Hablar del orgasmo femenino sigue siendo, en muchos espacios, una rareza. Se habla poco, se explica mal y se espera demasiado. A lo largo de la historia, ha sido invisibilizado, patologizado o tratado como un misterio biológico. Pero lo cierto es que el clímax femenino existe, no responde a una fórmula universal y, sobre todo, merece ser explorado desde el deseo y no desde la presión.
El orgasmo femenino puede entenderse como el punto máximo de placer sexual, una liberación de tensión que combina reacciones físicas, sensaciones intensas y activación emocional. Pero no hay un solo tipo de orgasmo, ni todas las mujeres lo viven de la misma manera. Para algunas es una explosión; para otras, una ola. Puede ser suave, repetido, o no llegar nunca... y aun así haber disfrute.
No hay un mapa único del placer
Mientras que el orgasmo masculino suele estar más estandarizado y vinculado a la eyaculación, el orgasmo femenino puede surgir de distintas zonas, estímulos y ritmos. Clítoris, punto G, pezones, estimulación anal, incluso pensamientos o recuerdos intensos: el cuerpo femenino responde de maneras múltiples y ninguna es más válida que otra.
Además, la experiencia puede variar a lo largo del tiempo, del ciclo menstrual, del tipo de vínculo o del propio proceso de autoconocimiento. Hay mujeres que lo descubren tarde, otras que lo atraviesan con dudas, y muchas que lo disfrutan sin necesitar que sea el objetivo final del encuentro.
El peso de los mitos (y del guion aprendido)
Muchas veces, la idea de que el sexo "debe" terminar en un orgasmo crea más frustración que placer. El orgasmo femenino ha sido medido bajo parámetros masculinos, y eso dejó a muchas mujeres pensando que están “rotas” si no llegan, o que deben fingir para no incomodar.
Pero la verdad es otra: el placer no se mide en picos, sino en presencia. La conexión, la intimidad, la entrega (con une o con otre), también forman parte del goce.
Hablar, explorar, legitimar
Hoy, gracias a movimientos feministas, la sexología moderna y muchas voces que se animan a incomodar, el orgasmo femenino está volviendo a ser nombrado sin culpa ni vergüenza. No como un “premio” que hay que alcanzar, sino como parte de un camino posible, propio, y muchas veces más emocional que físico.
Explorarse sin apuro, entender qué gusta, pedir lo que se necesita, y tener la libertad de decir “esto no me hace bien”, son algunos de los caminos para reconectar con el deseo real.
at redacción Marie Claire
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