Nacida y criada en Boston, a Uzo Aduba le llevó un tiempito amigarse con su nombre, de origen nigeriano como sus padres. Pero finalmente hizo el clic, durante su escuela primaria, y desde entonces lleva el bonito apócope Uzo (el nombre completo es Uzoamaka) con enorme orgullo.
Reconocida en gran parte del planeta desde su interpretación de "Crazy Eyes", en Orange is the new black, la actriz y activista reemplazó este año al actor Gabriel Byrne al frente de una serie que también tuvo impacto global y que incluso tuvo su versión argentina hace unos años: In treatment.
Convertida ahora en la terapeuta Brooke Taylor (para la cuarta temporada de la serie que HBO emite todos los domingos a las 23), nos habló de ese gran desafío y de los múltiples temas y tabués que busca derribar.
-¿Qué fue lo que más te atrajo de este proyecto?
-Te diría el rol era un gran desafío en sí mismo. Y a su vez, también me interesó el hecho de que, al estar en la industria del entretenimiento, nunca pensé que la conversación sobre la salud mental se podría centrar en alguien que como yo, desde ningún punto de vista. Esto también es válido para los pacientes, pero los pacientes que hemos visto representados en In Treatment han reflejado experiencias diversas, entornos sociales diferentes…
Esa variedad es lo que realmente me atrajo hacia este proyecto. Antes ya había representado a personajes que habían estado del otro lado de la discusión, en cuanto salud mental se trata, pero nunca había visto a alguien como yo como terapeuta, de este lado del “mostrador”.
-¿Cómo se sintió tomar la posta del doctor Paul Weston (Gabriel Byrne)?
-Para ser honesta, no vi la serie antes de hacer este trabajo. Hice el esfuerzo consciente de no verla tampoco. Por una serie de razones, nunca hago una actualización de otra cosa.
El mundo en el que se ambienta la serie es muy diferente del mundo que todos recordamos de las temporadas 1 a la 3. Entonces, en ese sentido, sabía que algo iba a ser diferente. Por eso quería asegurarme de que la perspectiva, y las experiencias sobre las que me inspiraba fuesen totalmente nuevas. Y también el mundo y las experiencias de alguien que anda por allí que no sea Paul Weston, sino alguien como yo.
Finalmente, solo miré un episodio y era principalmente para captar el formato, porque cuando me enviaron el guion, y vi que eran solo dos personas hablando, pensé que seguramente nos íbamos a levantar y habría alguna otra persona que interviniera en algún momento. Así que encendí la televisión y miré solo un poco del programa para tener una idea y entonces pensé: “Oh, realmente son solo personas hablando”.
-¿Cuánto podés encontrar tuyo en la doctora Brooke?
-Con mucho trabajo, hay aspectos o partes de mí que aporté al personaje o que pedí prestado de personas que conozco o destellos de experiencias que he tenido. Esta fue la primera vez en la que sentí que podía ver más de mí misma en un personaje.
Y que podía relacionarme más con lo que ella se enfrentaba en su vida cotidiana. Hay una diferencia en la conducta, pero aun así entendí su dolor y su pérdida.
-Tenemos a una terapeuta negra y tenemos a la vez a una mujer negra que se permite ser vulnerable y pedir ayuda. ¿Este aspecto era algo que te entusiasmaba incluir?
-Por supuesto. Una puede verla en su lugar de trabajo, con muchísima fuerza, poder y dueña de la situación, algo que por lo general identificamos con las mujeres negras. Por lo general la pieza que nos falta y no vemos es la lucha, la vulnerabilidad, los desafíos, los obstáculos, el dolor y las situaciones duras que como comunidad también experimentamos, algo a lo que la serie le otorga un importante tiempo y espacio. Realmente me parece genial la manera en que está escrita y creada Brooke Taylor.
-Hay tantos temas profundos que el programa explora: racismo, privilegios, ignorancia, dolor, sexualidad, sexismo… ¿Qué se llevará la audiencia de todo esto?
-Espero que la audiencia se lleve el mensaje de que la conversación sobre la salud mental no es algo que se deba seguir estigmatizando. Espero que la audiencia entienda que la persona que uno piensa que es perfecta puede estar experimentando algún problema en ese sentido.
Es más, creo que todo el mundo tiene algún tema no resuelto, especialmente ahora cuando nos vamos adentrando en la post pandemia... También espero que las personas se lleven el mensaje de que hablar sobre los sentimientos, compartir lo que uno vivió o está viviendo, no es una debilidad, es algo que está bien. Está bien no estar bien y está bien decirles a las personas que uno no está bien.
-¿Aprendiste algo sobre la terapia o los terapeutas en todo este proceso?
-Aprendí mucho. Voy a terapia y nunca pensé lo difícil que es el trabajo del terapeuta. Quiero decir: una está allí cuarenta y cinco minutos o una hora, pero hay una persona que vino antes y hay una persona que va a venir después y el terapeuta tiene que procesar todo lo mío, lo tuyo y lo del quien sea que entra en su consultorio.
Y al mismo tiempo tiene que afrontar sus propios desafíos, sus traumas, experiencias y problemas del hogar. Es un trabajo verdaderamente difícil y no es para los de corazón débil. Me hizo sentir una compasión aún más profunda para con ellos y los temas que tratan.
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