Todas tenemos el poder de elegir: elegir si queremos tener sexo con hombres, con mujeres, con ambos, sexo oral, sexo anal, sadomasoquismo, si nos interesa una relación de poliamor... Podemos elegir cómo expresarnos en la cama, pero también podemos elegir lo que queremos y lo que absolutamente no.
Normalmente nos cuesta tanto hablar de estos temas que son esenciales en nuestra vida. Son temas que sin duda tienen mucha incidencia en nuestro ser, en los vínculos que cosechamos, en los sentimientos y las emociones... Todavía en la actualidad, la sexualidad sigue siendo un tabú y un tema difícil de abordar para muchas y muchos.
Ahora, se han puesto a pensar ¿Cuántas veces nos aplaudieron por sentir placer siendo mujer? ¿En qué educación o asignatura nos enseñan y nos crían para que tengamos ese derecho?
Por fortuna, en estos tiempos de reivindicación femenina y apertura mental, tanto las mujeres y hombres hemos aprendido a comprender la necesidad de educación con perspectiva de género. Aunque es un paso enormemente significativo, queda mucho por hacer…
Suena paradójico que lo que sí hemos aprendido, o mejor dicho, asumido con el paso de los años, es que la “incapacidad de gozar sexualmente es lógicamente femenina”. Ni hablar de que da por hecho de que si las mujeres no tenemos un orgasmo en una relación sexual nos convertimos automáticamente en una persona incapaz de sentir placer sexual. Sin embargo, tenemos que incorporar que el goce es universal y se aprende, se ejerce y se vive de múltiples formas como personas que existen y va más allá del género, y del poder de las etiquetas o estereotipos.
A pesar de que esta es una época de liberación de cuerpos y de sentires, donde nos estamos de construyendo día a día con respecto a nuestras propia libertad sexualidad, nos cuesta hablar de esto con nosotras mismas, con nuestras parejas, nuestros amigos y/o nuestros hijos/as. Muchas veces no sabemos qué respuestas dar, o darnos. Hasta a veces nos dan vergüenza.
Justamente, el hacernos preguntas sobre sexualidad, sobre nuestra salud y las emociones, nos indica que estamos transitando el camino del querer explorar, aprender y conocernos sexualmente. El hecho de preguntar y dudar en sexualidad significa que nos detenemos a pensar y sentir. Esto es un comienzo.
Cuando hablo de interrogantes me refiero a esas pequeñas preguntas que nos preocupan, intimidan, nos interpelan, o a veces nos ponen los pelos de punta; ¿Por qué no tengo orgasmo? Me gusta mucho el sexo oral, ¿está mal? “No tengo ganas de mantener relaciones sexuales porque acabo de tener un hijo, ¿Me pasa solo a mí?” “A veces siento que me enojo en la cama, ¡no sé pedir lo que me gusta!” “Tengo vergüenza de mi cuerpo! Me siento incómoda, No me puedo relajar.”
“Me cuesta mucho tocarme: a veces tengo fantasías que me dan vergüenza. ¿Seré Normal?”” No sé cómo hablar con mi hija de sexualidad ¿y si me pregunta cosas que no sé cómo responder?”, “Me cuesta conectarme sexualmente conmigo. ¡No sé quién soy!. “El no tiene ganas y me da miedo que no me quiera”. ¿Está mal que le guste que le toque las tetillas o el ano y lo disfrute siendo varón?, y así, infinitas preguntas tan cotidianas.
Tarde o temprano la mayoría de nosotras nos planteamos este tipo de “inquietudes” que son etiquetas, creencias, estigmas, y mitos que limitan nuestro ser y nuestra sexualidad. El derecho y el permiso al placer femenino tienen que ser naturalizado, empoderado, declarado y festejado. Este nos atraviesa como personas, a nuestra mente, alma, en los vínculos, en la sexualidad y en el ser, más allá del género y orientación sexual que tengamos.
Las mujeres deben sentir su libertad de sentir su goce y elegir cómo conseguirlo, disfrutarlo y ejercerlo. Por lo tanto, propongo que nuestro disfrute sexual deje de ser una asignatura pendiente y lo comencemos a transitar, explorar y a vivenciar.
Por Flor Salort, ginecóloga e influencer Flor Dalort (@flordegineco) que presenta un nuevo streaming: “Sexo sentido. Mitos sexuales: los tuyos, los míos y los otros” el próximo 8, 9, 10 y 11 de julio.
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