Control coercitivo: el primer paso de la violencia doméstica
Un concepto logra identificar y enmarcar las pequeñas acciones que suelen indicar una consecuente violencia de género en el hogar. Según varios expertos, este concepto podría revolucionar la comprensión y el abordaje de la lucha de las mujeres.
El concepto de control coercitivo emerge como una dolorosa verdad en el contexto de la violencia domestica de género, una de las batallas sociales más importantes que enfrenta la Argentina desde hace décadas. Pero más allá de una simple cuestión de poder, esta revela como un oscuro entramado de juegos psicológicos y manipulaciones logran oprimir a las víctimas hasta el hecho de hacerlas rehenes de sus propias vidas.
Las cicatrices del control atraviesan los hogares sin necesidad de dejar un ojo morado por su paso, pero desencadenando en enfermedades neurológicas, baja autoestima, depresión y en su peor caso: suicidio femicida.
Ursula dice que no vale nada, y que ella sola quiere controlar la forma en la que se viste. Aunque su pareja cronometra su tiempo en la ducha… le pregunta constantemente a quien envía mensajes, no le permite ver a su familia, y la amenaza frente a sus hijos.
Violencia de genéro digital: en qué lugar se encuentra Argentina frente a esta problemática
Estas acciones, lejos de ser actos aislados, conforman un “continuum”, según Betina Cabrera Fasolis, Directora del Observatorio Nacional Mumala: “Las primeras redes que se pierden son las de contención entre los pares, los amigos, y luego la familia. Una vez producido el total aislamiento, comienza la perdida de autonomía, el no poder salir solas a la calle o a turnos con el doctor; lo que desemboca en una total perdida de la autoestima que esquilma permanentemente esa subjetividad en términos de menospreciar y convencer a la victima de que sin el victimario no sería nadie, o capaz de hacer nada”.
El control coercitivo refiere a un sistema de dominación que puede extenderse durante años, e incluso décadas después de la separación física de los pares que no necesariamente deben estar activamente en un vínculo afectivo. Si bien lo más usual es que el victimario se presente como la pareja o la ex pareja, en sus diferentes niveles (marido, ex marido, novio, ex novio, amante o ex amante), existen otros núcleos afectos que propagan la valoración desigual de las mujeres y estos se pueden encontrar directamente en ambientes laborales, parentales, es decir desde los progenitores a sus hijas, o desde el abusador a su víctima.
Femicidios: una víctima de violencia de género cada 26 horas en 2023
Los agresores utilizan el acoso, el control de las relaciones sociales, las amenazas, la apropiación de los recursos financieros, la vigilancia, el acecho e incluso a los niños de la familia para controlar el comportamiento de las víctimas, ya sea en el trabajo, en la escuela o en las redes sociales.
Según Andreea Gruev-Vintila, profesora de psicología social en la Universidad de Paris Nanterre y autora del primer libro de referencia sobre este tema en Francia, las victimas de estas violencias y sus hijos están inducidos a vivir en “un temor constante, donde se ven afectados muchos de sus derechos… comenzando por la dignidad y la autodeterminación”. Ante el fracaso de los enfoques que definen la violencia domestica a partir de actos episódicos, los legisladores, los magistrados, las fuerzas del orden y las asociaciones francesas comenzaron a abordar la noción del control coercitivo en su país; hecho que podría revolucionar la comprensión y el tratamiento de las violencias intrafamiliares en Francia; pero diferente es la situación de Argentina.
Según los datos, estadísticas y conocimientos de la asociación federal Mumala, en nuestro país, el índice de personas que denuncia un acto de violencia de género es el triple en relación a los casos que terminan en homicidio. Es decir, estas mujeres han invocado a las instituciones para tomar cartas en el asunto, pero la vacancia sigue presente dentro de los estados y los gobiernos que han tenido el poder de hacer algo al respecto.
El control coercitivo, un nuevo concepto esencial para combatir la violencia doméstica
Entender la complejidad de la violencia de género y sobre todo de violencias como estas que parecieran ser más leves por ser invisibles físicamente, exige una mayor atención por parte de la civilización, del gobierno, y de la víctima en si misma para reconocerlo y rastrear el “continuum” antes de que la espiral comience a ascender sin parar. Pero sobre todo, hay que aprender a rastrearlos en el marco de un vínculo afectivo, ya que según Cabrera Fasolis: “Ahí es donde se mezclan las cosas. Una rápidamente se da cuenta cuando la violencia viene de un desconocido, me gritan algo en la calle y se me defender. Ahora, que difícil se pone entender que mi pareja ejerce un control coercitivo hacia mí porque me pide casualmente que no use algún top”.
Para una mujer o disidencia ir a denunciar un hecho de violencia física es más fácil habiendo identificado peligro en nuestras vidas, pero denunciar un hecho de violencia psicológica o económica resulta casi impensable, entendiendo que si bien las leyes están, que se ejerzan es otra historia.
En los últimos años, la noción de control ha sido adoptada por los tribunales, contribuyendo a la toma de conciencia de los mecanismos de dominación ejercidos por una persona sobre otra. Pero el control coercitivo evita cargar a la víctima con la responsabilidad de la denuncia, que podría parecer ganada a la causa del autor de las violencias.
En medio de este panorama, organizaciones como Mumala, Ahora Que Si Nos Ven o Feminacida, se alzan como faros de esperanza y apoyo. Su trabajo incansable en la concientización, la asistencia y la defensa de los derechos de las mujeres es fundamental en la lucha contra la violencia de género en todas sus formas; contando con un papel crucial en la denuncia y la sensibilización sobre esta problemática. La responsabilidad de informar con sensibilidad y empatizar se vuelve a un más importante en un contexto donde la voz de las victimas a menudo queda silenciada, y los presupuestos nacionales que en algún momento fueron brindados por el gobierno quedaron recortados.
El desafío de erradicar la violencia de género y el control coercitivo en Argentina es uno que nos concierne a todos y requiere un compromiso colectivo para desafiar las normas sociales arraigadas y promover una cultura de respeto y equidad. Solo entonces, podremos construir un futuro donde las todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de miedo y violencia.
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