Leonardo Sbaraglia siempre sorprende. Lo cual no es poco decir ya que acumula un millaje actoral casi inigualable, tanto acá, como en España y otras partes del mundo.
De sus numerosos trabajos recientes podemos elegir una película (¿ya se le puede decir obras maestra?) como Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar y también una serie como Red avispa, de la siempre popular –e internacional- plataforma Netflix.
Y tras la pandemia, donde también lo vimos en proyectos muy interesantes como Fionde, película junto a Male Pichot, llegó ahora el estreno de Errante Corazón, película de Leonardo Brzezicki en donde Leo interpreta una suerte de alter ego del director que deambula todo el tiempo frente al abismo.
Padre de una hija adolescente, interpretada por la muy intrigante Miranda de la Serna (sí, la hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna), Santiago no hace más que bollar entre relaciones rotas y fiestas que nunca son tal. Hay sexo (mucho sexo) y también alcohol y drogas, pero él, que viene de una relación fallida con Luis (Alberto Ajaka) no puede nunca salir de una exasperante espiral autodestructiva.
La película se acaba de sumar al catálogo de HBO Max y desde ayer, jueves 14, está también disponible en varios de los cines de la ciudad.
-Hace poco comentaste que este proyecto te permitió encontrarte con un personaje de una riqueza casi única. Para alguien con un recorrido actoral como el tuyo, es bastante decir…
-Sí, desde el vamos me pareció que era un personaje muy especial, un tipo al que todo el tiempo se le está viendo la herida, aunque él a su vez hace todos los esfuerzos del mundo para no mostrarla. Es un personaje fracturado, casi con fractura expuesta, pero con un armazón impresionante alrededor de ella… Está todo el tiempo pateando para adelante su vida, es alguien que no puede parar nunca.
Y si aparece la amenaza de tener que enfrentar esa herida y ese dolor, enseguida construye una escena casi en el orden de lo mágico, donde todos hasta se podrían poner a bailar, ¿no? (ríe). Cuando leí el guion no tuve como ninguna duda de que lo quería hacer, no sabía de qué manera podría llegar a hacerlo, pero sentía que debía arrojarme a ese vacío sí o sí.
-¿Te interpeló en algún sentido Santiago? Lo primero que pienso es que vos también sos padre de una hija adolescente…
-Sí, aunque mi hija es un poco más chica mi hija, tiene 15 y todavía no tenemos el tipo de conflictos que aparece en la película… (ríe). Lo que sí es innegable es que para entrar en un personaje así, para tener la flexibilidad y la elasticidad para meterme en un lugar así del alma, tenía que pensarme de manera completamente diferente. ¡Era como la deconstrucción a la enésima potencia! (ríe).
La actuación tiene esto de que para poder entrar en algo tan diferente a uno, tenés que estar permeable, poroso… Tenés que poder mirar desde otro lado, ponerte en otro cuerpo, incluso vencer el miedo al ridículo. Si estás rígido, un personaje así –yo diría cualquier personaje- no entra. Hay que ir hacia delante, soltar la cabeza y el cuerpo.
En ese sentido, el trabajo para este personaje fue recontra interesante para mí. Requería un contacto con un dolor abismal, muy extremo y constante. Santiago está todo el tiempo incómodo con él mismo. Y en apariencia no: está bello, siempre de punta en blanco…
-Tiene una importante voracidad sexual también…
-Exacto, que se relaciona con ese grado de ansiedad infinita que maneja, cuando siente que empieza a meter el pie en ese umbral del infierno, se escapa de esa manera. No puede estar en ningún momento solo, no puede habitarse.
-¿Era un desafío adicional para vos que esas escenas tan sexuales y eróticas sean con otros hombres?
-Y… en principio no tendría que haber diferencia: siempre es un cuerpo ajeno, con el cual uno no tiene una relación de intimidad. Pero sí, quizás es cierto que un poquito más fácil me resulta construir esa cercanía con una mujer, por una cuestión hasta corporal.
Pero, en definitiva, es el cuerpo de Santiago el que va delante mío. El personaje también es eso, una suerte de acoplado que te protege de cualquier situación o reacción, incluso del pudor.
-Venías de hacer Dolor y Gloria encima...
-Sí, es cierto. La habíamos hecho un año antes.
-En apenas unos días, por último, te veremos nada menos que como Guillermo Coppola en la biopic de Maradona...
-Sí, que es como la antítesis de este personaje… ¡O no! A su modo, tienen varios puntos de contacto en común. La verdad es que estoy viviendo esta previa con muchísima expectativa, me parece que la serie va a ser un desparramo de éxito. No me cabe ninguna duda de eso, y por lo poquito que vi, creo que es muy parecida a lo que la gente espera ver. Siento eso, que va a cumplir con creces las expectativas que hay. ¡Que son enormes! -
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios