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LIFESTYLE | 11-08-2020 07:52

Cómo sumarle toques modernos y románticos a un depto antiguo

En un departamento antiguo en Recoleta, la diseñadora de interiores Agustina Cerato puso su talento al servicio de su familia. Aires románticos, estampas y destellos modernos se conjugan en una casa donde cada rincón inspira.

La suya no es una casa discreta. Lejos del minimalismo y los neutros, el departamento que Agustina Cerato ocupa con su familia es un perpetuo elogio a los colores, las estampas y las piezas insignia. Hierro, madera, terciopelo y mármol: todos conviven en perfecta armonía. “Podría decir que el mío es un estilo ecléctico. Hay un trasfondo romántico, porque me gusta mucho lo femenino y lo barroco, pero también me encanta lo moderno y hasta lo tropical”, ilustra esta diseñadora de interiores que, con una década en el mercado y dos locales a la calle, ha logrado hacer de sus intereses una marca registrada. 

Desde hace cuatro años, sin embargo, muchos de sus experimentos se cuecen primero aquí, en este departamento antiguo de Recoleta que la cautivó con sus aberturas y profusión de luz. Aquí es donde pone a prueba sus instintos, convirtiéndose en su primera clienta y testeando modificaciones, productos y tendencias. “Es tanto lo que veo y me gusta de los locales que voy cambiando todo el tiempo. Me gusta que mi casa represente lo que hago”, cuenta. Quien haya visitado alguno de sus negocios y ahora esté mirando estas páginas puede dar fe de la similitud. 

Deco Cerato

Su mejor proyecto

En este, su refugio, el diseño se puso al servicio de cada uno de los integrantes de la familia. Y así, mientras ella despunta sus mañanas en la mesa del comedor, trabajando al compás de la salida del sol, sus hijas Serena y Amanda disfrutan sobre todo “el cuarto azul”, un living íntimo en el que está permitido comer y mirar tele entre fotografías y figuras de animales. En tanto su marido Marcos, un ingeniero que hoy se ocupa de la parte administrativa de la marca, disfruta el confort de la gran cama del cuarto principal custodiado por una selección de cuadros con historia. 

“Soy súper ecléctica y no me siento cómoda con lo muy armónico. Mi impronta es de mucha mezcla”.

A diferencia de lo que suele recomendarle a sus clientes, en este caso el proyecto no se pensó de principio a fin, sino que es más bien un plan en permanente ejecución. El mural selvático del comedor, por ejemplo, fue uno de los últimos agregados, que incluso determinó cambiar el color de la cómoda del hall de entrada, otrora roja y hoy verde seco. Por encima, ilustraciones de palmeras completan el hilo conductor de lo silvestre y jugado. “Ese verde después lo trasladé a otros muebles en el local”, relata, terminando de cerrar el círculo. Con colecciones que se lanzan cada seis meses, a la manera de la moda -otra gran fuente de inspiración-, la rueda no deja nunca de girar. 

Deco Cerato

Aunque fiel a su impronta, también disfruta mucho comprar en otros locales. En sus vecinos de la calle Arenales suele encontrar hallazgos que atesora, perdiéndose por ejemplo en Landmark o Salazar Casa. “Soy curiosa y me encanta mirar. Me pasa con la deco y también con la moda; no voy nunca atrás de lo que tiene el maniquí o está en vidriera, me gusta mucho más revolver”, describe. El resultado es una casa en la que hay lugar para piezas antiguas como un vajillero restaurado o un silloncito retapizado con un género vintage de Ralph Lauren, mientras sus looks resaltan por su alegría y originalidad. 

 

Otras pulsiones

Como una gran anfitriona, Agustina recibe al equipo de Marie Claire con cafés humeantes y un budín de frambuesas, crema y chocolate blanco digno de revista. Es el detalle que revela su “otra vida”, aquella en la que su radio de acción no era entre telas sino en la cocina. Aquella que a sus 18 años la vio estudiar en un instituto de gastronomía y comenzar a trabajar en el Hotel Hyatt. La que la llevó a vivir en Miami y en Londres, y a pasar cuatro años con horarios intensos y en un ambiente riguroso. 

Pero cuando lograba asomar la cabeza fuera de la cocina se encontraba con ciudades desbordantes de diseño, que poco a poco comenzaron a despertar su faceta creativa. Con el antecedente de un padre herrero y ganas de lanzar su propia línea de muebles, volvió al país en 2005. “Empecé a trabajar de moza, lo que me daba el tiempo para empezar a diseñar, y arranqué con unas arañas de hierro que me hacía papá. Tenían flores y eran blancas, algo que acá no se veía mucho, pero me armé una carpeta con fotos caseras y empecé a golpear puertas con una caradurez impecable”, recuerda con una sonrisa. 

Deco Cerato

Los años viviendo afuera y arreglándoselas sola dieron sus frutos: supo no rendirse ante las miradas escépticas, y finalmente hubo quien le dio una oportunidad, y luego otro, y otro más. Para cuando llegó a diseñar para Milagros Resta, su suerte estaba echada y su estilo bien marcado. El resto, suele decirse, es historia. O no, tratándose de una mujer que vibra con cada cambio y desafío, y cuyo sueño a mediano plazo es abrir un local en el exterior. “Me imagino en Chile, en Río. Viajar me despierta, me inspira, me conecta. Sé que sería un gran paso pero no le tengo miedo, aprendí que si lo deseás y trabajás en serio, las cosas salen”. 

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