sábados a la madrugada y regresando el lunes pasada la medianoche. Una muy buena opción para disfrutar y relajarse dos días completos en el fin del mundo. Sin dudas, la ciudad más austral del mundo es muchísimo más que un slogan. Viajar hasta acá es una experiencia inolvidable e incomparable con cualquier destino patagónico. Tiene todo lo que reina en todos los puntos del sur del país, pero con un aura diferente, singular y mágica que hace sentir a uno fuera del mapa.
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