Thursday 25 de April de 2024

PERSONAJES | 12-07-2021 19:03

Marina Lamarca sobre el teatro: “La corrección política que quede para la vida civil, en el escenario no puede haber límites”

Dramaturga y directora, Marina Lamarca presenta Verde Agua, obra que habla de feminismo, sustentabilidad y patriarcado con humor y sin pelos en la lengua. Conocela.

¿Una obra que pone en relieve “lo más burdo y violento del patriarcado a través de la cosmovisión de cinco mujeres”?

En efecto, así se presenta Verde Agua, la pieza que escribió y dirige Marina Lamarca y que acaba subir a escena en el singular Teatro Border, del que además Marina es directora artística.

Ambientada en una familia burguesa de Entre Ríos, la obra se sumerge, y a un ritmo muy vertiginoso (“una especie de crossfit teatral”, comentan sus creadoras) en temas más que complejos e interesantes: feminismo y machismo, sí, pero también sustentabilidad, medio ambiente, política y poder, en el sentido más amplio de la palabra.

Todo ello, además, como resultado de un original proceso de creación colectiva llevado a cabo por un heterogéneo grupo de mujeres: cinco actrices, una asistente de dirección, una vestuarista, una escenógrafa y la dramaturga, directora y alma mater del proyecto, Marina Lamarca, a quien buscamos para hablar de este gran disparador de temas titulado Verde Agua.

-¿Podés contarme un poco más acerca de esa cocina, del proceso de creación colectiva que terminó en Verde Agua?

-El proceso surgió de las ganas de trabajar con este grupo de actrices (N de la R: Agusta Bermudez, Anabella Aizenberg, Ayelen Garaventa, Lili Popovich y Sol Agüero). Empezamos creando personajes potentes con un gran nivel de detalle y contradicciones. Luego las relacionamos entre ellas y, a partir de ahí, nos pusimos a explorar ciertas temáticas que nos interesaban a través de improvisaciones.

Todo eso fue un trabajo conjunto; tal vez yo en ese momento trataba de llevarlas a extremos para ver cómo performaban en esas situaciones. Finalmente, arribamos a la historia que queríamos contar y ese, desde mi punto de vista, es el momento de articular una dramaturgia. Ahí sí seguramente tuve más que ver con el humor de la obra, el discurso de cada uno de los personajes, la poética que tiene la pieza en su totalidad.

-¿Y qué dirías que apareció primero, la historia o “el tema” a tratar?

-Siempre me gusta pensar primero en la temática de fondo que atraviesa la obra, eso que está latente, que incluso es posible que ni se mencione en la pieza. En el caso de Verde Agua fue la insatisfacción. Ahora en mi próximo material, por ejemplo, estoy trabajando en torno a la dicotomía comodidad/ incomodidad.

Verde Agua
Las cinco protagonistas, y a su vez co-creadoras, de Verde Agua.

-Feminismos, sustentabilidad, poder… ¿No sintieron en algún momento que eran temas muy enormes y complejos para tratar?

-Como temas resultan gigantes pero nuestro trabajo es acotarlo al punto de vista de un personaje (en realidad, de cinco). Me refiero a que nos enfocamos en la creación de un “mundo” específico:

¿Por qué Mabel quiere que su hermano sea gobernador, por qué a Antonia le interesa que la empresa familiar no contamine, en qué momento Verónica se sintió abusada, qué motiva a Alicia a hacer campaña al lado de su marido, cómo se siente Victoria como mujer cuando su marido le sugiere no hablar en público? La idea es llevar estos grandes temas universales a la historia que queremos contar.

-"Detrás de todo gran hombre, siempre hay una gran mujer…" Esa frase, de raigambre hiper machista, funciona como el disparador de alguna manera de la obra. ¿Cómo fue que decidieron incorporarla, deconstuirla (y destrozarla…)?

-La obra, como te contaba, arranca con cinco mujeres que se juntan a apoyar la candidatura de un hombre. Él se encuentra arriba, dando la conferencia de prensa, ellas – por diversas circunstancias - terminan en el sótano. Para ellas, la autoridad es el hombre, su opinión vale más, siempre tiene la última palabra. Vemos al patriarcado arraigado en la manera violenta de relacionarse de estas mujeres.

La obra arranca ahí y se cuenta con un humor muy ácido. El espectador trata de distanciarse riendo. En el transcurso de la tarde, la imagen que tienen de este hombre se transforma por completo, se desilusionan, comienzan a mirarse y hablarse desde otro lugar, generan empatía.

Van a lograr destrozar todo ese pasado si salen juntas de ese espacio horrendo que habitaron a hasta ese momento. Tiene un final muy emotivo con un mensaje fuerte.

-¿Hay alguna de esas mujeres por la que tengas una especial debilidad? 

-Me encanta Antonia, la hija del candidato a gobernador. Es la flor que crece en el pantano... La única que trabaja, no le interesan las apariencias (detesta su vestido verde agua), es muy tierna y honesta, le rompen el corazón mil veces, está muy sola y aún así tiene una entereza y una fuerza admirables. El público la ama, se identifican mucho con ella.

-¿Cómo te relacionás vos con esta era feminista y la creación artística? Qué te sucede cuando aparecen esa idea de constreñimiento creativo debido a “la nueva corrección política”. ¿Creés que existe algo así?

-Siento que hemos avanzado muchísimo, en especial cuando observo la mentalidad y el espíritu de mis alumnas de actuación. Las veo muchísimo más empoderadas, con ideas súper claras y potentes. Siento que tenemos que aprender mucho por ese lado, observando a las pibas, generándoles espacios de expresión.

Hay un deseo profundo en mí de que no tengan que pasar por las situaciones abusivas que sufrimos la mayoría de nosotras. Desde mi lugar, como programadora de sala, trato de dar lugar a dramaturgas y directoras mujeres. Hay un camino gigante por recorrer aún pero me genera mucha esperanza la gente joven.

Respecto de la cuestión de la nueva corrección política me resulta un tema gravísimo para les artistas. No podemos generarle límites a la creatividad, estaríamos aniquilando el hecho artístico en sí mismo.

En el escenario tenemos que poder decir todas las barbaridades que pueda emitir la persona más desagradable que haya existido jamás, necesitamos imaginar sin límites. Toda corrección podemos reservarla para la vida civil que, de por sí, bastante obscena y desigual es. Agradezco que Verde Agua sea tan políticamente incorrecta.

-Y acerca de la sustentabilidad y lo simbólico. ¿Te parece que puede haber ahí un déficit en la actualidad, esto de muchos discursos y campañas pero pocos cambios concretos?

-Definitivamente creo que muchas marcas se apropian del concepto de sustentabilidad en sus discursos por una cuestión de marketing. No veo posibilidades concretas en ese mundo, aunque, ojalá me equivoque.

Creo que el cambio lo podemos hacer nosotres revisando nuestros consumos, que es donde está el verdadero problema. Tenemos que tratar de mejorar nuestros hábitos todos los días. Hay cuestiones sencillas como poner un filtro de agua para no comprar más botellas de plástico, elegir emprendedores locales, no consumir productos con packaging, tratar de comprar menos ropa o que sea de segunda mano, separar la basura. Siento que el cambio concreto lo tiene que hacer cada une.

Me siento inspirada todo el tiempo por personas potentes que me dan ganas de mejorar y ser, yo también, fuente de inspiración. Siento que el arte también es un medio muy poderoso de comunicación en ese sentido.

Verde Agua
Una escena de la vertiginosa obra que puede verse de manera presencial los sábados a las 22.

-Desde el Teatro Border ustedes proponen un modelo alternativo de gestión teatral más virado a lo sustentable, ¿verdad?

-Lo que tiene Border de sustentable es su construcción. Antes de arrancar con el proyecto nos pusimos en contacto con una arquitecta experta en sustentabilidad y decidimos ir por ese lado.

Todas las salas de nuestro espacio cultural ventilan de frente a contrafrente, tienen iluminación natural, el aire acondicionado no renueva el aire sino que lo ingresa desde afuera, tenemos griferías con aireador e inodoros con doble descarga, maderas de árboles certificados (no de bosque nativos) y trabajamos con revestimientos reutilizados como tapitas de gaseosa o persianas antiguas.

Es un espacio muy bello desde lo estético, pero también técnicamente preparado para lo artístico y, en esta época de COVID, resulta ideal para evitar contagios.

-Respecto a esto último, ¿creés que como sociedad volveremos al teatro como antes?

-Creo que tenemos que mantener las nuevas tecnologías y el streaming pero, definitivamente, siento que ya vamos a poder abrazarnos nuevamente a la salida del teatro. Hay hábitos que llegaron para quedarse: hoy nuestras clases presenciales se transmiten por streaming y eso le da la posibilidad a personas que no viven en CABA de participar y formarse. Ojalá volvamos al teatro como antes pero no perdamos lo que ganamos en este tiempo.

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