Charo López: “Soy una infiel del escenario”

Me gusta pensar en lo que hay detrás del personaje, en el pulso vivo de quien, con un chiste, nos sostiene el día en pie. Es imposible pensar en Charo López sin que vengan a la mente alguna de sus expresiones o personajes: una de las chicas de Sex and the Munro, Paloma en División Palermo, o la evocación del nombre Dilommm. Sus personajes, y ella misma, son el resultado de un gran trabajo actoral y de lo que ella define como “calle, cordón y vereda”.

El humor en Charo no es un oficio, es instinto. Desde chica, disfrazarse y crear personajes era su forma de respirar, desde las tardes eternas jugando con sus primas hasta sus primeras clases de actuación en Lomas de Zamora. Ahí entendió que el teatro no eran solo tablas, era posibilidad. A los 17 años cobró su primer sueldo actuando y pensó: “Esto puede ser mi vida”.

Lo suyo no es hacer humor por obligación, sino entregarse sin esfuerzo. Cada show en el que se presenta lo hace de manera orgánica, permitiéndose absolutamente todo: desde no tener ganas hasta explotar de energía por hacerlo. Su autenticidad la define. No hay artificios: vemos lo que vemos.

-¿Por qué elegiste hacer humor?

-El humor está presente en mi día a día, siempre lo estuvo. Nunca estuve segura de si podía hacer otra cosa, porque siempre me relacioné desde ese lugar y me interesa rodearme de gente que también lo tiene. La mayoría de los humoristas sufren muchísimo. Me encantan los memes que dicen: "Los mejores traumas familiares se convirtieron en el mejor chiste". Para mí, el humor es una vía de escape orgánica de algo oscuro. Se genera una descarga física cuando uno se ríe, y poder generar eso es especial. No trabajo el chiste para que el otro se ría. Me fui dando cuenta de que la clave es no forzar nada, que la risa llegue sola, si llega, y si no llega, está todo bien también

-¿Cómo es el rol de la mujer dentro de la comedia?

-En Argentina hay una fuerte cultura de comediantes, pero históricamente las mujeres fueron acompañantes de los humoristas masculinos. Sin embargo, tenemos referentes increíbles como Juana Molina, Niní Marshall, Moria Casán y, en la actualidad, hasta Juliana Gattas tiene su propia forma de hacer humor. Estas figuras marcaron y marcan hoy una diferencia abismal en la manera de hacer humor. Personalmente prefiero enfocarme en la grandeza de las humoristas que admiro y en el trabajo que hicieron. Moria es un gran ejemplo de perseverancia. Coca Sarli también. Me enorgullece vivir en un país donde las heroínas son nuestras abuelas, y a partir de ahí, las mujeres tenemos un ejemplo claro para seguir peleando.

"No trabajo el chiste para que el otro se ría. Me fui dando cuenta de que la clave es no forzar nada, que la risa llegue sola si llega, y si no llega, está todo bien también".

-¿Cómo describirías la palabra éxito en la actuación?

-El éxito lo percibo como una respuesta: cuando algo funciona y la gente reacciona a eso. Tiende a darte un subidón de energía porque la respuesta suele ser positiva y te deja ahí arriba, pero elijo no caer en la idea de que el éxito es mejor que la falta de éxito. Me da miedo pensar en la dependencia que se puede generar, y prefiero no quedar atrapada en eso.

-¿Para vos qué es la fama?

-Veo mucha gente que busca la fama desesperadamente, como si fuera capaz de cubrir vacíos. Pero la fama es intermitente: termina el show y volvés a casa a ponerte el jogging y comer un pebete frío. Esa parte de la fama no se ve, hay un concepto erróneo de lo que realmente implica.

En mi caso, siento que la gente que me sigue me acompaña mucho en esta idea de terminar en mi casa en jogging comiendo un pebete frío (risas), y eso me resulta orgánico. Mi público es orgánico conmigo. Para mí, es importante no correrse de la realidad. La fama es un momento, y después tenés que seguir con tu vida real.

-¿Cómo funciona la dinámica de trabajo con otros humoristas?

-Me gusta crear dinámicas en donde nos hacemos reír mutuamente, como me pasa con Noelia Custodio. Constantemente nos buscamos para hacernos reír. Una se pone una máscara sin que la otra lo sepa, nos matamos de risa y ahí surge algo natural, que no está pensado. Me gusta trabajar con personas que, desde afuera, parece que somos amigos, porque es así. No se puede fingir la naturalidad con la que trabajamos.

-¿Cómo es Charo en solitario?

-Llevar un espectáculo sola es diferente. Te permite hacer los caprichos que quieras sin que nadie tenga que soportarlos. Me gusta la experiencia de llevar algo sola, aunque lo hago poco porque el desgaste es grande, requiere mucha energía estar en solitario. Sin embargo, también disfruto trabajar con otros. Siento que es casarse muchas veces. Soy una infiel del escenario. Ahora estoy en una etapa en la que me permito experimentar sola, aunque nunca estoy realmente sola, porque siempre hay un equipo que hace que un show se pueda hacer.

"Me enorgullece vivir en un país donde las heroínas son nuestras abuelas, y a partir de ahí, las mujeres tenemos un ejemplo claro para seguir peleando".

El humor en Argentina tiene una identidad propia: irreverente, visceral, profundamente conectada con la calle y la cultura popular. No es un humor complaciente, sino uno que expone contradicciones, juega con lo absurdo y, muchas veces, transforma el dolor en carcajadas. Más allá del formato, los humoristas que logran conectar con su público son aquellos que, como Charo, entienden que el humor no es una técnica aprendida, sino un instinto que, cuando se ejerce con libertad, encuentra su mejor versión. 

Texto: Federico Velenski

Fotos: Juan Jauregui.
Estilismo y producción: Los García.