En el marco del ciclo de entrevistas llamadas "Yo aborté", la actriz Marina Glezer cuenta en primera persona su experiencia cuando aún siendo una adolescente se realizó un aborto clandestino. A dos años de que el Senado impida la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo y a casi cinco meses de que Alberto Fernández declare que iba a enviar nuevamente el proyecto, la clandestinidad sigue es lo único efectivo en el país.
"Yo aborté a los 19 años recién cumplidos. Era pequeña cuando tomé la decisión. Pequeña para semejante sensación de muerte. Pero por suerte, tenía 800 pesos, era el año 1999, y un médico abortista en Barrio Norte que no me dejó secuelas médicas. Pasé seis meses posteriores de infierno, es duro, pero elaboré el duelo.
Yo no pude elegir con libertad ni tampoco sentirme contenida. La mujer que no tiene recursos, además, puede morir. Es grave. En ese momento, me ardió la injusticia de no tener derecho a elegir, fui consciente de los riesgos de quienes no están en mi posición, de lo injusto que es no poner el foco en el riesgo de muerte que corren las mujeres de bajos recursos.
Por eso en 2009 lo conté en los medios. Con un costo alto, pero la verdad es que me siento comprometida con la justicia social, quiero que deje de ser clandestino, creo que esta es una deuda de la democracia y una ampliación de derechos imprescindible. Creo que lo que me pasó da información dura y certera sobre privilegios, sobre desinformación y sobre mitos acerca de los métodos anticonceptivos, entre otras cosas.
Yo quedé embarazada porque tuve relaciones sin preservativo mientras menstruaba pensando que mientras así fuera, no era posible. Fue un shock enterarme. Me consideraba adolescente para ser mamá, tanto es así, que aunque hoy es el amor de mi vida y el padre de mis dos hijos (NDR: el actor Germán Palacios), en ese momento a mi compañero lo había conocido hacía poco y cuando supe del positivo, lo primero que hice fue ir a decírselo a mi papá. No a él.
Mi papá, muy sabio, me dijo que cuando realmente deseara un hijo no sólo no sería él el primero en saberlo, sino que además iría a decirle “Vas a ser abuelo” y no “Estoy embarazada ¿qué hago?”.
Mi papá era médico, tenía la plata para pagarlo, los contactos, pero me angustió lo clandestino de la situación. Y por supuesto, soy una persona con conciencia de clase, siempre lo fui. Sabía que otras no tenían mi suerte. A la vez, yo no quería estar delinquiendo.
Los varones pueden embarazar todos los días, y si embarazan por accidente no deben ir a poner el cuerpo a riesgo de vida, nosotros podemos dos días al mes y somos obligadas a parir, porque la ley no ampara otra cosa.
Aborto legal
Por eso abrazo la campaña por la legalización. Hay que educar, aprender a cuidarse. Un aborto no es algo por lo que ninguna mujer desee pasar. Lo aseguro. Fue una sensación horrorosa, no se la recomiendo a nadie. Te marca de por vida.
Todas las mujeres deberíamos tener un Estado que nos contenga ante una situación tan angustiosa. Planificar es un derecho. Un derecho de salud, reproductivo. Incluso en la sorpresa uno planifica, pero debemos tener el derecho a elegir algo tan vital como la responsabilidad de tener un hijo. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir.
at Malen Lesser
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