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Foto: CeDoc
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La visión creativa de Sylvio Giardina: desde Roma exploración única y espíritu sustentable
Desde su atelier romano, el diseñador transforma sus creaciones en un lenguaje emocional. Su trabajo une oficio, pasión y una búsqueda estética que nunca se detiene.
Nacido en París y criado entre Sicilia y Roma, Sylvio Giardina es uno de esos creadores que escapan a las etiquetas. Formado en Bellas Artes y luego en la Accademia di Costume e della Moda di Roma, encontró en la alta costura un territorio donde fusionar arte, técnica y emoción. Pasó por el legendario atelier de Fernanda Gattinoni, fundó junto a Antonio Grimaldi la firma Grimaldi-Giardina y se convirtió, con los años, en uno de los guardianes más sensibles de la tradición sartorial romana. Lejos de las imposiciones comerciales, hoy trabaja de manera independiente, explorando proyectos que combinan experimentación textil, sustentabilidad y un enfoque casi escultórico. Su obra es una búsqueda constante de belleza, precisión y libertad creativa. En esta entrevista, Giardina repasa su recorrido, reflexiona sobre la moda contemporánea y revela qué lo inspira a seguir creando.
Sylvio Giardina nació en París pero se crió entre Sicilia y Roma, ciudad donde se inició en el universo fashion.
-¿Cuándo descubriste que la moda era tu destino?
-Creo que la moda me eligió a mí, y no yo a ella. Estaba en mi ADN. De chico veía a mi madre elegir telas especiales y mandarlas a coser a París. Ese mundo me marcó sin que yo fuera consciente, aunque en ese momento mi sueño era convertirme en artista plástico. Hoy entiendo que esa sensibilidad temprana por los materiales, los colores y las formas fue el verdadero inicio de todo.
-¿Cómo pasaste del arte a la moda?
-Siempre quise ser un artista famoso y dedicarme a la pintura o la escultura, pero descubrí que la moda también transmite emociones profundas. Una prenda puede generar sensaciones tan poderosas como una obra en un museo. Ese vínculo entre técnica y emoción es lo que terminó llevándome hacia el diseño.
Prefiere sus proyectos artísticos a los desfiles. Su creaciones llevan horas de trabajo artesanal y están hechos con materiales suntuosos.
-¿Qué significaron para vos los años en Gattinoni y el nacimiento de Grimaldi-Giardina?
-Gattinoni fue mi verdadera escuela. Allí aprendí a coser, a moldear una tela, a reconocer su caída y su carácter. Esos seis años me dieron una base sólida que todavía hoy sostiene todo mi trabajo. En ese atelier conocí a Antonio Grimaldi y juntos decidimos crear nuestra propia marca. Como no nos aceptaban en el calendario oficial de Alta Moda Roma, nos adelantamos un día y desfilamos igual. Fue un gesto audaz para la época: enfrentarte a una organización poderosa no era común. Y funcionó. Tanto que nos copiaron. Tuvimos tal repercusión que años después, con el apoyo de Emanuel Ungaro, llegamos a desfilar en París, algo impensado para dos jóvenes diseñadores romanos.
-¿Por qué decidieron separarse?
-Porque crecimos de manera distinta. Después de muchos años, dos creativos pueden necesitar lenguajes propios. No hubo conflictos; simplemente nuestras búsquedas ya no coincidían. Para mí fue un momento de introspección: necesitaba entender quién era sin la estructura de un dúo creativo.
“Cada colección es un diálogo íntimo entre el arte y mi propia historia. Necesito sentir que cada pieza posee un alma, una energía propia.”
-Tus últimos proyectos se acercan más al arte que al formato tradicional de colección. ¿Cómo nacen?
-Nacen de manera diversa pero siempre de la necesidad de libertad. Mis colecciones son pequeñas pero preciosas: uso materiales complejos, bordados, recortes de alta moda, y todo eso exige tiempo y dedicación. No quiero pertenecer a ningún grupo que me indique qué hacer. Prefiero pensar cada prenda como un objeto artístico. Los desfiles, muchas veces, despersonalizan la pieza. En cambio, mis proyectos permiten detenerse en el detalle, en la construcción, en la idea detrás de cada forma.
-¿Es costoso producirlos?
-Muchísimo. Cada proyecto puede llevar meses y la dedicación de cinco personas recortando, clasificando y recomponiendo tejidos. Uso desde telas de forrería hasta brocatos carísimos, mezclados de forma que creen volumen y textura. Es un proceso artesanal que hoy casi no se ve. Roma aún conserva esa tradición única: artesanos que trabajaron para Valentino o Fendi y que sostienen un saber que no debería perderse. Por eso me duele que ya no existan los desfiles de Alta Moda en la ciudad. París y Roma son, para mí, las únicas capitales donde la alta costura sigue siendo auténtica.
“La verdadera fuerza creativa nace de la fragilidad.”
-¿Qué aprendizajes te llevás de tu recorrido?
-Que no hay creación sin conocimiento técnico. Aunque muchos hablen de inspiración, la base está en entender el material: cómo cae, cómo se comporta, qué permite y qué no. Eso lo aprendí en Gattinoni y lo confirmé trabajando en accesorios que vendimos en todo el mundo. La experimentación es esencial, aunque no siempre siga una lógica comercial.
-¿En qué ciudad y época te hubiese gustado vivir?
-Sin duda en Londres durante los años 60, había una búsqueda inigualable de todo lo artístico. -Una prenda que te obsesiona. - No soy de obsesionarme pero seguramente sería el blazer. Amo las chaquetas. -¿Qué colección recordás con más cariño? -Lover’s (2017). La hice pensando en parejas que transformaron la moda y el arte: Yves Saint Laurent, Anna Magnani y Rossellini… figuras icónicas que dejaron huellas imborrables. Fue muy emocional, casi un homenaje.
“Cuando diseño aparece una intensidad que no sé explicar: técnica, oficio e intuición en un solo gesto.”
-¿Actualmente hay algún creador que admires en particular?
-Ninguno en particular pero miro con mucho interés lo que está pasando en las Fashion Weeks de Berlín y Londres, los nuevos diseñadores y las escuelas que los forman porque me resulta muy interesantes su manera de reflejar lo contemporáneo.
-Tus colecciones tienen una fuerza particular. ¿De dónde nace?
-Soy tímido, pero al crear surge una energía que no tengo en la vida cotidiana. Es como si la prenda se volviera un puente entre mi interior y el mundo. Esa intensidad viene de mi pasión por lo que hago y de la libertad con la que trabajo hoy.
-Tu enfoque es casi arquitectónico. ¿Por qué?
-Porque para mí una prenda es una escultura. Tiene estructura, peso, movimiento. No pienso solo en cómo se ve, sino en cómo ocupa el espacio y dialoga con el cuerpo.
“La moda me eligió antes de que yo pudiera elegirla.”
-¿Qué tipo de mujer te inspira?
-Las mujeres que viven con pasión, con libertad y con coraje. Me interesa la diversidad: sus edades, sus historias, sus formas. Vestir a una mujer es acompañar su manera de estar en el mundo.
-¿Qué preferís recordar: errores o éxitos?
-Las imperfecciones. Cuando las ves podés corregirlas; los éxitos solo te dan un instante de felicidad. La evolución viene del desafío, nunca de la comodidad.