Durante décadas, el teflón fue el rey de la practicidad en la cocina. Sin embargo, investigaciones científicas recientes y hasta películas como Dark Waters encendieron todas las alarmas: detrás de su superficie antiadherente se esconde un universo de químicos persistentes, regulaciones en marcha y enfermedades asociadas.
Los PFAS —conocidos como “químicos eternos”— están presentes en la mayoría de los recubrimientos antiadherentes y son capaces de permanecer en el ambiente por décadas o incluso siglos. Según la Agencia de Toxic Substances and Disease Registry (ATSDR, 2022), casi todas las personas tienen PFAS detectables en la sangre.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ya relaciona la exposición prolongada a estas sustancias con cáncer de riñón y testículo, infertilidad, alteraciones hormonales, daños hepáticos y problemas en el desarrollo infantil. No es un dato menor: en Europa, la limpieza de suelos y aguas contaminadas podría superar los £1,6 billones en los próximos 20 años, según proyecciones publicadas por The Guardian.
Un riesgo silencioso en las cocinas
El problema no es solo industrial: una sartén de teflón rayada puede liberar miles de micropartículas invisibles que migran a los alimentos con el calor. “Muchos creen que están eligiendo comodidad, pero en realidad están cocinando con sustancias que pueden ser dañinas”, explica Federico Schaer, cofundador de KANKAY, marca líder en sartenes de hierro en Argentina.
La situación ya generó demandas millonarias en Estados Unidos contra las empresas que produjeron estos recubrimientos sin advertir sus posibles consecuencias. En consultorios y redes de nutricionistas, la tendencia también cambió. “No recomiendo el teflón porque considero que atenta contra la salud. Cocinar con materiales nobles, como el hierro, es altamente beneficioso”, asegura la licenciada en Nutrición Giselle San Martín (MN 9103).
Un invento bélico que terminó en tu hogar
La historia del teflón es tan sorprendente como inquietante. Fue descubierto por accidente en 1938 por un químico de DuPont mientras trabajaba con gases vinculados al desarrollo armamentístico. Su resistencia al calor lo convirtió rápidamente en un insumo útil para el Proyecto Manhattan, la operación secreta que dio origen a la bomba atómica.
Décadas después, ese mismo material llegó a millones de cocinas sin estudios completos sobre su impacto sanitario. Investigaciones citadas por Smithsonian Magazine sostienen que la propia empresa ocultó evidencia durante años sobre los efectos nocivos del PFOA, uno de los componentes clave.
El regreso del hierro: cocina segura, durable y consciente
En paralelo al avance de las regulaciones, los utensilios de hierro volvieron a ocupar un lugar central. Este material noble —utilizado por generaciones— no libera químicos y, además, puede aportar pequeñas dosis de hierro durante la cocción.
“Cocinar no debería enfermarte. Es tan importante lo que comemos como dónde lo cocinamos”, destaca Tomás Beutin, también cofundador de KANKAY, que ya vendió más de 70.000 piezas en Argentina y exporta a ocho países.
En un escenario donde la alimentación consciente gana protagonismo, el cambio de sartén se vuelve un gesto pequeño, pero significativo.
Teflón vs. Hierro: los datos clave
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99% de los humanos tiene PFAS en sangre.
Fuente: CDC, National Report on Human Exposure to Environmental Chemicals (2019). -
Décadas o siglos es el tiempo que estos químicos pueden permanecer en el ambiente.
Fuente: EPA, 2022. -
+100 años: la vida útil de una sartén de hierro bien cuidada.
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0% químicos: el hierro no contiene PFOA, PFAS ni otros recubrimientos.
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100% industria nacional: las sartenes de hierro de KANKAY se fabrican íntegramente en Argentina.
at redacción Marie Claire
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