En el mundo de la belleza, pocas transformaciones son tan impactantes como la de una piel que logra superar el acné y revela su versión más saludable. Para quienes enfrentan brotes persistentes, encontrar un camino efectivo va más allá de lo estético: se convierte en un acto de autocuidado consciente.
CÓMO CUIDAR LA PIEL CON ACNÉ
La clave está en comprender que cada piel habla un idioma propio y merece una rutina personalizada que equilibre purificación, hidratación y calma.

La primera etapa en este proceso consiste en limpiar profundamente sin agredir. Las fórmulas con ácido salicílico y niacinamida ayudan a desobstruir los poros y reducir la inflamación. En esta fase, menos es más: evitar la sobreexfoliación es fundamental para no comprometer la barrera cutánea.
CONTROLAR EL BROTE LUEGO LA RUTINA
Una vez controlados los brotes, es momento de devolverle luminosidad y uniformidad. Los sérums con vitamina C y retinol, aplicados con moderación, trabajan sobre marcas post-acné y estimulan la renovación celular.

Complementar con protección solar diaria es el paso que muchas olvidan, pero que marca la diferencia entre sanar y volver a empezar.
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