Nacida en Wellington, Nueva Zelanda, Niki Caro se hizo famosa con Jinete de ballenas ("Whale rider", 2002) película que relataba las trabas culturales que enfrentaba una pequeña niña maorí por el hecho de ser mujer.
Casi 20 años después aquella recordada película, una historia muy similar llegó a sus manos: Mulán, la fábula china que Disney convirtió en película animada y que ahora tiene su versión live action.
Desde hoy, viernes, 4, la remake puede verse sin costo adicional en Disney +, la flamante plataforma de streaming del gigante que comenzó con Walt Disney y Mickey Mouse.
-¿Qué fue lo primero que te resultó atractivo de esta historia?
-La propia Mulán. La historia de su paso de niña pueblerina a joven soldado, y después a guerrera y heroína es en la actualidad tan relevante y trascendente como cuando se escribió hace 1500 años.
-¿Qué imaginabas hacer?
-Contar la historia de la manera más épica y emotiva, pero al mismo tiempo real, con una visión y un lienzo más modernos.
-¿Por qué crees que esta historia es tan importante para los fans?
-Creo que es porque Mulán es muy auténtica. Es una hija abnegada y un ser humano amoroso y valiente, pero también es vulnerable y falible. Antes que heroína, Mulán es plenamente humana. Y eso siempre conmueve.
Al disfrazarse de hombre, no puede depender de su conjunto habitual de habilidades para avanzar en su camino, y tampoco podría depender de la fuerza bruta. Usa su inteligencia, su rapidez mental y su fuerza de voluntad para superar los muchos obstáculos a los que se enfrenta y para vencer a un enemigo realmente formidable.
-¿Qué podes decirnos del elenco?
-Creo que hemos reunido a un extraordinario y legendario elenco chino encabezado por Yifei Liu. Nadie más podría haber representado el papel de Mulán de la manera en que lo hace ella. También trabajan Jet Li, Gong Li, Donnie Yen, Jason Scott Lee y Yoson An, un excelente actor que hace su debut en esta película.
-Fue difícil encontrar la Mulán indicada?
-La verdad es que la buscamos durante muchísimo tiempo. Y por todo el mundo y especialmente por toda China. Aunque encontramos a algunas jóvenes que eran sorprendentes, nunca sentía que habíamos realmente encontrado a nuestra guerrera.
Por un tiempo, abandonamos la búsqueda y, un año después, la reiniciamos. Volvimos a China a ver si habíamos pasado a alguien por alto.
Cuando fuimos la primera vez, Yifei no estaba disponible, pero, un año más tarde, aceptó venir a Los Ángeles y reunirse conmigo. Cuando llegó, Yifei pensaba que tenía toda la mañana para prepararse y dormir, pero hubo algunos cambios en el cronograma y terminó en la sala de audiciones frente a mí sin haber podido dormir absolutamente nada.
Se le pidió que representara cinco escenas con diálogo, una de ellas de cinco páginas. Hay que tener en cuenta que el inglés no es su lengua materna. Yifei nunca se dio por vencida. Nunca dio marcha atrás.
Me daba cuenta de que le resultaba muy difícil, pero también lo fuerte que era. A partir de esa audición, pude ver que era una brillante actriz, pero eso solo era una parte de la ecuación. Luego de la audición de actuación, la enviamos a entrenamiento físico, porque la mujer que necesitaba para Mulán debía poder pasar por un hombre en una armadura de varón. La sometimos a una evaluación física muy exigente, y nunca, ni una vez, se quejó. Al final de ese día, me di cuenta de que había encontrado a mi guerrera.
-¿Por qué decidiste introducir una villana femenina a la historia?
-Quise proporcionarle un contrapunto a nuestra heroína, un personaje femenino igualmente fuerte cuya historia se desarrolle en paralelo a la de Mulán. Siento que esta Mulán es una versión más moderna de cómo es una mujer fuerte.
-El trabajo de vestuario es realmente descomunal...
-Tuvimos miles y miles de trajes, una cantidad innumerable. Contamos con cientos de personas en el departamento de vestuario que, literalmente, cosían los trajes a mano. En la pantalla, puede apreciarse la autenticidad de esas prendas. Todas las telas son magníficas. Las texturas son de tal calidad y se puso tanto cuidado en su confección que se tiene la sensación de estar inmerso en otro siglo.
-El traje rojo de guerrera de Mulán se ha transformado en todo un ícono…
-En China, el rojo es un color muy importante, es el color del fuego pero también de la alegría. El Ejército Imperial usa ese color por todos esos motivos. Obviamente, Mulán no se destaca como soldado del ejército. La idea es que pase desapercibida.
Cuando toma la decisión de ser fiel a sí misma y a lo que es, cuando se deshace de su armadura y se quita el moño del cabello, el rojo de su túnica queda expuesto, al igual que su muy fuerte cuerpo de mujer.
Este color, bello y apropiado para Mulán, la hace brillar y nos recuerda lo poderosa que es. El traje debía adaptarse a todos los movimientos de Yifei, en especial, a la amplitud característica de los movimientos de las artes marciales. Bina Daigeler creó un vestuario de dos piezas sobre una prenda parecida a un kimono, de modo que cuando Yifei se mueve, su ropa realmente se mueve con ella. Es muy muy hermoso, y me gusta pensar que será una prenda icónica de la película.
-Cuán importante fueron los sets para la película?
-Muy. Deseábamos que esta película fuera al mismo tiempo épica y realista, por lo cual, sin dudas, intentaríamos filmar tanto como fuera posible directamente con la cámara y en ambientes reales. Eso significó viajar por toda China para filmar paisajes reales e intentamos evitar crear escenas con pantallas verdes.
De igual manera, en el caso de los sets, para mí era muy importante que los actores estuvieran en un espacio real. El mejor ejemplo es el pueblo ancestral donde vive Mulán. Nuestro equipo construyó un enorme set. Tiene tres pisos y se despliega a 360 grados, de modo que, cuando estás dentro de él, te sientes inmerso en el mundo de Mulán, en un siglo completamente distinto.
-Algo similar sucedió con el palacio del emperador…
-La sala del trono fue el set más grande que haya visto jamás. Cuando entré en ella, me impresionó su inmensidad. La construimos en el estudio más grande de la ciudad, y este set se extendía hasta las paredes más alejadas. Al estar en él, todo el equipo de producción sentía la grandeza e importancia del emperador, de su cargo en China y del intenso sentimiento de deber de salvarlo que sentía Mulán.
-¿Por qué decidieron rodar también escenas en Nueva Zelanda?
-Se realizan películas en todos lados y, para contar una historia, utilizamos muchos lugares distintos. Si bien muchas secuencias y paisajes icónicos se filmaron en China, encontramos varios lugares importantes en Nueva Zelanda, que mejoraron nuestra historia. Uno de esos lugares, y el más importante, fue el valle Ahuriri, en la Isla Sur.
Llevamos 900 personas y a todos nuestros caballos al valle Ahuriri para montar allí una batalla épica. Fue increíble, como estar en el escenario exterior de una gigantesca película italiana de la década de 1950. Iba a trabajar y veía al ejército de rouranos cruzar la ruta a caballo. Nueva Zelanda se portó muy bien con nosotros.
-¿Cómo hiciste para asegurarte de que esta película haga honor a la cultura china?
-Para mí eso es un rasgo central de todas mis películas, necesito que sean culturalmente auténticas y respetuosas de lo que hablan. Por eso, cada departamento de esta película investigó en profundidad la cultura, la pintura, la historia y los cuentos de guerra chinos, de modo que cada detalle fuera tan auténtico como fuera posible. También nos asesoramos con muchos, muchos expertos.
Verificamos los datos una y otra vez porque, para nosotros, era muy importante hacerlo bien. Ese proceso de verificación comenzó durante la escritura y continuó durante las etapas de preproducción, producción y posproducción, porque asumimos con mucha seriedad la responsabilidad de contar la historia de una manera auténtica.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios