Se dice de ella que es rea, poesía, tango, folclore, teatro y que nunca tuvo miedo. Que las coplas le brotan dulces o rabiosas y que hace carne las canciones, como Gabo Ferro, El Polaco Goyeneche, Palo Pandolfo y Tita Merello. Que recorrió el mundo solo para volver a su casa de La Calderilla donde viven el amor, la inmensidad rural y cuatro perros desdentados dueños de una belleza salvaje.
Para ser la gran voz contemporánea de la música argentina Julieta Laso no necesita gritar, la verías aunque estuviera escondida al costado del escenario. Actriz y cantante, ganadora de un Premio Gardel a la Mejor Artista de Tango por su disco conceptual Cabeza Negra, obtuvo además otra estatuilla gracias a La Caldera, galardonado como Mejor Álbum de Tango 2022. Y mientras sigue haciendo temblar al público con su último disco Pata de Perra, planea 3 shows consecutivos, el 1 de agosto en Rosario, al día siguiente en Córdoba y el domingo 4 del mismo mes en el porteño Torquato Tasso.
El tango queer sigue sumando visibilidad y prestigio
Cuando nos sentamos a charlar con Juli brilla sobre el hogar un cuadro de la Virgen de Guadalupe coronado por lucecitas que prenden y apagan. Rito y fiesta. Los feligreses mexicanos suelen decirle a la virgencita “gracias por estar siempre, sobre todo cuando no te llamo”. Con su música pasa lo mismo.
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-Dicen que antes de convertirte en la voz de la Fernández Fierro y salir de gira por todo el mundo nunca habías cantado. ¿Verdad o mito?
-Verdad, yo no cantaba ni en un asado familiar, nada. Lo hacía sola en mi casa, jamás me imaginé que iba a ser cantante, empecé a los 23. Yo actuaba en una obra y el director musical era Alejandro Balbis de Falta y Resto, ahí empecé. Él fue quien me dijo “ Negra, vos cantás muy bien, te voy a llevar a una milonga” . Yo venía un poco decepcionada con el oficio de actriz y dije voy a probar.
“No siento que Palestina esté en la agenda de los medios, es grave lo que está pasando. Cuando el silencio es aterrador no queda otra que hablar. Entiendo que se pierden trabajos, se ganan disgustos, se lo ve lejano y complejo pero no se puede tener miedo”.
-Hay que ser temeraria para atreverse con el tango a los veinte. ¿Te mandaste sin pensar antes de arrepentirte?
-(Se ríe). Es que nunca me hubiera animado a probar con otra cosa que no fuera tango, sentía que tenía algo ahí, quizás el timbre, el decir. Así que me llevó a Milonga Orsai donde había músicos de la nueva camada, canté a dúo, algo que es raro en el tango, ensayamos un montón. Llegué temblando a la milonga porque los músicos de tango no son fáciles, pero enseguida aparecieron todas las señales de que era por ahí. Se me acercaron directores de orquesta como Julián Peralta, el Tripa Bonfiglio y los muchachos del Cuarteto La Púa que son quienes me volvieron a acompañar hoy. Iba todos los jueves para aprender, participaba de la zapada y me quedaba hasta las 3 de la mañana. En esa época nunca salía, ¡así que no sabés lo que me costaba aguantar hasta esa hora un día de semana! (risas).
Descubrí a la mujer que llevó la indumentaria tanguera a todo el mundo
Fui muy ayudada por músicos que me apadrinaron inmediatamente. Yo vivía en un PH, cantaba en casa y el vecino de al lado era Yuri Venturín, director de la Fernández Fierro, me escuchó y a partir de eso empecé a tener un trabajo real viajando con ellos durante cuatro años por todo el mundo a festivales enormes y escenarios increíbles. Me cambió un poco la vida, fue un tiempo fuerte.
-Volvamos a algo que dijiste y es que estabas un poco peleada con ser actriz. ¿Cómo fue la reconciliación con la profesión? Porque el año pasado ganaste el premio Trinidad Guevara como Revelación y en octubre vas a hacer una obra en el Teatro Cervantes
-Ya había hecho varios talleres para sacarle un poco el peso a la actuación, las clases de teatro siempre habían estado asociadas a mucho sufrimiento, eso me hizo muy bien. Después actué en Ojo de Pombero porque soy muy fanática de Toto Castiñeiras, estudié clown con él cuando era muy chica y vi todas sus obras, confiaba mucho y el texto me encantó, era la forma más amable posible para volver a actuar. Me la jugué y salió bien, ahora volvió a llamarme para hacer Las Lágrimas de los Animales Marinos en el Cervantes, una obra encabezada por el gran Mario Alarcón, también va a estar Pablo Rotemberg y un elenco de aquellos ,yo canto y actúo, era una propuesta irresistible.
Así que estaré haciendo 4 funciones semanales durante 4 meses en Buenos Aires, es toda una apuesta porque vivo en Salta pero estoy muy feliz. Me gusta cambiar de ambiente, los músicos y los actores son muy diferentes. Está bueno aceptar el desafío, estar ahí calladita escuchando y aprendiendo, aunque a veces pienses, por que me atreví a hacer esto?
-Hay otra actriz y cantante que ahora nos está mirando desde un retrato en la pared de tu casa y es Tita Merello. ¿Cuánto hay de ella en vos, Rhodesia nunca, Tita siempre?
-(Se ríe) ¡Tita siempre! Mi fanatismo es extraño porque viene de cuando era muy chica, me obsesioné con ella. Iba al Parque Centenario, me compraba sus cassettes, acumulaba toda la información que podía. Me aprendí todos sus temas de memoria , igual que Camila Sosa Villada, uno de mis faros de la escena cultural actual, una artista total que en el escenario me recuerda la genialidad de Urdapilleta.
De chiquita no escuchaba tango, escuchaba Tita. Un día mi mamá quiso llevarme a conocerla pero no me animé, me dio vergüenza y me arrepiento muchísimo. Era una intérprete única, nadie se anima a cantar sus canciones, de hecho yo nunca lo hice, ¿por qué cómo voy a mejorarl? En esa época había cantantes más virtuosas que Tita , como Ada Falcón por ejemplo , pero ninguna alcanzó esa estatura mítica.Cuando pierdo un poco la fuerza siempre pongo la entrevista de Antonio Carrizo a Tita y me ubica los patitos en fila, entiendo por que y para que hago todo.
“De chiquita no escuchaba tango, escuchaba Tita Merello. Un día mi mamá quiso llevarme a conocerla pero no me animé, me dio vergüenza y me arrepiento muchísimo. Era una intérprete única, nadie se anima a cantar sus canciones”.
-Estás muy comprometida con la causa palestina y es un tema que despierta muchas reacciones en las redes. ¿Sentiste miedo de alzar tu voz?
-Aunque algunas reacciones sean tremendas y se confunda a la gente propagando la idea totalmente errónea de que defender la causa palestina es ser antisemita, siento que tengo que hablar del tema, me llama la atención el silencio increíble que hay al respecto. No siento que esté en la agenda de los medios, es grave lo que está pasando, en mis 41 años no había visto imágenes tan insoportables y dolorosas. Cuando el silencio es aterrador no queda otra que hablar. Entiendo que se pierden trabajos, se ganan disgustos, se lo ve lejano y complejo pero no se puede tener miedo.
Si Nora Cortiñas, que murió sin saber dónde estaba su hijo y nunca se dejó vencer por el temor, imaginate. Cuando Norita vino al teatro Xirgu se paró y todos cantaron: “Madres de las Plaza, el pueblo las abraza”, entró con su pañuelo palestino y la gente se puso a llorar. Ella no tuvo miedo hasta el último momento, ¿mirá si voy a tenerlo yo?
-La última. Estás en pareja con Lucrecia Martel, ¿es cierto que se conocieron en esta casa donde estamos haciendo la entrevista?
-Si, acá mismo. Una amiga me trajo a tomar el té a esta casa y recién dos años más tarde Lucre vino a verme cantar con la Fernández Fierro, ella no es de salir así que tuve suerte. ¡No me animaba ni a hablarle, me parecía un montón! Agradecida eternamente a esas dos amigas que nos presentaron, voy a hacerles un monolito (nos reímos). Para mí es el amor y desde ese momento no nos separamos más. Después decidimos irnos a vivir a Salta, voy y vengo por trabajo pero estamos allá. Pasaron ocho años y cuatro perros Pila, los amo, los conocí en Salta, no tienen pelo ni dientes, casi. Comen papilla, hay que cuidarles mucho la piel, el famoso perro rata de La Ciénaga era un Pila de Lucre que ya falleció. Encontramos una buena forma de estar juntas, que te puedo decir, para mí es un privilegio compartir la vida con ella.
at Marcela Soberano
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