No pasó casi nada de tiempo, pero parece una eternidad.
En agosto de 2018, Nicole Denise Cucco era una de las tantas “manchas” verdes de esa la larga vigilia que se formó frente al Congreso a instancias de la votación por la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Había viajado con dos amigas desde su Rosario natal, esperanzada con la idea de que Argentina tuviese por fin su batallada IVE, cosa que no sucedió. A poco más de dos años de entonces, las diferencias son múltiples.
La Ley ya está entre nosotros, al igual que Nicki Nicole, el nombre con el que se hizo famosa en el competitivo mundo de la música poco después y en apenas un par de meses. El puntapié oficial fue Wapo Traketero, el tema y video que subió a YouTube producido por Gonzalo Ferreyra y que provocó una verdadera avalancha de clics.
Su canal enseguida se nutrió de miles y miles de visitas y suscriptores y también de nuevos temas, muchos de ellos con su amigo y “productor del momento”, Bizarrap. Juntos hicieron la ya célebre (acaba de superar las 120 millones de reproducciones) Music Sessions #13, número que lejos de traer mala suerte catapultó para siempre a ese formato de colaboraciones en el éxito -y archivo- absoluto de esta era.
Feminista, rapera (¡no trapera!) y dueña de una voz descomunal, Nicki creció en lo que no duda de calificar como “la casa del pueblo”, dominada por reglas laxas y una cantidad constante de amigos de sus dos hermanos y hermana, todos mayores que ella.
Sí, la más pequeña del hogar mamó mucho de esos “campamentos caseros” que duraban hasta la madrugada con música, televisión, películas y mucho ruido. “Era un verdadero quilombo. Cada tanto me iba a lo de mi madrina a sentirme hija única por un rato”, recuerda Nicki.
Hoy sus días transcurren en San Isidro, donde vive con su hermana y donde pasó casi toda la pandemia, incluida la etapa más cruenta y aislada. Desde ese nuevo hogar, y al borde de una envidiable pileta, nos atiende vía Zoom.
“Con Mateo sacamos un featuring y explotó por el mundo. Y también empezó otra historia, la de manejar nuestra exposición pública, que es algo inmanejable”
-¿Cómo resumirías, si se puede, tu 2020 pandémico?
-Uff. Al principio fue muy loco, no podía entender que nadie supiera qué iba a pasar, cuánto iba a durar esto y si iba a terminar algún día. La verdad es que yo empecé el 2020 con un montón de proyectos e ideas y todas involucraban a mucha gente, ya sea shows, videos, featurings, viajes…
Y al comienzo me ponía muy nerviosa no saber qué iba a suceder con todo eso, dónde iba a terminar yo, mi carrera. Y, sobre todo, cómo iba a terminar mi psiquis. Por momentos, lo admito, tuve miedo volverme loca… (sonríe).
Pero después, a medida que el tiempo fue pasando, me di cuenta que podía sacarle, y de hecho lo hice, mucho provecho a la pausa y a la soledad… Más allá de que la pandemia fue y sigue siendo algo horrible: muchos amigos perdieron parientes, tengo mucha gente cercana que estuvo realmente muy grave y eso no lo borra nadie.
Pero si hay que sacarle algo bueno a todo esto, sería que me ayudó a pensar. Venía con un ritmo de vida en el que no pensaba, hacía. Y esto me ayudó a pausarme y decir: ¿Quiero hacer esto o lo hago porque es lo que se supone que hay que hacer?
-¿Tenés un ejemplo concreto de eso?
-Sí, la decisión de sacar música, por ejemplo. Veníamos a un ritmo muy loco, donde el mundo me gritaba: “sacá un tema nuevo, mucha gente te está escuchando y esperando”. Y quizá en ese momento no sentía nada como para escribir y lanzar algo y me esforzaba para seguir los tiempos que el afuera impone.
Bueno, esta pandemia me sirvió para detener eso, para bajar un poco y buscar realmente qué es lo que quiero hacer.
-Tu llegada a la música fue realmente meteórica, en menos de un año te hiciste conocida en Argentina también a nivel internacional… ¿Cuáles son los efectos colaterales de ese encuentro repentino con la fama?
-(Piensa) Y… hay varios. Al principio, por ejemplo, yo sentía una terrible presión encima. Me parecía que nada de lo que hacía estaba bien, que nada era suficiente.
En algún punto, es como que quería resolver todas las críticas de una. Tardé un tiempito en entender que no estoy acá para contentar a los demás, si ellos son felices con lo que hago, genial, pero la prioridad es que yo sea feliz con lo que hago.
Sino, todo pierde sentido. La verdad es que siempre fui muy permeable a las críticas y por eso al comienzo me costó tanto relajarme.
-Es curioso, porque al comienzo tuviste muchas críticas positivas también…
-Es que siempre te quedás con lo malo. Es algo del ser humano prácticamente. Incluso me ha pasado con los vínculos. Justo la persona que no se interesaba por mí, era la que más me gustaba. Por un lado está bien esa suerte de insatisfacción que tenemos todos, pero por otro lado también puede ser agotadora.
-¿Quiénes son hoy tus cables a tierra, a quiénes recurrís en búsqueda de consejos?
-Mis amigos, mi familia… En el fondo, es un poco contradictorio eso, porque es toda gente que me quiere y a la que le puedo mostrar cualquier cosa, y siempre me va a decir lo mismo: “¡me encanta!”
Pero bueno, yo necesito ese aguante, de algún modo me ayuda, me fortalece. Después más a nivel más profesional me apoyo mucho en mi equipo de trabajo y en otros artistas y músicos. En mi profe canto, mi hermana, mi novio... Me interesa mucho ver sus primeras reacciones.
“Hacer canciones es como laburar en Disney: es genial, pero te hace conocer todo el detrás de escena. Se re disfruta desde ahí, pero de otra manera”.
-¿Es un problema compartir la profesión -y la fama- con tu novio? (Mateo, más conocido como Trueno)?
-Mirá, estamos juntos desde principio de año y la verdad es que fue una bomba para los dos. Sacamos un featuring y explotó por el mundo, es una de mis canciones más escuchadas por lejos. Y ahí empezó también otra historia, la de manejar nuestra exposición pública, que es algo inmanejable.
-¿Y cómo haces?
-No tengo grandes respuestas para eso. Por ahora trato de ofrecer lo menos posible de mi vida privada para que la gente no se sienta que es “cómplice” de esa historia, y que puede hablar y opinar al respecto.
Los dos hacemos música, nos apoyamos en las redes sociales, pero de ahí a compartir nuestro día a día… La gente tiende a sentirse parte de una relación, y eso puede ser muy intimidante. Sé que la exposición pública es algo que con lo que voy a tener que lidiar y convivir.
-¿Te afecta mucho lo que te dicen en redes, por ejemplo?
-Al “haterismo” aprendí a dejarlo atrás. Pude trabajar bastante sobre eso, y hoy logro reírme de ciertos comentarios. Aprendí que hay mucha gente que disfruta de criticar todo y que no lo tengo que tomar de manera personal.
Sé que las redes sociales son muy importantes, pero a su vez, muy peligrosas. Yo tengo fans de todas las edades, incluidas chicas muy chicas que se meten tanto en las redes sociales, defienden tanto su fanatismo, que terminan diciendo cualquiera.
-¿Vos tuviste ese fanatismo por un artista alguna vez?
-Yo era fan de One Direction, hasta tenía posters en mi cuarto, pero todo esto de las redes no existía. Recién comenzaba Facebook.
Hoy la conexión es muy directa, ellas pueden hablar conmigo y no me parece mal que sea así. Yo fomento esa cercanía. Hace poco Mateo dio un show en Uruguay y como iba a ir a verlo, y justo me habló una chica de allá diciéndome que era su sueño conocerme, le dije que nos viéramos ahí.
Cuando se genera esa cosa de distancia empieza a suceder algo que me espanta un poco. No quiero que nadie me transforme en un imposible porque eso siempre se traduce en cosas que no están buenas. En correrme por la calle, perseguirme, gritarme cualquier cosa.
¿Te gusta mi música? Genial, muchas gracias, hablemos de lo que quieras. ¿Una foto? Dale, lo mismo. La cercanía es mucho más sana que la distancia.
-¿Cuándo te diste cuenta que el despegue internacional era una realidad muy concreta para vos?
-Me fui dando cuenta muy de a poco. Es más, casi que caí bastante más tarde de lo que debería haberlo hecho. Era como que prefería no pensar demasiado en eso.
Me acuerdo que, a unos cuatro meses de haber arrancado a cantar, me salió la nominación para ir a los Latin Grammy en Las Vegas y yo estaba como en shock. No entendía bien qué hacer, qué disfrutar, qué no. Para eso también sirvió esta pandemia, para dimensionar bien, poner cierta distancia y ordenar un poco mis ideas.
-¿Tenés muchos sueños hacia adelante? ¿Cantar con Harry Styles, aquel ídolo de la adolescencia, por ejemplo?
-¡Me encantaría! Sí, podría decirse que ese es uno de mis grandes sueños. Aunque tampoco me vuelvo loca eh. Hoy siento que veo toda la industria de la música de otra manera, los shows, los temas…. Es como que ya conozco un poco todo lo que pasa del otro lado y eso cambia un poco las cosas.
Hacer canciones es como laburar en Disney: es genial, pero te hace conocer todo el detrás de escena. Se re disfruta desde ahí, pero de otra manera.-
Fotos: Alberto González.
Estilismo: Jacquie Trevizo.
Asistentes de estilismo: Sarah Nearis, Asia Xiong, Tatiana Isshac y Ceci Rodriguez.
Asistente en set: Adriana Popovic. Retoque: Doctor Raw Retouching.
Agradecimiento: The Standard Hotel and Spa de Miami Beach (locación).
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