Se viene fin de año y ya sabemos lo que eso significa. Reuniones, comidas que arrancan a la tarde y terminan a la madrugada, calor, brindis, pan dulce y un desfile interminable de platos ricos. Todo suena tentador y lo es, pero también puede traer cierta culpa, sobre todo si venís cuidándote durante el año.
Diciembre no da respiro. A veces da la sensación de que todo gira en torno a la comida, y entre tantas celebraciones, es fácil perder el equilibrio ¿Te pasó de llegar a enero sintiéndote hinchado/a, con malestar o incluso frustrado/a por haber soltado la rutina saludable?
La buena noticia es que se puede disfrutar sin caer en los excesos. No se trata de restringirse ni de contar calorías todo el tiempo. Se trata de encontrar una forma más amable y realista de atravesar esta época.
Comer por compromiso o por presión social
Hay un clásico que se repite en casi todas las mesas argentinas: “¡Dale, probá un poquito más!”. Y así, entre la receta del vitel toné de mamá, la ensalada de la tía y los brindis con los compañeros del laburo, terminamos comiendo más por obligación que por disfrute.
Es normal sentir que hay que decir que sí a todo. A veces por educación, otras por no “quedar mal”, y muchas veces porque pensamos que total “ya está, ya arranqué, qué importa”. Pero ese piloto automático no nos juega a favor.
¿Qué se puede hacer?
-
Comé algo antes de salir: llegar con hambre a una fiesta es como ir al súper sin lista y hambre: todo parece buena idea.
-
Elegí lo que más te gusta: no hace falta probar todo. Hacé una pausa y preguntate: ¿Esto lo quiero o lo como por compromiso?
-
Escuchá a tu cuerpo: si estás lleno o estás llena. No necesitás justificarlo.
-
Disfrutá sin apurarte: comer lento, saborear, charlar. No hay apuro.
Truquitos simples para disfrutar sin sobrecargarse
No hace falta “portarse bien” ni vivir a ensalada. Alcanzan algunos ajustes para sentirte mejor sin dejar de festejar.
-
Organizá tus comidas del día: si sabés que a la noche hay cena pesada, elegí opciones más livianas y frescas durante el día.
-
Sumá snacks saludables: fruta, yogur, frutos secos. Así evitás picotear cualquier cosa entre reunión y reunión.
-
Tomá agua: el calor y el alcohol deshidratan. Tener una botellita a mano es un hábito simple que ayuda mucho.
-
Permitite lo que te gusta: comer pan dulce o brindar con sidra no arruina nada. Lo importante es no sentir que es “todo o nada”.
-
Movete, aunque sea poco: no hace falta ir al gimnasio. Una caminata, bailar con música navideña o jugar con los tuyos cuenta.
Y sobre todo, recordá que la comida también es emoción. Forma parte de nuestras tradiciones, de los vínculos, de los recuerdos. No hay que pelearse con ella, sino encontrar una forma más tranquila de relacionarnos.
Cuando el tema de peso ya viene de antes
Para algunas personas, diciembre no es solo un desafío por las fiestas, sino porque cargan con un camino propio vinculado a su bienestar y a cómo se sienten con su cuerpo. Si ese es tu caso, es lógico que esta época te genere ansiedad o miedo de perder lo que lograste.
Y ahí es donde cobra sentido buscar apoyo. A veces no alcanza solo con la fuerza de voluntad, y está bien pedir ayuda.
Hoy hay opciones médicas que no implican cirugía ni tratamientos invasivos. Algunas personas recurren al balón gástrico Spatz3. Es un método clínicamente probado que ayuda a reducir el apetito y mejorar los hábitos de forma gradual. Es una herramienta, no una solución mágica, y siempre debe ir acompañada de seguimiento profesional.
El punto es: no estás solo/a, y cuidarte también puede significar elegir opciones seguras y sostenibles.
Más allá de diciembre, el desafío real
La clave no está en lo que hagas el 24 o el 31, sino en el resto del tiempo. Una comida no define tu salud, pero los hábitos sí.
-
Comé más casero: no es necesario cocinar gourmet, pero sí priorizar lo natural por sobre lo ultraprocesado.
-
Sumá movimiento: lo que puedas, cuando puedas. El cuerpo lo agradece.
-
Dormí bien y bajá un cambio: el estrés y la falta de sueño afectan más de lo que pensamos.
-
Hacé chequeos de rutina: salud es prevención también.
Lo más importante es que lo que elijas hacer te haga bien, no solo al cuerpo, sino también a la cabeza.
Disfrutá sin culpa con la mejor forma de cerrar el año
Las fiestas son para celebrar, no para castigarse. No tienen que ser una trampa de excesos, ni un campo de batalla entre placer y control. Hay un punto medio que se puede alcanzar sin tanta exigencia.
Podés brindar, comer lo que te gusta, reírte con tu familia y aún así sentir que estás cuidando tu bienestar. No hay un “todo o nada”. Hay una forma más amable, más consciente y más realista de vivir esta época.
Así que este diciembre, elegí con intención. Brindá por lo que lograste, por lo que te falta, por tu cuerpo, por tu salud, y por darte el permiso de disfrutar.
at Martin Plagnet Ochoa
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.

Comentarios