El encuentro, el deseo y el sexo en la era de la madurez
Hace rato que hablamos de revolución silver, pero ¿cómo se tejen las relaciones en esa “nueva longevidad”? ¿Qué rol juegan las apps de citas? ¿Y la pandemia? ¿Y las fantasías? Historias y expertos nos ayudan a entenderla.
La pandemia que, entre otras cosas, interrumpió los encuentros y las nuevas relaciones amorosas y sexuales llama a la reflexión sobre un segmento en particular: las personas mayores de 50.
¿Cómo afectó ese contexto de hiper virtualidad a quienes no son nativos digitales? Y más aún, a la tercera edad. ¿Hay nuevas maneras de encontrarse para este rango etario?
Encuentros cercanos de todo tipo
“La necesidad del encuentro, de vincularse sexoafectivamente es una necesidad vital y saludable”, dice la licenciada Mariana Fernández Pando (MN 24799), psicóloga especializada en tercera edad y agrega que el ser humano ama hasta el último instante: da y recibe amor. Y esto, además, repercute en su salud física y mental.
Y es por eso que acá hablamos de todas las personas mayores de 50: solteros y solteras, con uno o varios divorcios, personas viudas y también quienes están en una relación abierta o preguntándose, a tono con el clima de época, por sus deseos más profundos, quizá como nunca antes.
“La fantasía es pensar que el sexo de juventud es mejor. Yo atravesé la menopausia en estos años, y sin embargo desde el minuto cero hubo buen sexo.”
Besos, abrazos, caricias. Nuevas relaciones o la misma relación que se fue renovando a lo largo de distintas etapas vitales. El amor es una dimensión clave para sentirse saludable. Y quienes no tienen pareja, lo buscan: como un vínculo fugaz, o no.
Por la pandemia, durante un buen tiempo no estuvieron habilitados los clubes de tango, los conciertos de jazz, los clubes de cata de vinos o los salones para aprender salsa, los encuentros para aprender idiomas en un centro de jubilados.
Y entonces, “la vida digital se impuso entre las personas mayores con más vigor que antes”, opina Olga (59), divorciada y madre de 4 hijos que ya no viven con ella. La mujer, enfermera de profesión, remata con orgullo: “No se lo digo ni a mis amigas, pero estoy en Tinder ¡Y soy muy feliz!”.
El testimonio y el contexto, en donde esto resulta más visible de pronto a la luz de la vida digital, da una pista acerca de algunos replanteos necesarios. El paso de los años no tiene porqué significar la pérdida de las expresiones de amor y sexualidad. Y en un sentido más amplio, es necesario revisar el concepto de lo qué es “la vejez”, de sus intereses y su potencial.
La psicóloga Fernández Pando cuenta que, sin embargo, no todo es tan sencillo y en que en su consulta aparecen problemáticas recurrentes. “Lamentablemente, muchas veces las personas maduras que quieren a volver a transitar un vínculo amoroso o sexual encuentran en sus familias un gran obstáculo emocional”.
Su entorno más cercano no está de acuerdo con las nuevas relaciones, descalifica a quien comienza una relación afectiva con su madre, padre, pariente y esto complica las cosas. “Todavía hay un gran prejuicio en este sentido, de ver a ciertas relaciones como un atentado a normas morales de la familia o traición al padre muerto, por ejemplo, cuando en realidad el mantenerse vinculado con pares es de suma importancia para el bienestar de esa persona”.
Otros prejuicios tienen que ver con que las mujeres salgan con personas de menor edad. Sin embargo, cuando ocurre al revés al hombre se lo felicita por lo bajo. Los cimientos de esa vieja sociedad, por suerte, están cambiando. Pero aún falta mucho camino por recorrer.
Viajar, amar y matchear a partir de los 55
Match, Tinder, Happn, Badoo, Zona Citas, Two son las apps más populares para este segmento de más de 55 años. También funcionan como espacio de interacción para conocer personas y vincularse los grupos cerrados de conversación a partir de experiencias en común como los viajes o los mini tours de fin de semana.
Ludmila Marcote es directora de Viajes en Compañía, una agencia de viajes especializada en “Turismo senior”. “La comunidad creció en los últimos años a pasos agigantados. Hay muchas ganas de encontrarse, de construir nuevas relaciones, amistades, a veces amores. Con los hijos grandes y la actividad laboral en un segundo plano, es un grupo vital que busca diversión, nuevas experiencias y compañía”, señala.
“Por eso, mientras transcurrió la pandemia, y no se pudo viajar, nos abocamos a alimentar formas alternativas de encuentro para nuestros clientes y así armamos un espacio dentro de la web que en breve será una app dedicada especialmente a citas”, cuenta con entusiasmo.
Las dificultades a la hora de manejar la virtualidad y las redes sociales es una realidad que toca más a las generaciones de 70 y 80 años, ya que los de 50 y 60 lo absorbieron a través de los hijos o sobrinos más jóvenes. “Es importante que la familia entienda que explicarle al abuelo, a su ritmo, es regalarle la posibilidad de mantenerse afectivamente cerca y la oportunidad de alimentar su red de pares. Muchos van perdiendo a sus amigos y comienzan a sentirse solos”, subraya la terapeuta Fernández Pando.
El “sexting” también es un posibilidad válida y real para este segmento, aunque a veces puede estar escondiendo un cierto temor al encuentro físico.
“Aunque existe el prejuicio de participar de redes y las apps de citas para conseguir pareja o acercarse a alguien debemos despegar un poco de las fantasías - continúa la psicóloga-. Por un lado, de que el otro que me está esperando es mejor que el que acabo de conocer y por eso no profundizar en el vínculo, pasar rápido de página y matchear frenéticamente. Y por el otro, distinguir que la imagen y la minibio no es todo. Aunque lo pasional existe a cualquier edad, muchas veces se producen solo encuentros sexuales, cuando en realidad hay más potencial en el encuentro de dos personas solas”.
El “sexting” también es un posibilidad válida y real para este segmento, aunque a veces puede escondiendo un temor al encuentro físico. “Si hay diálogo, conexión real y confianza, hay que animarse al encuentro porque es saludable, aun cuando después no prospere el vínculo”, asegura la profesional.
El médico sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff señala que con los avances actuales se puede tener una sexualidad plena a cualquier edad. Eso sí, no será “igual que a los 20“. Se dará en otra frecuencia, con otras características, más autoconocimiento y habrá que apuntar a “más a la calidad que a la cantidad”.
Para él, el gran secreto es conectarse con el propio deseo y poder empatizar con la persona con la que nos vinculamos sexoafectivamente sin mochilas. Soltar estructuras y expectativas para abrirse de manera plena y honesta. “El sexo en la madurez es una invitación a la creatividad”, asegura y agrega: “A esta edad hay ‘arranques’, restos creativos, románticas pasiones, ternuras, amores tardíos con aspectos ligeramente juveniles… Además, pueden presentarse pasiones intensas, y a veces, la necesidad de ‘transfusiones’ juveniles con amantes de 20 o 30 años que son muy lindas, pero en general poco duraderas”.
Es decir, el deseo sexual no se termina, aunque la genitalidad pueda mermar o merme. Es un mito que el adulto mayor no tiene sexo, una fantasía de los hijos acerca de que los padres no tienen sexo, pero todos tienen.
Todos los profesionales apuntan a esa misma idea. Lubricantes, elementos, fármacos, suplementos. Pese al paso del tiempo y su reflejo en lo físico, el sexo, el deseo sigue siendo parte esencial de la vida. Y, a esta edad, además, sin la posibilidad de un embarazo no deseado.
Por eso, aunque haya que despegarse de la idea del sexo desenfrenado que tanto nos gustó a los 20, las personas a los 80 pueden tener una vida sexual plena y gozosa si aceptan el paso del tiempo y las nuevas circunstancias físicas.
El amor en tercera vuelta: La historia de Georgina y Gerardo
La historia de Georgina y Gerardo podría resumirse en una frase surgida del testimonio de ambos y dicha casi al unísono: “Tenemos un amor más sabio”. Más libre, más elegido, más fluido.
Ellos tienen 53 y 52 años. Se conocieron por Tinder. Ambos divorciados habían decidido probar en pandemia un acercamiento a esta app de citas en la que estaban varios de sus amigos.
“Hay proyectos fundacionales como los hijos que ya no están y es un ensamble: armar de nuevo una vida en conjunto. Nosotros enseguida supimos que fluía, aunque siempre decidimos en función de las ganas de estar juntos un día, y al siguiente y al siguiente…”
Pero pronto vinieron las primeras vacaciones y fue natural un viaje juntos. Ahora conviven y los hijos de 19, 25 y 28, más una nietita de dos años por parte de ella forman parte de este amor y de esta familia “refundada” o como les gusta decir: “reconquistada”.
Salud, ganas, energía. Sin dudas, las iniciativas electrónicas tienen su correlato con la realidad. Más hombres y mujeres viven hasta los 90, tienen proyectos de todo tipo y quieren encontrarse.
“Lo que marcaría como gran diferencia entre amar y tener sexo con alguien a esta edad es que me siento más ‘construida’ que, a los 18 años, cuando conocí a mi primer marido. El segundo, que surgió de un reencuentro con un amigo de la infancia, la pasé muy mal. Este tercer intento, fruto de un ambiente completamente desconocido para mí, resultó ser más sencillo y pleno que nunca”, dice Georgina, que da talleres de escritura creativa para empresas.
Su encuentro con Gerardo, claro, no fue el primero en Tinder. Hasta encontrarse, ambos pasaron por muchos cafés y “malos tragos”, surgidos de la app de citas. “Una vez uno me preguntó por mis medidas y peso. Ahí nomás le contesté: ‘peso 150 kilos y mi ojo izquierdo esa de vidrio’”, cuenta Georgina, divertida.
Con Gerardo, el “match” no derivó en forma automática al encuentro físico. “Yo tenía que viajar y la verdad es que terminó siendo un beneficio, porque hubo tiempo de ahondar, charlar e ir lentamente. Esa especie de confianza hizo que el primer encuentro fuera maravilloso. En el plano sexual todo fue fácil, sin rollo, amoroso”, relata y agrega:
“La fantasía es pensar que el sexo de juventud es mejor. Yo atravesé la menopausia en estos años, y sin embargo desde el minuto cero hubo buen sexo. Obviamente no tengo el mismo cuerpo de mis 25 años, pero la mente de ahora es mucho más sensual y sexual. El disfrute tiene que ver con ser una persona con capacidad de disfrute, no con la edad”.
Madurez, vejez 2.0 o nueva longevidad, el cambio es evidente
Salud, ganas, energía. Sin dudas, las iniciativas electrónicas tienen su correlato con la realidad. Más hombres y mujeres viven hasta los 90, tienen proyectos de todo tipo y quieren encontrarse.
En Argentina son más de 6 millones las mujeres de más de 50 años y dentro de 20 serán 9 millones. Las mujeres de 60 años que antes eran solo “abuelitas”, hoy están en el gimnasio o de viaje con su grupo de amigas, estudiando francés o bailando tango los viernes.
¿Estaremos a la altura como sociedad para repensar, visibilizar y reflexionar sobre estos temas?
Está por verse. Por lo pronto, para muestra basta un botón: la periodista (y actual vocera oficial) Gabriela Cerruti (55) escribió el libro La revolución de las viejas (ed. Planeta) en pandemia, lo presentó en diciembre de 2020 en un vivo a través de su cuenta oficial en Instagram en donde tiene 126 mil seguidores.
Además, tiene presentados varios proyectos de ley para evitar la discriminación por cuestiones de edad, entre otras iniciativas similares. En el ámbito internacional se multiplican este tipo de esquemas e iniciativas que buscan darle su merecido lugar a las generaciones mayores (y cada vez más numerosas). Sin dudas, es hora de abrazar nuevos paradigmas, ya que aun más en este caso funciona ese antiguo lema: “nunca es tarde para cambiar”.
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