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SOCIEDAD | 07-09-2019 08:00

Menopausia: el último tabú

Nadie se refiere a este tema. Nunca. A pesar de que todas estamos destinadas a transitarlo. 

Su sola mención, para muchas personas, evoca vejez, miedo. Calores inmanejables. Gordura. Fin de la sexualidad. Es la menopausia, ese proceso en la vida de una mujer del que todavía se habla poco y que está cubierto por un aura de negatividad producto de la desinformación.

Claudia Rey, presidenta de la Asociación Argentina para el Estudio Climaterio, lo sabe. Por eso, enfatiza en varias ocasiones: “menopausia no es pasarla mal. De ninguna manera. Hay que dejar de tenerle miedo”

Pero para terminar con los prejuicios hace falta derribar barreras culturales. La primera de ellas: el silencio. Durante varias semanas, la autora de esta nota preguntó en reuniones de mujeres de 30 a 50 años qué sabían de la menopausia.

La respuesta generalizada era que provocaba “bochornos”, calores. Y nada más. La mayoría nunca había hablado del tema con su ginecólogo. Y muchas, ni siquiera con sus amigas, aunque superaran los 40 años y se estuvieran acercando cada vez más al fin de su menstruación.

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En los encuentros en los que también había varones, ellos no sabían nada de la menopausia ni de la andropausia, que es su propio proceso de disminución de capacidad sexual. Ni siquiera conocían la palabra.

“Hacemos chistes. Cuando una de nosotras dice que tiene calor aunque sea invierno, decimos que está menopáusica, pero ni siquiera sabemos si es verdad. No es algo que preocupe entre mis amigas, nunca lo hemos hablado en serio como para saber de qué se trata, qué nos va a pasar, tener detalles”, dice Sofía, una diseñadora de 41 años.

A Elsa, una jubilada de 69 años, la menstruación se le cortó a los 45 años producto del estrés provocado por la muerte de su pareja. Hasta entonces, sólo sabía que era el momento en que terminaba el ciclo menstrual, en que dejaba de ser fértil.

“Cuando me diagnosticaron no le di mucha bola, me quisieron dar hormonas y no quise tomarlas. La médica me explicó que era bastante común que las mujeres dejaran de menstruar después de una pérdida como la mía, que afecta a los sentimientos y a las hormonas. Es como que deciden secarse”, recuerda al citar la metáfora usada por su ginecóloga.

La menopausia no es un tema presente en las charlas familiares o entre amigas, ni constante en los medios de comunicación, lo que contrasta, por ejemplo, con la visibilidad lograda en los últimos años por la menstruación, otro tema que antes era tabú, gracias a campañas como la que realizó la organización Economía Feminista para evidenciar el negativo impacto del gasto en toallas y tampones en mujeres pobres.

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Hoy, la sangre en los anuncios de toallas femeninas dejó de ser azul y, por fin, se muestra en real tonalidad carmesí. En las redes sociales hay apenas un puñado de páginas o grupos de mujeres menopáusicas que comparten consejos.

En Argentina, un país a la vanguardia del feminismo, acaba de nacer No Pausa, la primera revista digital dedicada exclusivamente a la menopausia.

Es apenas una muestra de los vientos de cambios que hay sobre el tema y que son impulsados desde los consultorios por profesionales como la doctora Rey, quien advierte que es normal que una chica de 15 años no esté interesada en la menopausia, pero sí es mejor que desde que se es joven se sepa que la menopausia va a llegar entre los 47 y 55 años y que tiene consecuencias físicas y sicológicas.

Y lo más importante: que hay tratamientos efectivos para cada paciente y todos funcionan y mejoran su calidad de vida. La menopausia, insiste, no es ninguna maldición.

Las mujeres tienen que saber que los cambios van a venir antes o después de dejar de menstruar y que las variaciones hormonales comienzan y se aceleran a partir de los 40 años. Hay cambios internos a nivel de arterias y huesos, y externos por la redistribución de grasas.

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Rey, ginecóloga y especialista en climaterio, precisa que, en Argentina, el promedio de edad de la menopausia es de 51 años, exceptuando la llamada “menopausia precoz” que los especialistas definen con mayor precisión como una “falla ovárica precoz” que afecta a mujeres menores de 40 años y que puede deberse a causas genéticas o enfermedades severas.

También reconoce que el silencio, los mitos y prejuicios que aun rodean a la menopausia tiene que ver con la propia desinformación de ginecólogos que evaden el tema con sus pacientes o que les dicen que “se banquen” los calores.

“Es increíble que estemos en 2019 y todavía se le tenga temor a la menopausia. Muchas mujeres creen que se pueden volver locas, que van a engordar y perder su feminidad. Incluso les da vergüenza contarles a sus amigas que tienen sofocones que le alteran la calidad de vida, que duermen mal a la noche porque tienen sudoración”, dice. 

Contrario a todas estas creencias, aclara, la menopausia no es sinónimo de vejez sino sólo una nueva etapa en la que la mujer se tiene que adaptar a cambios físicos y emocionales.

“No hay que tener miedo”, insiste, “claro que la menopausia puede provocar sequedad vaginal, en la piel o el cabello y calores, sofocones y crisis de sudoración, todos síntomas que son molestos.

Un 20% de privilegiadas no los tiene nunca, pero hay otro 20% de mujeres a las que los calores les duran de por vida, llegan a los 80 años acaloradas, pero hay tratamientos efectivos, no tienen por qué vivir mal”.

Como ejemplo concreto, Rey explica que la THM, que significa Terapia Hormonal de la Menopausia, “consiste en administrar a las mujeres hormonas femeninas que se toman por boca, en otros casos a través de comprimidos vaginales, gel o cremas.

Hay un abanico de posibilidades porque no todas las hormonas hacen lo mismo, no podemos poner a todas las mujeres bajo el mismo tratamiento. Tiene que ser individualizado. En la jerga médico decimos que es un traje hecho a medida, cada una necesita su propia dosis”.

Lo importante, subraya, es que la menopausia deje de tener una connotación negativa y que cada mujer pregunte, busque y encuentre su propio tratamiento.
 

at Cecilia González

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