La crisis del covid-19 ha cambiado nuestras vidas. Las ha cambiado de manera especialmente bestial y dolorosa para todas esas personas que han perdido a sus seres queridos. Pero ha cambiado las cosas para todos porque ha revelado muchas cuestiones importantes. De hecho, ha sacado a la luz qué es lo importante. El cuidado de la vida, ese cuidado que el feminismo siempre ha querido poner en valor y hacer más visible, ese cuidado que ha estado fuera de los libros de economía y las definiciones de “trabajo", ha pasado a estar en el centro de nuestras preocupaciones, de nuestras decisiones colectivas, de nuestros noticieros. Hemos parado la economía para cuidarnos, hemos aplaudido a quienes salvan vidas y hemos valorado más que nunca la importancia de lo que hacen quienes nos cuidan en hospitales y centros de salud.
También te puede interesar: Las mujeres se apoderan de la pantalla de Netflix
Esta crisis ha estado llena de héroes anónimos, todos esos que no han parado, que han seguido cuidando la vida de tantas y tantas personas. Desde los voluntarios que han llevado comida a sus casas a los más mayores hasta los jubilados que han pedido volver a incorporarse a las listas de los hospitales. Ha estado llena, también, de heroínas. No son solo porque el cuerpo médico cada día más integrado por personal de sexo femenino o porque la mayoría de enfermeras y auxiliares sean hoy, como lo han sido siempre, mujeres. Sino porque existen muchas otras mujeres cuidadoras. Las trabajadoras domésticas y del hogar tampoco han parado en esta crisis: su trabajo ha sido declarado actividad esencial porque muchas personas lo necesitaban. Ellas, que han seguido cuidándonos, se han expuesto a los riesgos de esta crisis sanitaria y se han expuesto, sobre todo, a los riesgos de la crisis económica posterior.
También te puede interesar: En pareja o soltera: cómo vivir la cuarentena de la mejor manera
Porque las trabajadoras domésticas, desprotegidas frente al despido y aun sin derecho a prestación por desempleo, siguen padeciendo las consecuencias de una sociedad que ha invisibilizado los trabajos tradicionalmente femeninos y que, por lo tanto, ha infravalorado el cuidado. Ojalá esta crisis sirva para cuidar más de nuestra sanidad. Pero, también, para reconocer y proteger, por fin y plenamente, los derechos laborales de todas esas trabajadoras invisibles que en los momentos de crisis siguen cuidándonos y son también heroínas. Ojalá nos haga poner la vida en el centro. Ojalá nos haga cuidar más y mejor a quienes nos cuidan.
at Clara Serra
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios