Sin intervenciones médica. Para la periodista, escritora y militante feminista “el orgasmo es importante”. Y con esa premisa decidieron traer, junto a su compañera de ese entonces, la cineasta Albertina Carri, a Furio.
Y lo hicieron con la ayuda fundamental del diseñador Alejandro Ros. Que no solo dio los espermatozoides sino que además ocupo el rol de padre. La legalidad llegó después.
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Seis año tuvo que esperar Furio para que el Estado reconozca a su familia como tal. Con dos madres y un padre y un apellido que diera cuenta de eso.
Furio Carri Dillon Ros se llamó a partir de 2015. La importancia de un donante conocido, que luego se transformó en padre tenía que ver con que tanto Marta como Albertina son hijas de madres desaparecidas.
La identidad, en esos casos tiene otro valor. Como también lo tiene la maternidad. Marta fue madre muy joven de Naná (que le dio a su primera nieta) para reivindicar la palabra madre y llenarla de alegría y no de silencios y tristezas.
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