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Food | 22-09-2025 08:02

Jazmín Marturet, creadora de MN Santa Inés: "Toda mi familia es artista y eso se refleja en mi cocina"

Jazmín Marturet convirtió una antigua panadería en La Paternal en un restaurante donde cada plato cuenta una historia. Reconocido por la Guía Michelin, MN Santa Inés es un manifiesto de sabores, sensibilidad y libertad creativa.

Fernando Gomez Dossena

Jazmín Marturet convirtió una antigua panadería en La Paternal en un restaurante donde cada plato cuenta una historia. Reconocido por la Guía Michelin, MN Santa Inés es mucho más que una joya barrial: es un manifiesto de sabores, sensibilidad y libertad creativa.

Por fuera, un espacio discreto. Por dentro, una sinfonía de aromas, texturas y pequeños fuegos. En MN Santa Inés, Jazmín Marturet no sólo cocina: narra, transforma y emociona. Cada plato, servido en porciones generosas y de estética cuidada, es parte de un recorrido que mezcla memoria afectiva, viaje sensorial y compromiso con el entorno. “Mi cocina es ecléctica, cálida y sabrosa”, dice, con una sonrisa que revela tanto humildad como pasión.

Una fusión de saboresd única, platos homemade con picante y un toque muy especial.

Marturet nació en Buenos Aires y se crió entre Villa Crespo, Caballito y Floresta. Su primer contacto emocional con la cocina fue múltiple: “Tengo muchos recuerdos, pero seguramente todo empezó antes... cuando les cocinaba a mis peluches o a los bichos del jardín”. Su abuelo, Hialmar, también dejó marca y recuerda: “La merienda con jugo de tomate y queso azul que me daba él es algo que nunca olvidé”. Su infancia también sabe a caramelos Media Hora, frutos rojos de Bariloche y queso y dulce en la casa de su abuela Alicia.

Egresada del IAG, trabajó en cocinas de México, Estados Unidos y distintos rincones de Argentina. Se dedicó muchos años al catering y llegó a cocinar para festivales y shows internacionales. “Aprendí a ser eficiente, efectiva y ordenada. A que lo que haga, lo tenga que hacer súper a la primera”, afirma. Pero hubo un momento en el que se sintió vacía. “Me di cuenta de que necesitaba un cambio. Tenía mucha curiosidad sobre lo que pasaba en un restaurante y quería ver a las personas comiendo. Sentir eso”, explica. Esa necesidad dio nacimiento a MN Santa Inés, un restaurante que abrió hace seis años en una ex panadería de la Paternal, recuperada a pulmón junto a su familia.

“Toda mi familia es artística. Creo que eso está en los colores que elijo, en cómo presento, en la recuperación del espacio, en cómo visto el restaurante con lo que tengo a mano”.

“El horno es el alma, y la cocina es el corazón. Somos los guardianes del horno”, dice con convicción. Su carta cambia cada cinco semanas y está pensada como un universo en miniatura. Siempre hay un plato criollo, uno clásico y otro con guiños asiáticos. Siempre hay fruta, picante, una opción vegana y esa mezcla tan suya de acidez con dulzura natural. “El equilibrio entre lo gourmet y lo sustentable empieza en el momento de hacer las compras y atraviesa todo nuestro trabajo. Es con responsabilidad”, afirma.

Su cocina está llena de especias: cardamomo, coriandro, canela, picantes secos, anís, clavo, nuez moscada y leche de coco. También de recuerdos. “Los viajes son el 80 por ciento de lo que pongo en el plato. Todo lo que vivo, todo lo que pruebo, termina ahí.” Brasil, Perú, Chile, México, Uruguay, Estados Unidos, Europa, Asia: la geografía de su experiencia se condensa en el plato, que también es un mapa emocional.

“Lo que me emociona de la cocina es lo mismo de siempre: los colores, las texturas, las formas de las frutas y verduras. Me parece un juego mágico. Me asombra que un corte distinto ya cambie el resultado de un plato”. Esa curiosidad lúdica también se expresa en la presentación de sus platos: heredó de su familia una fuerte sensibilidad estética. “Toda mi familia es artística. Creo que eso está en los colores que elijo, en cómo presento, en la recuperación del espacio, en cómo visto el restaurante con lo que tengo a mano”, acota.

Este año, MN Santa Inés fue distinguido por la Guía Michelin en la categoría Bib Gourmand, que premia la relación precio-calidad. “Fue un reconocimiento enorme a la constancia, al esfuerzo, a la exigencia que le puse a mi profesión. Y también un orgullo por las cocinas, los colegas y la gastronomía argentina”.

Jazmín Marturet no busca deslumbrar: busca conectar. Y lo logra. Porque para ella, cocinar es crear con sentido. Y en MN Santa Inés, cada plato es un acto de amor, de memoria y de presencia.