Elizabeth Clark, más conocida como “Liz” Phair, es una cantautora estadounidense que se inició musicalmente en la década de los noventa. Se podría decir que Phair siempre se ha autogestionado, ya que vendía sus casetes por correo bajo el nombre de “Girly-Sound” en Chicago.
Gracias a su entusiasmo, la oportunidad de firmar con un sello discográfico independiente (Matador Records) fue inmediata.
Figura clave del indie de los 90
El resultado de su primer contrato discográfico en 1993 fue: Exile in Guyville, uno de los álbumes más importantes del rock indie de su época.
Con una tapa de la artista gritando mostrando sus pechos dignos de un “Parental Advisory”… Más allá de lo estético, sus canciones eran de alto voltaje: “Fuck and Run”, en donde reivindica el desapego sexual con alguien a quien ni siquiera le importás y el controvertido “Flower”.
“Aquellas canciones las compuse durante una de las épocas más duras de mi vida. No tenía dinero y además de sentirme sola y confusa en lo que a mi futuro se refería, estaba enojada con el pasado. Escribía directo desde el corazón para que la verdad resonase como una campana y reverberase también en el corazón del oyente”, escribió Liz en su autobiografía “Historias de terror”, publicada en 2019 y traducida al español en plena pandemia del coronavirus.
Con 54 años, la compositora de “Glory” fue nominada dos veces a los Grammy y fue influencia indiscutible de varios músicos, en su mayoría mujeres. Paralelamente a sus álbumes, es artista plástica y se especializó en Bellas Artes e Historia del Arte en la universidad de Oberlin.
Soberish, su gran regreso
Como siempre se vuelve al primer amor, el disparador para que Liz Phair vuelva a hacer música (no lo hacía desde 2005 con Somebody 's Miracle) fue la muerte de Prince en 2016.
Su mánager la llamó por teléfono y le dijo: “Tienes que pensar acerca de este próximo disco. Ninguno sabemos de cuánto tiempo disponemos. Podrías desaparecer, así que la pregunta es obligada: ¿Estás grabando el álbum que querrías dejar atrás en caso de que fuera el último?”.
Así es como la cantante nacida en Connecticut, en lo primero en que pensó fue en su hijo de 24 años James Nicholas Staskouskas: “Le mostraría cómo las decisiones erróneas no son sino la expresión equivalente y opuesta de grandes dones y capacidades. Le legaría el poder de la esperanza”.
Después del lanzamiento de su libro “Historias de terror”, en donde asegura que “pasamos el tiempo ocultando lo que nos avergüenza, negando lo que nos ofende y presentándonos como individuos competentes y exitosos, que no siempre nos damos cuenta de dónde y cuándo desaparecimos”, Phair lanzó por fin Soberish, su sexto disco.
Las canciones son 13 y los adelantos fueron “Spanish Doors”, en donde la compositora no perdió para nada su esencia de los noventa; la divertida “Hey Lou”; y la madura “Good Side”, en donde decide dejar una relación en buenos términos: “Te voy a dejar con mi lado bueno”. Sus influencias siguen siendo las mismas que las de su juventud.
Liz ha contado en su autobiografía de todo: el parto de 30 horas que atravesó, su divorcio causado por su propia infidelidad y una ruptura con un novio que dejó embarazada a su ex esposa mientras estaba con ella. Además, viaja a su juventud en donde no era para nada sorora con otras mujeres de su universidad en estado de ebriedad hasta la inconsciencia.
La parte más oscura es cuando la cantante detalla que un universitario abusó de ella en el instituto. Más tarde un jefe la manoseó, sufrió acoso por parte de un pintor, el presidente de una discográfica le mostraba porno, otro le recomendó dejarse “sobar” por los conductores de radio, ¡hasta le ofrecieron ser amante por 2.500 dólares al mes! Todo “a causa” de los temas “liberales” de sus álbumes…
Con un sinfín de anécdotas que hace falta contar para generar conciencia del machismo que siguen padeciendo las mujeres, Phair se alió con Alanis Morissette, quien también ha lanzado un disco muy reflexivo en 2020 (Such Pretty Forks in the Road) y aún escribe sus memorias que pronto verán la luz. Ambas se irán de gira juntas a partir de agosto celebrando su vuelta a la música y a los escenarios. Hay fechas hasta noviembre por todo Estados Unidos y Europa.
Con la nostalgia que nos atraviesa en esta pandemia, es una gran alegría que las grandes artistas que nunca supimos por qué desaparecieron, pero que sí nos marcaron, vuelvan a ser parte visible de la música. Es necesario retroceder y entender qué las perjudicó, por qué vuelven y lo más importante de todo hacerse cargo del presente.
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